Sorpresa

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Hoy tenía una de las reuniones mensuales de la comisión donde se volvería a comentar la situación actual con la liga de villanos y se informaría de cómo iban los planes para capturarlos.
Normalmente, las reuniones duraban acerca de una hora. Una hora en la que los diez mejores héroes de todo Japón junto con la directora de la comisión, su secretario y el jefe de policía informaban de los últimos movimientos de la liga y de las situación de la ciudad. Solo una persona hablaba a la vez mientras presentaba sus ideas y sus planteamientos. Los demás escuchaban, algunos atentamente y otros esperando impacientes a que les tocara el turno de hablar.
Hawks se encontraba en ese momento sentado al lado de Endevour, con bolígrafo en mano y una pequeña libretita donde apuntaba algunos datos que consideraba importantes, como el número de héroes que hacían guardia en la entrada de la UA o los que hacían la patrulla desde las siete de la tarde hasta bien entrada la noche. El héroe número uno lo imitaba a ratos mientras miraba fijamente a la directora de la comisión, quién hablaba en aquel momento.

Mentiría si dijera que Hawks estaba completamente centrado en la reunión. Pese a que intentaba prestar atención a lo que se comentaba, no podía dejar de pensar en la persona que en aquel momento estaba en su apartamento, probablemente en su habitación, en su cama.
Un calor le empezó a subir por la cara y supo que estaba enrojeciendo. Rápidamente se llevó las manos a la cara en un intento de esconderse e intentó centrarse en lo importante.

- Vamos muy lentos. Solo hemos encontrado la casa donde se hospedan - informó el número 7. Kamui Woods era conocido por ser uno de los más populares dentro de la región de Koenji. Era muy respetado entre los héroes por su reputación y su inteligencia en el área de captura.
Hawks le observó detenidamente entretanto el héroe señalaba ciertos puntos relevantes donde reforzar la vigilancia.
- Además tenemos que averiguar quién les está ayudando. - interrumpió Edgeshot - Creo que Shigaraki y la completa liga de villanos no son más que marionetas que siguen el fin de One for all pero no creo que contacten con él directamente. Tiene que haber alguien que haga de intermediario - añadió después de unos segundos.
El silencio hizo presencia en la sala, interceptado en ocasiones por susurros.
El héroe número dos observó entonces detenidamente al héroe que acababa de hablar. Había dado en el clavo. Sabía que el intermediario era un señor al que Touya llamaba "señor con cara de gato"
Suspiró y rogó porque el pelinegro estuviera bien. Sabía que cuando llegara seguiría allí, ya que no podía salir por su cuenta, pues seguía siendo uno de los villanos más buscados y uno de los miembros principales de la liga de villanos.
"¿Qué estará haciendo?" se preguntó entonces mientras cogía con una mano el bolígrafo y hacía pequeños garabatos en el cuaderno. De nuevo, pensó en lo que había ocurrido la noche anterior, en lo sucedido con Dabi. Se le había ido la cabeza y se había dejado llevar con él. No con Touya, con Dabi. Hawks sabía que ahora tanto el villano como él tenían cierta misión en conjunta pero sabía que todo era una farsa. Hasta aquella noche.
Todavía no podía comprender cómo se le pudo ir tanto de las manos. Él era considerado como uno de los héroes con la cabeza mejor puesta sobre los hombros. Era una persona calculadora que tenía siempre en mente sus objetivos y los pasos a seguir para completar la misión. Sin embargo, aquella noche, en el sofá, se le olvidó por completo de su entrenamiento. Se dejó hacer y no se arrepintió hasta que el daño ya estaba hecho.

Además, pensó, estaba el hecho de que cuando lo hicieron, Touya no estaba siendo completamente él mismo. Todavía tenía activo el suero y, por tanto, su cuerpo y su mente estaban completamente descontrolados. "¿Me he aprovechado de la situación?"

- Hawks, Hawks...- llamó una voz.
El rubio alzó la mirada y descubrió a Endevour observarle con ojos aparentemente preocupados
- Estabas completamente absorto - apuntó mientras dirigía sus ojos a las hojas del cuaderno garabateadas - La reunión acabó hace unos minutos - añadió entonces.
El héroe asintió, cerró el cuadernito y se guardó el bolígrafo en el bolsillo mientras se levantaba perezosamente de la silla.
- ¿Estás bien? - preguntó el pelirrojo. Le puso una mano en el hombro y lo paró cuando vio que tenía intención de salir de la sala. Hawks, sin embargo, se desprendió del agarre y caminó hacia la salida.
- Tengo que hablar contigo, en otro lugar - añadió saliendo por la puerta. Sabía que el mayor lo seguiría y que ya se hacía una idea del tema del que le iba a hablar.

Caminó con paso rápido hacia la azotea. Allí, pese a que también había cámaras, debido a su amplitud, había gran cantidad de puntos muertos y sabía que, en el caso de que los vieran hablando, no podrían reconocer de qué gracias al viento que solía hacer.
Cuando llegó, se acercó a la barandilla para ver las vistas. Si había algo que le gustara de la comisión, eran la panorámica que ofrecía aquel edificio. Debido a su gran altura, se podía ver toda la región de Nerima, adornada por sus colores verdes, marrones, amarillos y blancos, típicos de la primavera. El sol jugaba al escondite entre las nubes, las cuales lo acompañaban mientras bailaban al son del viento. Un viento dulce que parecía llevar melodías consigo además de pequeños pétalos de flor y polen.

Hawks inspiró profundamente y soltó el aire en un largo suspiro. No se giró cuando escuchó los pasos acercándose del héroe número uno y, antes de que se colocara a su lado, se separó un tanto de la barandilla y empezó a hurgar dentro de su abrigo.

- Ten, léelo detenidamente. Tiene información de su segunda fase - informó entonces a la vez que sacaba un pequeño libro de cómo educar correctamente sin castigos. Aquel libro lo había encontrado en una de las muchas librerías del barrio Jinbōchō. Allí era imposible no encontrar lo que buscabas entre tantas posibilidades. Había tanto librerías de segunda como de primera mano y, para muchos, era un paraíso concentrado en unas pocas calles. Para él, una de las mejores fuentes de información pues, si algo atraían las librerías, eran a los estudiantes y a personas ansiosas por nutrirse de todo tipo de temas.
El libro que ahora estaba en manos del héroe lo había llamado desde una de los escaparates, rogándole que lo comprara y él no se lo pensó dos veces. Desde que supo la verdad sobre el padre de Touya, la admiración que una vez había sentido se iba desvaneciendo a un ritmo lento pero constante.

Hawks observó al héroe ojear por encima el libro con una mirada neutra que no dejaba ninguna emoción a la vista. Sabía que no iba a prestar atención al contenido del libro ahora mancillado por sus anotaciones pero, quería ir dejándole caer que sabía la verdad sobre su hijo mayor y, qué mejor manera que enviarle pequeñas pistas.

- ¿Hace cuanto que empezaron la segunda fase? - preguntó el pelirrojo guardando el volumen en uno de los bolsillos del abrigo. El rubio volvió la mirada al horizonte y respondió
- Todavía no la han empezado. Supongo que se pondrán en movimiento esta semana. Toda la información está ahí - Hizo que una pluma danzara suavemente al ritmo del viento y añadió - Puede que el viento ayude a que no se escuche bien nuestra conversación pero no lo hace imposible.

Pese a que no se giró para mirarle, supo que el mayor asentía.

- ¿Qué tal tus hijos? - preguntó entonces.
Endevour, quién estaba a punto de dar media vuelta y dejar de ser la diana del viento, se paró en seco.
- Están bien ¿A qué viene tu preocupación? - Hawks se encogió de hombros y sin mediar palabra, giró sobre sus talones y, con las manos en los bolsillos y su pluma todavía danzando enfrente de él, se marchó dejando a un pelirrojo algo confuso.

El vuelo hacia su siguiente parada estuvo lleno de turbulencias. Puede que la primavera diera más oportunidades para volar libremente sin preocuparse por el extremo frío o los torrenciales. Sin embargo, el polen y los insectos se multiplicaban y dificultaban el vuelo. Pese a que llevaba sus gafas y auriculares que le protegían de posibles inconvenientes, su boca estaba libre de protección y, aunque la mantenía cerrada durante todo el vuelo, siempre había algún rastro de polen o algún mosquito que conseguía colarse entre sus labios y le causaba nauseas.

El héroe agradeció la brevedad del vuelo nada más planeó en la puerta del hospital central. Se sacudió el abrigo, se bajó los auriculares y subió los visores mientras atravesaba con paso decidido las grandes puertas de cristal.
El hospital central además de ser el principal de todo Tokio, era donde la comisión tenía a gran parte de sus trabajadores. Los mejores especialistas se encontraban en aquel lugar y por tanto, su mejor opción.

Rápidamente atravesó la recepción y se adentró en uno de los largos y blancos pasillos mientras el olor a desinfectante y muerte le invadía. Odiaba los hospitales. Sus paredes de un blanco hueso, las luces led que muchas veces dejaban de funcionar en momentos determinantes y que aumentaban considerablemente el efecto de impersonalidad y los uniformes verde vómito que contrastaban brutalmente con el blanco de sus batas.

El héroe intentó no pensar en los enfermos que en aquel momento estaban tomando su última bocanada de aire y siguió caminando, intentando mantener un ritmo adecuado.
Isao se encontraba en el laboratorio de análisis clínicos del hospital y para llegar allí tenía que atravesar gran cantidad de puertas cortafuegos. Era un largo pasillo silencioso, apenas transitado por los enfermos. Solo veía a enfermeras con sus uniformes cargadas con gran variedad de utensilios.

Hawks les dedicó una rápida y amable sonrisa al pasar en dirección contraria y se disculpó cuando algunas intentaron pararle para pedirle autógrafos o fotos. Debido a que era el número dos y el héroe más joven en ascender hasta un puesto tan alto, sabía que era normal la gran atención que conseguía, sin embargo, en aquellos momentos lo único que deseaba era llegar al laboratorio, entregarle el pequeño bote a Isao y alejarse de aquel lugar. Con cada bocanada de aire que respiraba sus nauseas aumentaban y sabía que, si tenía que pasar mucho rato más dentro de aquel hospital, acabaría teniendo un ataque de pánico.

Apresuró el paso y finalmente atravesó la última puerta cortafuegos hasta el gran pasillo donde sabía que encontraba su destino. Inconscientemente se llevó la mano al bolsillo del abrigo para asegurarse de que el bote seguía en su lugar, sellado y, cuando cruzó finalmente la esquina que daba al laboratorio se encontró con un doctor tapándole la entrada. Hawks, como siempre que hacía que se cruzada con gente, instaló una amplia sonrisa en su cara y le saludó.

- ¡Hawks! ¿Qué hace aquí el gran número dos? ¿Está herido? - preguntó mirándole por encima de las gafas redondas con una gran sonrisa. Una sonrisa donde sus ojos se achicaban asemejándose a los de un felino y sus finos labios al estirarse hacían una réplica exacta de la sonrisa del gato de Cheshire.

Hawks pensó en el señor que Touya tantas veces llamaba como "el señor con cara de gato". Aquellos ojos parecían estar inspeccionándole detrás de esas pequeñas arrugas. Hawks sabía discernir una sonrisa falsa de una que no era y, aquella sonrisa era amenazante.
Sabía que había un intermediario dentro de la liga de villanos y que lo llamaban el doctor pero ¿Podía ser aquel señor? Sabía que trabajar en el hospital central de Tokio llevaba muchos años de sacrificio y varias inspecciones por parte del gobierno, destinadas a averiguar cómo progresaban los experimentos de la comisión. Tener un topo dentro de aquel lugar solo podía significar graves problemas.
Tenía que estar seguro de que era el hombre del que Touya le había hablado tantas veces por lo que, suavemente, despegó una de sus plumas y la escondió en el bolsillo trasero de su pantalón. Si las vibraciones que notaba con la pluma eran iguales a las que había sentido aquel día a escondidas, significaba que estaba ante el señor con cara de gato.

Hawks le sonrió ampliamente como hacía con todos sus fans y negó con la cabeza.

- No, no, estoy aquí para visitar a un amigo - mintió. El doctor le observó detenidamente y asintió sin borrar la espeluznante sonrisa.
- Bueno, entonces no te entretengo. Yo también tengo cosas que hacer - respondió después de unos segundos.
Hawks asintió con la cabeza y, mientras el doctor pasaba de largo, su cabeza se llenaba de millones de preguntas. ¿Cómo había llegado a una posición tan alta? En la pequeña ficha grapada a su bata ponía "director general" ¿Aquel señor estaba cerca de los niños? ¿Habría atrapado a alguno y convertido en nomu? ¿Había experimentado con los pacientes? ¿Hacía cuanto que la comisión no hacía seguimientos de los altos mandos?

Con cada pregunta que pasaba por su mente, su corazón y respiración se iban acelerando más. El pensar en las miles de las situaciones que podían haber pasado solo por no haber hecho los seguimientos trimestrales le ponía los pelos de punta.
Definitivamente no iba a dejar allí el bote de Touya. Tendría que buscar algún otro laboratorio y personal cualificado que pudiera ayudarle. Luego, ya avisaría a la comisión, si es que realmente no lo sabían.

Con esos pensamientos, salió velozmente del hospital central y alzó el vuelo de vuelta a su apartamento. Ya era bien entrada la tarde, no había comido nada en todo el día y necesitaba hacer unas cuantas llamadas.

La vuelta a casa fue rápida. Dio gracias a que se sabía de memoria el trayecto más rápido pues, había dejado su cuerpo en modo automático mientras su mente vagaba por las distintas posibilidades y, hasta que no chocó contra el sofá del salón, no se descubrió que ya había llegado a casa y alguien le estaba observando.

- Tienes cara de haber visto un fantasma - comentó el pelinegro. Estaba sentado en el sofá contrario, mirando hacia el ventanal por el que acababa de entrar hace unos segundos. Seguía llevando la ropa que le había prestado para dormir; una camiseta ancha de un grupo de rock que, pese a que a él le quedaba grande, a Touya le quedaba estrecha y corta, y unos pantalones chandal grises que le quedaban cortos de pierna y parecían transformarse en unos pitillos.
Hawks se había olvidado por unos minutos de que había alguien esperándole en casa y, el ver al alto sentado, casi tirado en su sofá, hizo que un pequeño cosquilleo de emoción le recorriera de la cabeza a los pies.

- Hey, ahora estás empanado - añadió chasqueando los dedos en frente de su cara. Hawks pestañeó y notó como un rubor empezaba a subirle por la cara.
Una parte de su mente gritó de alegría ante las vistas y la sorpresa de que hubiera alguien esperándole mientras que la otra le seguía reprimiendo por sentir emoción alguna.
Rápidamente, intentó ahogar a la segunda voz y, finalmente, contestó.

- Me he encontrado con el señor con cara de gato. Su nombre es Garaki -

Nada más soltar esas palabras, la cara de Touya fue la que empezó a palidecer hasta que dio la impresión de que era él quien se había convertido en un fantasma.
Hawks entonces le contó lo que había pasado en el hospital y, sin pensárselo dos veces, también le confesó el plan que había elaborado mientras venía de camino.
Touya le preguntó todas las dudas que le surgían y, juntos plantearon las diferentes posibilidades.

- ¿Y si también se han infiltrado allí? - preguntó finalmente. Estaban sentados en el sofá, Hawks se había cambiado de ropa y ahora llevaba un pijama viejo que todavía utilizaba para dormir porque se negaba a tirarlo.
- Es una posibilidad pero, al contrario que en el hospital, allí la comisión no es quien dirige las inspecciones sino el propio director y, si algo sé de Nezu es que es concienzudo a la hora de buscar personal.
- Espero que sea así, no sé que pensaría si resulta ser como en el hospital...- comentó mientras cogía el mando de la televisión que llevaba encendida todo el día y le daba a la búsqueda. Empezó a escribir el título de una película que siempre había tenido ganas de ver y, mientras esperaba a que buscara los resultados, volvió a hablar - Entonces...¿Estás seguro de que no se ha enterado de que eres un espía? -
Hawks le miró directamente a los ojos y soltó un suspiro
- Espero que no, aunque hay probabilidades de que empiece a conectar pronto los puntos. Por eso tenemos que movernos más rápido - contestó rogando porque todavía tuvieran un par de días. Al día siguiente había planeado llamar a Endevour o volver a ir a su agencia con intención de hablar finalmente cara a cara sobre los planes y la movilidad de los héroes. Si se daban cuenta de la realidad antes de lo previsto, el tiempo se reduciría a cero y tendrían que actuar sobre la marcha. Odiaba esa posibilidad.

Se levantó del sofá mientras sacaba el móvil del bolsillo y marcó un contacto al que solo había llamado una vez en su vida. Al segundo tono una voz llegó a través del auricular.

- ¡La comida ya está aquí! - llamó Touya escondiéndose en el pasillo que daba a las habitaciones mientras Hawks abría la puerta al repartidor. Habían pedido pizza para celebrar que habían resuelto un pequeño problema y que, todavía, seguían vivos.

Gentilmente, el rubio cogió las dos cajas, le dio una generosa propina al repartidor y, con una sonrisa se despidió, cerrando la puerta detrás de sí. Touya salió nada más escuchar la puerta cerrarse y cogió ambas cajas para ponerlas sobre la mesa donde ya se encontraban dos vasos de refresco.

Touya había elegido una de las mil películas que tenía en mente y el salón rápidamente se llenó de los suaves tonos del comienzo. Todo el apartamento olía a pizza carbonara y Hawks juraría que también sabría a ella.
Sin haberlo pensado e intentando callar a la voz que le reprochaba, dejó que Touya se acurrucara contra él mientras su brazo colgaba por el hombro del contrario.
"Si alguien te viera así" le susurró aquella molesta voz. De nuevo, intentó ahogarla metiéndose otro trozo de pizza en la boca y prestando gran atención a la película. Aquel género no era uno de sus favoritos aunque tampoco era que tuviera uno que le gustara en particular. Nunca tenía tiempo para ver películas o series ya que cuando llegaba a casa se encontraba tan agotado que, a veces, no llegaba a dormir a la cama.
Aquella sensación no estaba mal. "Ver una peli mientras comes pizza abrazado a alguien es una buena sensación" pensó.

Lentamente, su mirada se fue deslizando de la pantalla a su compañero, quien miraba absorto cómo la rubia protagonista vestida como una barbie se metía confiadamente en un tribunal.

Un sonido le sacó de aquel ambiente como un jarro de agua fría. Miró a Touya con una mueca de disculpa plasmada en su cara y se levantó del sillón con el móvil ya en la mano. Se alejó unos metros de donde estaba su compañero y observó el número. Era un número privado. "Podía ser Endevour o cualquier otro héroe" pensó. Sin embargo, sabía que el héroe número uno tenía su número de teléfono y lo tenía guardado entre sus contactos por lo que, llamar de esa manera era algo extraño.
El móvil siguió sonando y disturbando el lugar. Hawks quería saber quién era el que estaba al otro lado, estar preparado. Sin embargo, sabía que no lo conseguiría descubrir en base a sus especulaciones. Solo había una manera de descubrirlo.

- Hola, ¿Quién llama? - preguntó con voz firme. Con pasos rápidos, fue hasta la alta mesa de la entrada y encendió su ordenador. ¿Le daría tiempo a rastrear la llamada?
- Hola, héroe número dos, Hawks - contestó una voz al otro lado del auricular. Hawks se congeló por unos segundos al descubrir quién era quién lo llamaba. Kudai Garaki.
- Doctor ¿A qué le debo esta sorpresa? - respondió después de unos segundos. Ya estaba rastreando la llamada. Sin embargo, el proceso era lento y sabía que tendría que alargar todo lo posible la conversación. Algo que consideraba prácticamente imposible.

Escuchó un suspiro al otro lado y entonces, el doctor volvió a hablar:

- Solo quería que avisaras a alguien de mi parte...ya sabes...al que está ahora mismo en tu casa -
Sus dedos se congelaron por completo encima del teclado mientras gran cantidad de pensamientos pasaban a toda velocidad por su cabeza. ¿Cómo sabía donde estaba Touya?
Supo que el pelinegro estaba mirándolo desde donde lo había dejado, esperando una respuesta a su pregunta silenciosa. Hawks le devolvió la mirada y, nada más sus ojos se encontraron, Touya supo lo que estaba pasando.
- ¿De qué estás hablando? - preguntó entonces. El rastreo estaba a un 30%. Necesitaba más tiempo.
- Sabes perfectamente a qué me refiero. Dabi está ahí contigo ¿Verdad? Os habéis hecho muy amigos, diría yo. O bueno, más bien amantes ¿Me equivoco?
- Es cierto que Dabi y yo nos llevamos relativamente bien pero ¿Amigos? Ese es un término que yo no me atrevería a decir -
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- Me da igual cómo os defináis. Solo quiero que le comuniques, de mi parte, que tengo mil ojos encima de él y que sé perfectamente lo que ha hecho. Dile que es un desagradecido por traicionar a aquellos que le dieron de comer y, por último, despidete por mi. La próxima vez que le vea será cuando esté moribundo y vuelva a pedir ayuda. - contestó. Entonces, sin dejarle tiempo a contestar, colgó la llamada.
- Sabía que le estaba rastrando - dijo en voz alta a nadie en particular. Touya le seguía observando desde el otro lado. Había puesto en pausa la película y la pizza ya había perdido el olor por completo
- ¿Sabe que yo...? - se atrevió a preguntar el pelinegro. Hawks solo asintió. - Tenemos que adelantar el plan antes de que ellos cambien de estrategia si es que no la han cambiado ya. Estamos en serios problemas -  

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