La señora Cole siempre decía que yo estaba loco, que estaba
enfermo de la mente.
-Acaso está mal en ser alguien extraordinario? -le pregunté a
mí reflejo.
«No todos pueden ver nuestra grandeza».
...
Mí ambición junto con mí astucia y determinación m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Es curioso que algunos se presten para hacer cualquier cosa, pero cuando tiene que asumir las consecuencias de sus actos, se siente amedrentados. Con la mirada cabizbaja y las manos temblando estaba parado ante mi Abraxa Malfoy, con un aire de frustración por haber fracasado en una simple tarea, empero ya con la mente maquinado vanas excusas, que ingenuo, apenas lo miro, ya sé todo lo que dirá.
—Malfoy —tarareó su nombre y me acerco más a él—, ¿qué es lo que te cuesta decirme —pregunté suavemente—. Mírame.
¿Cómo decirle que he fracasado en mi primera misión?, no puedo decirle que justamente Dagworth-Granger me descubrió. No puedo, sino nunca podré ocupar el lugar de Lestrange.
Tal como lo imaginé, el desvergonzado rubio trata de mentirme a mí, pero yo siempre leo la verdad en los ojos ajenos.
—Riddle yo...
—Así no Malfoy, para ti soy tu señor.
—Perdón señor -dijo entre dientes.
—No te entendí, vuelve a decirlo —le repito.
—Le ruego que me disculpé, mí señor. —Volvió a decir de forma más cuidadosa-. Yo... he venido a decirle que tuve un pequeño inconveniente con mis tareas.
—...
—Y también le ruego que me dé más tiempo.
—...
—¡Por favor mí señor, dígame algo!
Levanto mí varita y apunto a su sien, ejerciendo presión hasta que su piel sea ensangrentada.
Malfoy se quejó por un simple dolor punzante.
—M-Mí s-señor, duele...
—A mí me duele más que creas que soy idiota, ¿creés que no lo sé? Das vergüenza, lloras por una simple caricia. —Mi rostro expresó profunda ira y la decepción de forma sincronizada.
Malfoy se consternó por unos segundos, pero después pareció por fin entender lo que pasa.
—¿E-Eres legeremante? —Casi que no quiso creer en sus propias palabras.
—Yo veo la verdad en los ojos de las mentes débiles -le sonreí petulante—. ¿Acaso me estás subestimando, Malfoy? No, malísima elección.
Al terminar la frase inflingí profundo dolor en su cuerpo, se retorció como un gusano en el piso, yo solo lo miré desde arriba. Abraxas Malfoy era demasiado altanero, y en un principio cometió el horrible pecado de creerse superior a mí, algo que nunca debió hacer, simplemente ahora estaba tomando venganza.
