Capitulo 12.

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— En verdad tenemos que volver, no podemos quedarnos un poco mas—

— Sabes que si, tienes obligaciones y yo también, nada me gustaría más que tenerte todo el día en mi cama pero...—

— Está bien pero quiero volver en unos meses, si me esfuerzo y adelanto trabajo no habrá ningún problema—

— Sus deseos son órdenes pero antes puedo disfrutar unos minutos a solas con mi esposa— dice Thomas sonriendo.

Tres meses después...

Catherine ya notas al bebé? Qué crees que sea?—

— No lo sé Ellen pero estoy deseando que nazca ya, hace tiempo que no me veo los pies—

— Según dijo la matrona aún faltan cuatro meses para ello—

— No me lo recuerdes... y vosotros cuando vais a dar la alegría—

— No lo sé, igual estoy yerma — respondo con pena.

— No digas tonterías, solo llevas tres meses y pico de casada hay mujeres que tardan años en concebir a su primer bebe—

— Está bien trataré de no pensarlo, ahora me voy a casa Thomas debe de estar a punto de llegar, te veo el viernes—

Me despido de Cat, y subo al carruaje, hubiese preferido llegar a casa caminando pero Thomas está muy pesado con el tema de mi seguridad, algo que no entiendo pero en lo que le complazco.

Llego a casa y me recibe una de las chicas del servicio, dejo mi sombrero y me dirijo a mi despacho, abro la puerta y no hay nadie esperaba que Thomas estuviese en el, la mayoría de las veces utiliza el mío argumenta que el mío es mucho más práctico que el suyo.

Manías sin sentido ya que le organice el despacho igual que el mío, me siento tras la mesa y reviso todos los informes del último mes.

Hay uno que llama especialmente mi atención, la empresa de textil me está generando perdidas pero no encuentro donde puede estar el error.

— Anita, sabes dónde está el señor?—

— Señora salió está mañana después de usted y no dijo nada de que ahora iba a volver—

— Está bien, llama al cochero y dile que lo prepare todo voy a volver a salir—

Miró el reloj de la pared y veo que son las tres, aún tengo tiempo para ir a la fábrica y averiguar por mí misma dónde está el problema.

Cojo mi chal y salgo hasta la entrada, mientras veo pasar los coches de caballos y los edificios no puedo evitar pensar en que quizás Thomas se moleste por haber salido sola de nuevo, bueno ya le quitaré el enfado con mis besos.

El cochero aparca en la entrada de la fábrica, me abre el portón y me ayuda a bajar, aún no me acostumbro a estos vestidos tan encorsetados, diría que echo de menos mis vestidos de criada, eran más livianos pero picaban.

Subo hacia la planta superior, la mayoría de los empleados me conocen y me saludan educadamente,  no veo al capataz por ningún sitio.

Llego hasta la puerta y cuando voy a tocar escucho ruidos extraños. Me asomo con cuidado por uno de los ventanales con cuidado de no ser vista.

La escena que se desarrolla en el interior no puede ser más dantesca, el capataz de la fábrica está siendo sodomizado por un hombre, aparto rápido la mirada de esa escena y me coloco tras la puerta. Esta se abre unos minutos después sirviéndome a mí de escondite provisional.

— Jhonny espero que los balances sigan igual el próximo mes, la quiero hundida en el fango...—

Esa voz me resulta familiar, veo como poco a poco dale de la fábrica y de un momento a otro una idea descabellada cruza por mi mente. Con cuidado pero con premura sigo a ese caballero.

Camino demasiado estos estúpidos zapatos me están matando, después de un buen trayecto a pie, el caballero se detiene a las puertas de una pequeña mansión.

Lo veo entrar y memorizo la dirección, se ve que tengo más enemigos de los que pensaba. Regreso a casa caminando, el cielo se torna oscuro y algunos rayos lo iluminan. Se avecina tormenta y aún me falta un trecho para llegar a casa.

Llego totalmente calada a casa, estoy helada y no me encuentro demasiado bien, solo espero que Thomas no haya vuelto a casa aún.

— Señora está empapada, pase deprisa o podría enfermarse. Clara prepara el baño para la señora— dice gritando a pleno pulmón Anita.

Subo hasta mi dormitorio y comienzo a quitar mi ropa, con mucha dificultad consigo meterme en la bañera. El calor poco a poco recorre mi cuerpo, pero extrañamente no me siento mejor.

Pido ayuda a las chicas para acostarme no tengo fuerzas ni para caminar.

— Señora está ardiendo, hay que llamar al señor y al doctor...—

— No...— no soy capaz de articular más palabras los ojos comienzan a pesar como el plomo.

****

Sus pulmones parecen estar bien, pero por precaución deben admistrarle el tónico—

— Gracias doctor agradezco la atención en un momento serán abonados sus honorarios, ahora si me disculpa quiero ver cómo está mi mujer—

Paso al dormitorio y la veo allí acostada como un ángel, sus mejillas siguen sonrosadas por el efecto de la fiebre, cojo el tónico y con cuidado se lo doy.

— Buaj... esto es horrible, que me has dado Thomas— dice Ellen abriendo los ojos e intentando sentarse.

— No te levantes necesitas descansar, me has dado un susto de muerte. Que hacías por la calle tú sola y con esta tormenta—

— Lo siento no lo pensé... descubrí algo en la fábrica y...—

— Creía que me habías dicho que ibas a ir con Catherine— dice Thomas un tanto decepcionado.

— Y estuve con ella...—

****

Después  de haberle contado todo a Thomas este parece más preocupado que antes, ha prometido que va averiguar quién es ese hombre y me ha pedido permiso para despedir al capataz y contratar a uno de su total confianza.

Aunque soy independiente y me gusta hacer las cosas por mí misma, me encanta que mi esposo me cuide y se preocupe por mi. Ahora tengo que tener cuidado con los otros negocios, si a sigo capaz de entrar en uno quién me dice que no esté intentado arruinar los demás

Dueña de mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora