34: ⁿᵉʷˢ

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Durante el transcurso de lo que quedaba de esta semana y poco más de la siguiente, te mantuviste en casa. Más que nada porque no tenías intenciones de salir y Dai había estado un poco preocupada porque había tenido un riesgo de aborto.

Kiyoko y las demás te hicieron compañía durante esos días. Nadaste en tu piscina y cuidaste de tu jardín.

En las noches, tardabas algo en dormirte. Se convirtió en un hábito ver como Izuku llegaba cansado y sucio del trabajo a las tres o cuatro de la madrugada. Luego, te quedabas dormida, como si su presencia te ayudará a conciliar el sueño.

Lejos de ser bueno, dormir se había vuelto cansado por alguna razón. Habías empezado a soñar cosas extrañas, desde que Dai daba a luz a un Nomu hasta que Izuku te golpeaba. Ese último sueño te hizo despertar llorando.

Tu corazón retumbaba dentro de tu pecho y tu cuerpo temblaba del miedo. Sentías que ibas a vomitar e intentaste calmarte.

Izuku se dio cuenta y se acercó a ti para abrazarte con cariño. Cuando estuviste más tranquila, te ayudo a que te quedarás dormida, acariciando tu cabello y tus brazos. Sin embargo, tuvo que irse a trabajar. Te habia mencionado que mañana tendría que hacer un viaje a Estados Unidos y regresaría hasta la próxima semana. Eso te puso triste, considerando que mañana era tu cita con el ginecólogo. No encontraste más remedio que levantarte de la cama.

Bajaste a desayunar a eso de las ocho. Haruka estaba preparando huesos fritos para las demás criadas y le pediste que te prepara unos para ti. Comiste junto a las demás, luego les ayudaste en algunas tareas domésticas como barrer y limpiar los muebles.

Finalmente, les avisaste que ibas a subir a ducharte y a cambiarte de ropa. El agua fría fue perfecta para hacerte despertar por completo. Te vestiste con algo cómodo e informal y bajaste para ayudarlas con el almuerzo.

Mientras bajabas las escaleras, Kiyoko venía hacia ti con una mueca de angustia.

— ¿Qué pasa, Kiyoko? — le preguntaste. La mujer se colocó a lado de ti a la par que caminaban por el pasillo hacia el jardín interior.

— Tiene una vista, señora — respondió —. Es la señora de la semana pasada.

Te detuviste frente al jardín interior de repente. "Kujō" pensaste. Recuperaste tu compostura y te dirigiste hacia el salón.

— La atenderé, Kiyoko. No te preocupes.

Pasaste el umbral de la entrada y la viste de pie, contemplando las pinturas. Estaba vestida con un saco de color azul y su cabello dorado estaba atado en una coleta. Cuando te acercaste a ella, se giró para verte y las comisuras fe sus labios se curvaron en una sonrisa.

— Señora Midoriya, me alegro mucho verla gozando de buena salud — comentó.

— No esperaba verla el día de hoy — confesaste.

— Decidí regresar para hablar personalmente con usted — murmuró —. La anterior ocasión es señor Midoriya fue quien me recibió.

— Me encontraba enferma...encuentro enferma — dijiste.

— ¿Y se puede saber su padecimiento?

— Aún no lo sé. Mañana iré al médico.

— Yo puedo resolverle esa duda, señora Midoriya — sonrió y extendió su mano hacia ti —. Verá, mi don es sencillo: puedo comunicarme con las células del cuerpo de quien toque.

Miraste a la mujer quemada frente a ti. Su ojo sano estaba esperando una reacción de tu parte y tú cuerpo se movió por arte de magia. Le diste tu mano, ella colocó su otra mano sobre tu dorso y te miró. Sentiste que tu corazón se aceleraba con fuerza.

ENEMIGO - IZUKU MIDORIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora