Capítulo 7

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La escaza población y la ausencia de edificios en los alrededores parecían agradar la vista del desconocido. Esa misma tarde les permitieron salir del hospital, la herida cerca del hombro estaba sanando de acuerdo a lo esperado.

- ¿Te acuerdas del hombre que te encontró herido? Es a su casa a donde te llevo. -rompió el silencio Pía mientras seguía conduciendo por el pueblo.

El joven volteó la cabeza hacia ella pero más allá de la expresión de siempre no dijo nada.

-Se llama Jacinto, él se ofreció a cuidarte en lo que hacemos las averiguaciones sobre tu familia. Es seguro que alguien debe estar buscándote. -al decir aquello el joven dirigió la mirada de vuelta a la ventana de forma rápida.

Para Pía ese gesto fue una sorpresa, podría tratarse de otra cosa, pero juraría que esa era la primera vez que reaccionaba ante sus palabras. No se lo hizo notar, no le preguntó. Sino que volvió a rememorar las palabras de Vera una vez que salió de la habitación del joven.

-No creo que no sepa nuestro idioma, tengo que intentar otra cosa.

- ¿A qué te refieres?

-Estuve haciéndole un par de pruebas, pero necesito mi equipo y definitivamente más tiempo. Ahora mismo estoy igual de intrigada que ustedes.

- ¡¿Acaso todo este tiempo me ha visto la cara?!

-Para, no es eso lo que dije. Pía, sé que sientes que has estado perdiendo el tiempo pero recuerda que ha pasado por algo que lo está condicionando. Estoy segura de que está siendo precavido.

- ¿Precavido? Solo lo hemos estado ayudando.

-Quizás retenerlo en contra de su voluntad, aplicarle inyecciones y someterse a la mirada de desconocidos luego de un ataque no sea la mejor forma de inspirar confianza.

Aún se acordaba de los consejos de Vera, pero por lo pronto lo iba a tener vigilado. A sus ojos ya no era tan inocente como le había parecido antes de la visita de su amiga.

El sonido de un nuevo mensaje la sacó de sus pensamientos, echo una rápida mirada y vio que se trataba de Jacinto. Igual que con Vera decidió no responderle porque estaban cerca de su casa.

[...]

-Bienvenido muchacho, ya tengo preparado el cuarto donde vas a dormir. -fue lo primero que dijo Jacinto en cuanto lo vio bajar del auto.

Pía había tenido que ayudarlo a salir, pues la puerta del lado del acompañante tenía un desperfecto que solo la dueña y Jacinto conocían.

El viejo observó desde su silla como el joven dirigía su mirada hacia las montañas, para luego posarla en el perro ovejero que se encontraba arreando al rebaño.

-Hola viejito, ¿qué te ha pasado hoy? -lo saludó Pía haciendo que le prestara atención a ella.

-Mi pierna no está del todo buena, así que no fui a trabajar. Además debía esperarlos.

La chica asintió a medida que iba hacia él cargada con bolsas de supermercado. Jacinto se apresuró y le abrió la puerta de su casa.

- ¿Cómo está? -dijo Jacinto en voz baja una vez que Pía entró a la casa

-Igual que siempre, no dice nada, pero no ha tenido más conductas violentas si eso es lo que te preocupa.

-Para nada, ya sabes que puedo manejarlo. -dijo él muy seguro de sí mismo

-Héctor no se quedó conforme con mi decisión.

-Era de esperarse, supongo que lo resolviste como sueles hacerlo-dijo el viejo

La elección de Renan #ONC2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora