Capítulo 8

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-Renán, ve hacia el otro lado, vamos apúrate.

Grito el anciano fuera del corral, pero sus indicaciones poco o nada le podían servir al muchacho de rizos azabaches que estaba tratando de atrapar a un pequeño cordero. Aunque faltaba poco para que el sol descendiera, el calor no le daba tregua.

Recién llevaba dos semanas completas allí y todos los días aprendía algo nuevo. Jacinto se quedaba patidifuso ante la total ignorancia del muchacho. A su parecer, por más desmemoriado que estuviese, no podía ser tan inútil con las labores básicas de una casa. Podía no dedicarse a la cría de animales como él, pero pasar la escoba, cocinar o encender un simple celular, era demasiada ignorancia. A la lista tendría que agregarle no saber atrapar a un cordero.

-Mejor déjalo, podemos vacunarlo otro día -suspiró el anciano al ver que Renan se tropezó con sus propios pies luego de que el cordero lo esquivara nuevamente.

El joven se levantó con la frente perlada de sudor, el calor del día sumado a la pequeña persecución le estaba pasando factura. Se sentía mal por no ser de ayuda a Jacinto, pero el sol no era su mejor aliado.

-Renán, hoy no vas a tener suerte con tus clases con Vera -le dijo cuando llegó a su lado -. Pero debes seguir practicando lo que te dijo Pía la última vez.

-Sí señor -contestó con voz grave y rasposa, la falta de hidratación se le notaba en el timbre de voz.

Jacinto aún trataba de acostumbrarse a sus escasas respuestas, a veces también se sorprendía al llamarlo por su nombre, el cual conoció durante la primera cena que compartieron.

-Ve a ducharte, y después te pones con tus tareas.

El joven asintió y se fue derecho a su habitación. Jacinto sonrió, por más que le resultara frustrante a veces, se alegraba de tenerlo en la casa. Le recordaba a Iván en ciertos aspectos.

Esas semanas Jacinto había recibido muchas visitas en su casa. Las investigaciones sobre el muchacho no se detuvieron cuando salió del hospital. Al contrario, Vera fue quien descubrió que el joven usaba expresiones semejantes a una cultura nómade que se encontraba por Marruecos. Resulta que luego de revisar las grabaciones del hospital, Vera pudo escuchar que el joven le había gritado algo al personal de seguridad cuando lo retuvieron. Para cualquier persona, el joven podría haber estado delirando y gritando incoherencias, pero ella que tenía contactos y buen oído detectó que se trataba de otra lengua. Esa investigación la había llevado a una cultura de la que poco se sabía, y poco se tenía registro.

Desafortunadamente, descubrir aquello no hizo la diferencia. Sólo sirvió para hacer hipótesis sobre la etnia del joven. En cuanto a la comunicación, ese aspecto tendría que ser trabajado prácticamente de cero. Por lo que Vera y Pía tenían clases con el joven casi todos los días. Esa última semana, Vera no había podido ir, por lo que Pía se estaba haciendo cargo de ello.

Las clases con ella siempre se llevaban a cabo durante las noches, después de la cena de las 10pm. Jacinto le había dicho que debían cambiar el horario, pero Pía no podía en otro momento. Siempre decía tener algo que hacer en las mañanas y en las tardes, lo que en parte era cierto. Ella a veces debía ir a la ciudad a ver a sus médicos. Otras, decía que se ponía a preparar materias, pues aún debía terminar la carrera que había abandonado después de la muerte de su hermana. Y a veces, pero en menor medida, decía que la llamaban los colegios en los que había estado trabajando antes del suceso de su hermana. En las tardes, ni Renan ni Jacinto estaban del todo seguros sobre lo que hacía la chica de cabello caoba. Aunque Jacinto tenía una ligera sospecha.

[...]

Jacinto se encontraba preparando la cena mientras Renan estaba concentrado dibujando sobre la mesa de la cocina.

La elección de Renan #ONC2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora