05. | Ser persona, no una cosa

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El semestre está a punto de terminar y Mikasa no para de pensar en sus calificaciones. Claro, son buenas. Muy buenas, pero el semestre todavía no acaba.

Se encontraba desayunando su cereal cuando Eren le mandó un mensaje para pasar por ella e ir al club de Historia.

—¿Vas a salir? —preguntó su papá cuando la vio arreglarse.

—Sí, iré con un amigo.

—¿Armin?

—No, otro —respondió ella. Su padre no pudo evitar sentirse con curiosidad al saber quién sería el amigo de Mikasa.

—¿Terninaste de estudiar? —volvió a preguntar su papá.

—Sí, ya terminé mis proyectos. Iré a un club de lectura junto con Armin —respondió la azabache mientras terminaba de ponerse rimel en sus pestañas.

—Mmhm, ya veo. No quiero que regreses tarde.

—No, pa —respondió Mikasa mientras le.manfaba mensaje a Armin mandándome la dirección.

El padre de Mikasa de fue y ella esperó hasta que tocaron el timbre de su casa.
Ella bajó corriendo mientras guardaba su celular.

—Te quiero antes de las 9, Mikasa —habló su madre.

—Sí, regresaré con Armin para ayudarlo en su proyecto —respondió la azabache mientras salía de su casa.

Mikasa salió rápido sin siquiera haber visto que Eren estaba muy cerca de ella.

—Hola —saludó él con una sonrisa.

—Hola —saludó ella con una sonrisa nerviosa. Salió demasiado rápido para evitar que sus padres comiencen a cuestionar a Eren—. Ya nos podemos ir.

—Ah, sí, claro —él comenzó a caminar y señaló el auto donde abrió la puerta para que Mikasa pudiera ingresar.

Una vez que él también subió le preguntó a Mikasa:

—¿Lista?

—Sí, solo estoy nerviosa —confesó ella.

—¿Por qué?

—No sé, no suelo convivir con personas nuevas de repente. Es como muy desconocido —lo miró y pudo ver como él sonreía.

—No te tienes que preocupar. Yo estoy contigo —tomó su mano y pudo ver como las mejillas de Mikasa se pusieron rojas— Y a A-Armin,  c-claro —respondió enseguida al ver la reacción de la azabache.

—Sí.

Cuando bajaron de auto, Mikasa sintió la brisa golpear su cara, más que un golpe, era una caricia

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Cuando bajaron de auto, Mikasa sintió la brisa golpear su cara, más que un golpe, era una caricia. Una bienvenida.

Pudo observar como un rubio se acercaba a ellos con bastantes libros. Sabía que Armin no podría dejar de hablar de libros. Siempre fue así, él habla, ella escucha.

𝑷𝒂𝒓𝒂𝒅𝒊𝒔𝒆 | 𝑬𝒓𝒆𝒎𝒊𝒌𝒂 𝑨𝑼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora