44: ʰᵒˢᵗⁱˡᵉ

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Agachaste la cabeza al escuchar la voz autoritaria de tu marido. Guardaste silencio, lo cual también imitó Bakugou. Izuku se levantó de su asiento con esa mueca de enojo que no podías tomar en serio con todas las marcas de tus besos alrededor de su rostro.

— ¿Sería mucho pedir que dejen de pelear cada vez que se ven? — cuestionó y agarró las hojas de su escritorio. Ambos se quedaron callados y miraron al héroe número uno frente a ustedes —. Los dos son personas muy importantes para mí y nada me haría más feliz que ambos pudieran estar en una habitación sin insultarse.

— Yo no tengo problema con eso, pero quizás Dynamight lo tenga — hablaste.

— Podría tener más de uno si no cierra la bo...

— ¡Suficiente los dos! — bramó Izuku y dio un pequeño golpe sobre la mesa. Tú y Bakugou se quedaron nuevamente callados —. ¡Ni una palabra más! ¡No quiero escucharlos pelear a partir de hoy! ¿He sido claro?

— Sí — dijeron ambos a regañadientes. Eso pareció convencerlo e Izuku le extendió los papeles a su amigo.

— Y como ahora ya hicieron las paces, sería algo grandioso que fueras a cenar a la casa, ¿no es así, (Nombre)? — cuestionó tu marido, buscando tus ojos. No fingiste tu disgusto y él endureció su mirada —. ¿Verdad, (Nombre)?

— Sí, sería grandioso — respondiste.

— Tendrás que disculparme, pero...— habló Dynamight, hojeando el permiso.

— No, no voy a disculparte — interrumpió Izuku —. Te esperamos el viernes a las siete en nuestra casa.

Tu marido y su amigo se dieron una larga mirada, que concluyo con Bakugou cediendo a la invitación. A pesar de tus muecas, Izuku no dio marcha atrás con sus palabras y a regañadientes, aceptaste. 

— Sí no hay nada más que necesites, puedes retirarte — murmuró tu esposo, aunque ambos desconocían a quien le hablaba. Tomó asiento, de nuevo.

Dynamight se quedó estático unos segundos antes de darte una mirada rápida y darse media vuelta para regresar por donde vino. La puerta de su oficina se cerró a tus espaldas, miraste por encima de tu hombro para verificar aquello y una vez solos, clavaste tus ojos sobre tu marido. Izuku revisaba sus documentos restantes, más interesado en ellos que en su propia esposa. 

Abriste la boca para debatir, pero él levantó un dedo.

— Antes de que me digas algo, te invitó a que pienses bien lo que me vas a reclamar. 

— No hay nada que pensar —  murmuraste, rechinando los dientes — . Está claro que lo que salga de mi boca no te interesa.

Izuku se recargó sobre el respaldo de su asiento y dejó en paz el papeleo. Sus cejas estaban fruncidas y sus ojos esmeraldas brillaban con algo similar a la determinación. 

— Dime, (Nombre) —  pidió y añadió — . ¿Cuál es la riña que hay entre tú y Kacchan? ¿Mmm?

Dejaste salir un suspiro pesado mientras te dabas media vuelta. La mirada de tu marido te siguió y sus manos comenzaron a moverse, presos de la ansiedad.

— ¿Cuál es la riña? ¿De verdad me estás preguntando eso? ¡Tú, mi esposo! —gritaste y tu corazón latía a gran velocidad. La ira estaba burbujeando en tu interior, amenazando con explotar contra tu marido. 

— Desde que nos casamos, no he visto ninguna grosería de su parte, más que la de día de hoy —  comentó. 

— Ese...—  siseaste y te aclaraste la garganta — . Ese...hombre quiere meterme tras las rejas por cosas del pasado. No puedes negarme el hecho de que él fue uno de los que votó en contra mía.  

ENEMIGO - IZUKU MIDORIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora