La medicina

78 12 8
                                    


La noche ya había caído y con ella una bajada de temperatura. Los pájaros ya cantaban su última melodía antes de irse a dormir cuando Hawks volvió a hacer relevo de plumas. Debido al frío que empezaba a hacer, pese a que las tenía en constante movimiento buscando alguna notificación de lo que pasaba dentro del edificio, no podía evitar que empezaran a coger frío. Por ello, de vez en cuando hacía un relevo para así calentarlas con su calor corporal.
A veces odiaba que sus alas fueran tan sensibles. Pese a que servían de gran ayuda en su trabajo, muchas veces las consideraba un estorbo ya que un solo golpe, un solo rasguño en estas le podía perjudicar a corto plazo. Por ello, le hubiera gustado que su abrigo tuviera algún tipo de mecanismo para calentar o enfriar sus alas en horas de calor. Sin embargo, los diseñadores de la comisión no le hicieron caso cuando se probó por primera vez el abrigo. "No queremos que nada obstruya el uso de las alas" comentaron sin siquiera dignarse a escucharle. Él, pese a que entendía su razonamiento, llevaba pidiendo ese ligero cambio varios meses, no obstante, nunca le escucharon y ahora sus plumas se estaban congelando con cada grado que bajaba.

Ya llevaba allí subido una hora y todavía no había sucedido nada que fuera de gran importancia. Ocasionalmente escuchaba resquicios y trozos de conversaciones irrelevantes y mentiría si dijera que no se había sentido tentado a prestar atención a aquellas conversaciones tan triviales, algo que él pocas veces había sostenido y que echaba de menos sin haberlas vivido. A ratos, cerraba los ojos y prestaba atención a los diálogos, simulando que no estaba en una misión, sino en un banco de un parque al anochecer. Esa sensación, sin embargo, duraba poco antes de que un pensamiento cruzara su mente regañándolo por no estar concentrado en lo importante.

No fue hasta que notó una fuerte vibración que se puso de nuevo alerta. "Debe de haber sucedido algo" pensó mientras recorría el perímetro con sus plumas en busca de un orificio por el que introducirlas y buscar así el origen del estruendo.
Aquella vibración solo podía haber sido originada por un golpe de algo excesivamente pesado por lo que se debería haber notado en todo el edificio, pensó.

Su cuerpo estaba ya en tensión, tenía los músculos de las piernas un tanto doloridos debido a la postura en la que había estado durante tanto tiempo por lo que, aquel breve estiramiento y cambio de posición a una de ataque permitió que su cuerpo llorara de alivio.

Hawks escuchó atentamente. Los pájaros parecían haber terminado su sonata, temerosos por la inesperada situación. Algunos parecían estar esperando a que sucediera algo por como observaban alarmados el edificio.
Entonces, al ver que nada ni nadie parecía hacer nada, los más valientes volvieron a cantar y a llenar el aire con aquella bien conocida melodía.

El héroe sin embargo, siguió esperando. Sus plumas le indicaban que alguien se estaba acercando a la puerta y sabía que aquella podía ser su única oportunidad para introducir algunas de sus plumas y averiguar qué era lo que estaba sucediendo dentro del inmueble.
Al cabo de unos minutos, tal y como se esperaba, varios villanos salieron del bloque susurrando sugerencias e hipótesis de lo que podía estar sucediendo en las plantas más bajas. Eran tres villanos de tercera observó Hawks. Uno fue capturado varias veces con intento de asesinato, otro era un ladrón de bancos conocido entre los héroes por ser inútil al borrar sus huellas y autodelatarse. El tercero era un pederasta que se hacía llamar "Salvador" y que, pese a tener pruebas en contra, habían reducido sus años en prisión y ahora se encontraba libre.
Estos, sin inmutarse de que alguien los vigilaba, caminaron en dirección opuesta al edificio, permitiendo que Hawks introdujera una pluma dentro y empezara la búsqueda de Dabi.
                                                                                   

                                                                                       * * *
- ¿Vas a contestar o todavía estas eligiendo la mentira que nos vas a decir? - interpeló el doctor.
Ambos villanos se encontraban mirándole fijamente. Observando cada movimiento y cada respiración. Sin embargo, mientras Shigaraki se mostraba impasible ante la situación, el doctor estaba vigilante.

Touya sabía que tenía que decir algo, tenía que hablar o hacer algo que relajara el ambiente pero, su corazón latía con tanta fuerza que temía que se fuera a desmayar de la emoción. No tenía miedo a Shigaraki sino al más bajito. A aquel señor con cara de gato que le había quitado su identidad, le había manipulado y le había robado de su familia.
Su mente volvía a ser la de un niño de nueve años.

El ambiente se volvió más pesado, más frío y su cuerpo empezó a temblar.

- No tenemos todo el día Dabi...- habló entonces el líder. Todavía tenía en la mano la matraz con el suero. Touya le miró intentando descubrir sus pensamientos y, cuando sus ojos se dirigieron ligeramente al objeto, Shigaraki sonrió felinamente y lo movió ante sus ojos con gesto burlón - ¿Buscabas esto? -
Touya vio como el líquido se movía dentro de la matraz en forma de pequeñas olas que chocaban contra el cristal.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo.

Entonces, pensó en hablar, en decir algunas palabras para poder librarse. Sin embargo, cuando quiso abrir la boca para pronunciar la primera palabra, ya era demasiado tarde, pues una gigantesca masa negra hundió las escaleras y provocó que estas se derrumbaran y cayeran destrozadas contra el suelo, creando una fuerte honda de vibraciones. Todo el laboratorio tembló.
El doctor se acercó a sus diabólicas máquinas que se extendían sobre una de las mesas e intentó que ninguna se cayera ni se destrozada mientras el líder de la liga seguía impasible. Ni siquiera intentó proteger la matraz.

En segundos, Touya se encontró tirado en el suelo, entre los escombros de lo que eran unas largas escaleras, sujetado por dos fuertes manos unidas mediante dos brazos musculosos a un grotesco nomu.
Rápido, intentó liberarse de sus zarpas con la poca energía que le quedaba sin embargo, con un fuerte apretón, cayó inconsciente.

Control mentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora