Esa mañana no fue diferente a cualquier otra en tu nueva vida.
Despertaste por la luz del alba que se asomó por tu ventanal sin la compañía de tu esposo a tu lado y con desgano, te levantaste de tu cama. Tomaste una ducha fría y larga, tratando de disfrutarla en lo máximo. Luego del baño, te pusiste ropa cómoda. Bajaste a desayunar con la compañía de todas tus mozas.
Kiyoko estaba sonriente y se veía amena al platicar sobre la titulación de su hija mayor. Las demás siguieron el hilo de la conversación, murmurando sus logros adquiridos y detallando el orgullo que les hinchaba el pecho. Las escuchabas reír a carcajadas, vitorear de alegría y era un momento agradable. Habían decidido tomar café caliente, uno que Izuku te trajo de uno de sus múltiples viajes al extranjero. El vapor humeante que desprendía la taza le daba un toque diferente a tu bebida matutina de ese día.
Sentada sobre una silla en la barra de la cocina, miraste hacia la ventana y observaste el césped iluminarse por la mañana. Apreciaste el leve movimiento de la brisa sobre el jardín. Giraste la cabeza en dirección al salón principal, esperando escuchar el diminuto sonido del tic tac del reloj. Sin embargo, era inaudible.
—¿Qué hora es? — preguntaste.
No esperabas una respuesta de alguien concreto, pero todas abrieron la boca para contestar. Sin darles tiempo para ello, pudiste apreciar el sonido de algo al frente de tu casa. Similar al de un motor que, en un instante, se apagó. Le sigue el golpeteo brusco de la puerta, tan fuerte que casi derriba la entrada y entonces supiste de quien se trataba.
El sonido hizo que todas tus criadas se asustaran. Sus rostros se tornaron repletos de angustia y los susurros sobre quién podría ser el recién llegado anegaron la cocina. Kiyoko dejó su taza sobre la barra, dispuesta a ir y abrir, no obstante, fuiste tú quien se levantó primero. Las miradas indiscretas se clavaron sobre ti y se deslizaron hacia tu ama de llaves.
—Lo recibiré yo, Kiyoko.
Abrió la boca, queriendo protestar, pero los impetuosos golpes la hicieron abstenerse. Le mostraste una sonrisa gentil antes de empezar a caminar hacia la entrada. Pasaste por el salón principal aún con la insistencia sobre la puerta. Dentro de tu pecho, tu corazón no dejaba de latir con ímpetu y el estómago lo tenías hecho un nudo. Entonces, giraste la cabeza hacia el reloj de la estancia.
Marcaba las 10: 17 de la mañana y era la hora indicada.
Entonces, llenaste tus pulmones con aire y valor. No, él no te da miedo. Sin embargo, las cosas se tambalean siempre con su presencia. Giraste el pomo y apenas una ráfaga de aire entró por ahí, la puerta te hizo retroceder. Casi caes al suelo por la fuerza en que se abrió, pero lograste mantener el equilibrio. El portazo resonó por toda tu casa, asustando a tus mozas. Pudiste ver sus rostros asomados por la pared. Trataste de apaciguarlas con tu mirada, lo cual al parecer funcionó por el momento.
Finalmente, giraste la cabeza y encaraste al diablo en persona.
—Mi esposo no está — hablaste con firmeza.
—No es a él a quien busco — bramó Dynamight.
Envuelto en su traje de héroe, Katsuki Bakugo entró a tu casa como si fuera su dueño. No se tomó la molestia de cerrar la puerta y tampoco te sentiste sorprendida por eso. Sin embargo, sus palabras te dejaron algo pensativa.
—¿Ah sí? — preguntaste —. ¿Y para qué podría necesitarme?
Observaste los raspones sobre su piel y la suciedad en su rostro. Nunca parecía ser alguien amigable, mucho menos ahora que te estaba mirando con cólera. Su mueca expresaba tanto, pero a ti solo te quedaba parecer indiferente.
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ENEMIGO - IZUKU MIDORIYA
Fanfic"La guerra había terminado. Nacida desde la tragedia, tu padre, All for One te llamó (Nombre). No obstante, la sociedad te puso muchos otros nombres más: Abyssmo, la dama oscura, el soldado más fiel. Todo lo que hiciste para ser llamada así, la s...