Rebelión

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Las semanas pasaron y con ello los días de entrenamiento. Touya se iba haciendo cada vez más fuerte y poco a poco fue destacando como el mejor de su clase. Todo para él iba sobre ruedas. Estaba consiguiendo lo que más quería, ser el mejor y ser reconocido. 

Su padre estaba orgulloso de él y cada vez que tenía oportunidad hablaba de su hijo mayor y de su gran talento. Touya se había convertido en el favorito de Endevour y eso ocasionó envidias y discusiones entre el mayor y sus hermanos. Natsuo era el más afectado ya que siempre se esforzaba en sacar las mejores notas por compensar la debilidad de su quirk. Tanto él como su hermana, Fuyumi habían heredado el quirk de su madre, mientras que Touya era el único con quirk de fuego como su padre. Debido a esta diferencia, desde que nació Touya fue el favorito de Enji, sin embargo, desde que estaba apuntado a las clases avanzadas, ese favoritismo fue incrementando hasta que su padre finalmente acabó por ignorar a sus dos hijos menores. Solo tenía ojos para el mayor. 

No obstante, este incremento de favoritismo hizo que también incrementaran las expectativas puestas en él. Al principio Touya era capaz de satisfacerlas pero, con cada clase, por muy fuerte que creía haberse vuelto, se daba cuenta de que no era suficiente. Las expectativas iban subiendo y él se encontraba estancado. Como si estuviera en arenas movedizas, él intentaba salir, luchando contra esa masa que le aprisionaba y no le dejaba subir. Debido a estas grandes expectativas y lo dificultosas que se estaban volviendo las clases, Touya empezó a practicar con su padre. 

Su padre era estricto. Más que el entrenador de sus amadas clases. Juntos pasaban horas en la sala de entrenamiento repasando ejercicios y nuevos movimientos hasta que llegaba la hora de la cena, entonces dejaban las cosas tal y como estaban, hacían la parada para descansar y cenar y, al terminar, volvían a entrenar. Sin embargo, Touya no conseguía avanzar, su quirk se desbordaba por momentos y era incapaz de controlarlo. Lo que al principio eran pequeñas ráfagas de fuego ahora se había convertido en grandes y vivas llamas que hacían que su piel ardía y que, debido al dolor, no pudiera concentrarse en su control. 

Así pasaron las semanas y los meses hasta que nuestro protagonista cumplió 6 años. Desde que empezó aquellas clases avanzadas había crecido, su pelo estaba más largo y algunos mechones blancos se asomaban por entre los rojos. Sus ojos estaban cansados y sin el brillo que tanto le caracterizó al empezar y su cuerpo se había estirado y estaba más delgado. Ahora lo que le caracterizaba eran las grandes vendas que se encontraban en sus brazos tapando las quemaduras. Ya no era el niño feliz y deseoso de conseguir ser un héroe, se había convertido en un niño con una obsesión. Tenía que ser el mejor. Tenía que conseguirlo para que su padre volviera a sentirse orgulloso de él. 

Las clases avanzadas fueron disminuyendo de alumnos, dejando de ser 4 y pasando a ser dos. Mai y Touya. Estos tenían tal obsesión con ser los mejores que ya no les importaba la dureza de las clases, solo querían sobrepasarse el uno al otro. 

Esta indiferencia sin embargo no duró mucho por parte de nuestro protagonista. Este cada día se iba desgastando más y más hasta que dejó de sentir la poca ilusión que sentía hacia las clases. Tanto en estas como en su casa lo único que recibía eran gritos y quejas sobre su poco avance provocando que poco a poco su ira y frustración fuera aumentando. Un día explotó.

"LO ESTÁS HACIENDO DEMASIADO LENTO. TE LO HE REPETIDO MUCHAS VECES. ¿QUÉ ERES, INUTIL?" Le reprimía un sensei ya fuera de si. A esto Touya se levantó del parqué mojado con su sudor y caminó hasta la salida una vez recogió su mochila del suelo. "A DONDE TE CREES QUE VAS NIÑATO, SI QUIERES MEJORAR HAZ LO QUE TE DIGO" gritaba todavía el mayor mientras Touya abría la puerta y salía por esta, no sin antes darse la vuelta y mirarle a los ojos con una sonrisa burlona mientras le enseñaba el dedo.

Ya no le importaba nada, solo quería llegar a su casa y descansar. Su deseo de ser un héroe había disminuido tanto que estaba a las puertas de desaparecer. No obstante, le gustaba ser el favorito de su padre. Le gustaba que le adularan y que su padre presumiera de él. Por ello, decidió crear una pequeña mentira para que su padre le desapuntara de las clases y pudiera practicar solo con él, rezando porque no le hubiera llegado la noticia ya de su abandono. 

Control mentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora