04: ᵗʰᵉ ᵉᵛⁱˡ'ˢ ˡᵒᵛᵉʳ

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Deku te acompañó a la casa de Toshinori junto con Hanna y Emma. Te dejo en la puerta junto con las pequeñas criadas que estaban en tu servicio. Te pareció un gesto agradable, aunque todo en este hombre te hacía sentir una extraña sensación de comodidad. Una voz en tu cabeza, una muy minúscula te recordó que ese hombre de abundantes rizos verdes y preciosas esmeraldas habían dado fin a la vida de tu querido padre.

— Espero que el incidente no afecte su asistencia a la fiesta de Shoto — te dijo con una sonrisa. Parpadeaste un par de veces, tratando de recuperar tus sentidos en el aquí y en el ahora.

¡Oh, la fiesta! Ya lo habías olvidado.

Toshinori había escuchado sobre la invitación y te dijo que sería una gran oportunidad de conocer a “más personas”. Con eso se refería, a la posibilidad de “conocer” a tu futuro esposo. A veces pensabas que era grandioso que un hombre de esa edad fuera tan perseverante inversamente a que le hayas dicho que no como unas quinientas veces.

No obstante, el chico de las esmeraldas parecía haber aprendido de su perseverancia porque no se veía con las intenciones de irse sin una confirmación de asistencia. Dejaste salir un suspiro.

— Lo pensaré.

Fue algo tan divertido, que en tres segundos se convirtió en un error. Notaste como su semblante cambiaba. Sus hombros se tensaron, su espalda se irguió más y en sus profundos ojos verdosos, brilló la terquedad. Su lenguaje corporal decía a gritos que no se iba a ir de ahí hasta que le dijeras que sí, lo cual era un problema porque ya querías entrar a la casa y no querías compromisos a eventos en el futuro.

— Sería encantador tenerla ahí — añadió con una dulce sonrisa —. Al menos para mí persona.

El rostro de Deku era un enigma para ti. Tenía una mueca dulce, agradable incluso, te atreverías a decir que inocente (o sincera). Realmente te hacía creer que, sin tu valiosa presencia, la fiesta de su amigo sería una celebración aburrida y sin emoción.

Y por alguna razón, tu corazón latió con fuerza dentro de tu pecho.

— Quizás — murmuraste, bajando la mirada. Empezaste a jugar con las puntas desiguales de la capa amarilla que descendía sobre tus hombros —. Aún tendría que ver mi vestuario.

— Considero que tomará la mejor elección.

Te dio una última sonrisa, una muy radiante. Te sentiste obligada a devolverle el gesto antes de que se diera vuelta. Dio un gran brinco que lo hizo elevarse por el aire. Parecía una gran pulga humana con un pedazo de capa amarilla atada a su cuello. Solamente una fracción, porque a tu consideración, te había regalado el resto de la capa.

— Que considerado — murmuró Hanna.

— Que guapo — dijo Emma.

Rodaste los ojos al escuchar el último comentario. Te diste vuelta, dispuesta a tocar la puerta de madera y entrar al recinto. No obstante, antes de que tu puño tocará la madera, la puerta se abrió repentinamente. De ahí, salió Yusura. Estaba peinado, lo cual era muy raro. Se te figuró que se encontraba molesto por alguna situación que desconocías.

Sus ojos ámbar se posaron sobre tu silueta en una cuestión de segundos hasta que su mente cayó en cuenta de que estabas parada frente a él. Todo sucedió demasiado rápido.

— ¿Que suce...?

— Ven conmigo.

Te tomó fuertemente del brazo y te arrastró por dónde habías llegado. Hanna y Emma trataron de ir tras de ti, pero llegaste al automóvil de Yusura. Te ordenó que subieras inmediatamente.

ENEMIGO - IZUKU MIDORIYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora