Control mental

nueva misión: encontrar a Deku

Antes de que empezaran a subir las escaleras, la puerta se abrió y aparecieron dos caras desconocidas. Ambos, les reconocieron en pocos segundos y comunicaron en un grito a sus compañeros su descubrimiento. Hawks miró rápidamente a Touya y este comprendió enseguida lo que aquellos ojos le estaban indicando. Asintió con la cabeza en respuesta, mientras veía por el rabillo del ojo cómo los villanos se debatían si debían irlos a buscar o si debían esperar a que su presa se acercara a ellos. Por las voces, Hawks dedujo que se enfrentaban a cuatro villanos. Pese a que no conocía los nombres de los que se habían asomado, sus caras les resultaban familiares. Estaba seguro de que los había visto en alguno de los largos informes sobre los nuevos aliados de la liga de los villanos. Sin embargo, no se acordaba de su quirk y tampoco de sus debilidades.

Hawks rodó los hombros en un intento de relajarse mientras intentaba acordarse de quienes eran las personas a las que se enfrentaban. Mientras tanto, Touya cogió un trozo de metal y cogió aire. Hawks realmente no quería ver cómo Touya se tenía que destrozar todavía más la piel, por lo que centró su mirada en la puerta y se concentró en aquellas páginas que había leído hacía tanto tiempo.

Enseguida, un humo negro empezó a salir del metal ante el contacto con las llamas azules y Hawks comenzó a toser. Solo miró a Touya una vez para indicarle que empezara a subir. Si su plan salía bien, aunque los villanos les estuvieran esperando, la pantalla de humo que ya iba cogiendo forma les ayudaría a vencer fácilmente. Solo esperaba no haber dejado nada sin atar. El seguir sin reconocer la identidad de los villanos le estaba consumiendo por dentro. Hawks cogió aire antes de que se transformara en aquel negro humo por completo y siguió por las escaleras a un Touya perfectamente concentrado en su tarea. Su frente ya estaba perlada de gotas de sudor y sus manos estaban en carne viva, pero siguió. Hawks por un momento pensó que se había acostumbrado a aquel dolor tan afilado.

Cuando estuvieron a dos metros de los villanos, la pantalla de humo era lo suficiente densa para que ninguna de las partes viera nada. Todos estaban tosiendo, intentando expulsar aquella nube negra que se abría paso a través de sus pulmones y, pese a que estaban atentos a si los escuchaban acercarse, no vieron venir las plumas de Hawks. Cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde y el héroe ya había lanzado por los aires a dos de los villanos, los cuales cayeron por el enorme hueco de la escalera, con un gran estruendo.

- No pares de crear humo - ordenó Hawks en un grito a un Touya que ya estaba cogiendo otro trozo de metal para quemar. Su cara había perdido todo el color.

Los villanos restantes intentaron atacar en la oscuridad; uno sacó un instrumento afilado con el que consiguió dar a varias de las plumas de Hawks, las cuales habían decidido que él sería el siguiente villano que caería por la borda. El héroe no se inmutó y envió más plumas con la intención de acabar cuanto antes. No quería que Touya estuviera tanto tiempo produciendo aquellas llamas tan dolorosas. No se había vuelto a girar para ver cómo estaba, pero sabía lo que se encontraría.

Un grito llegó a sus oídos y supo que había lanzado a un tercer villano por la barandilla. Hawks miró atrás una vez y vislumbró como al pelinegro la piel en carne viva se le estaba volviendo de un color negruzco. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que no podía evitar liberar.

Touya conectó su mirada con la del héroe e intentó plasmar una sonrisa tranquilizadora, sin embargo, esta no llegó a formarse, pues una punzada de dolor le recorrió y por un instante dejó de hacer aquel muro negro, Cayendo al suelo con un golpe seco.

Hawks gritó su nombre y corrió hacia él, ignorando a los villanos que, todavía conscientes pese a la caída, recuperaban fuerzas para contraatacar.

- Touya...hey... ¿Me escuchas? - preguntó cogiendo la cabeza del pelinegro y poniéndola encima de sus rodillas, una vez se sentó a su lado. Su corazón latía a toda velocidad y sus manos temblaban de temor.