La señora Cole siempre decía que yo estaba loco, que estaba
enfermo de la mente.
-Acaso está mal en ser alguien extraordinario? -le pregunté a
mí reflejo.
«No todos pueden ver nuestra grandeza».
...
Mí ambición junto con mí astucia y determinación m...
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La atmósfera de Hogwarts era fría, silenciosa de una manera que ninguno de los alumnos están acostumbrados, desde el ataque del basilisco a esos cuatros estudiantes; todo era estrictamente controlado por los profesores. Algunas de las familias sangre puras que tuvieron conocimiento sobre el ataque misterioso, exigieron a que sus hijos vuelvan con ellos hasta que el colegio sea seguro. Olive Hornby fue de las primeras personas que encontró el cuerpo de la chica Warren, horas más tarde el cuerpo de Aura Lovegood y Danne Macnair. Sonreí con absoluto deleite cuando me enteré de que precisamente esas moscas han sido removidos de mi camino. A Danne Macnair la aborrecía por ser una inútil caprichosa, mucho antes de Walburga Black, Danne era la llave que me facilitó llegar a su primo; Joel Macnair un importante aliado. Después de lograr mis intenciones la dejé, al no poder encontrarle ninguna otra utilidad, desde entonces se resintió totalmente conmigo, lo que más me molestaba es que Danne Macnair —sin considerar su vida— le gustaba insinuar sobre mi ¡dudoso linaje sanguíneo! Algo que todos mis seguidores tenían prohibido hasta de pensar. Por otro lado, Aura Lovegood era esa Ravenclaw que Malfoy no pudo callar por su incompetencia, esa Ravenclaw sospecha bastante de los Walpurgis y sus actividades ilícitas, por lo que les ordené deshacerse de esa bruja, cosa que para los Walpurgis parece una tarea imposible.
Las cosas se empezaron a complicar, el ministerio presionaba al director Dippet de que Hogwarts debía de cerrar, con solo escuchar esas palabras me da escalofríos. No, y no, me negaba a creer que Hogwarts cierre sus puertas.
—Tom, muchacho estás muy callado, ¿por qué? —La voz del profesor Slughorn me sobresaltó y casi dejé caer el frasco que tenía en mi mano jugueteando.
—Estoy asimilando toda esta situación... —respondí con una voz tensa.
—¡Lo que sucedió es horrible! Ojalá atrapen al culpable y lo encierren en Azkaban —Un muy exaltado Slughorn revolvió su caldero y añadiéndole más ingredientes a la poción que hervía a fuego lento.
—¿Azkaban? —Pregunté asombrado y con evidente nerviosismo.
—Sí, esa la prisión más segura de todo el mundo mágico —Explicó Slughorn en un tono afectuoso, convencido de que yo desconocía sobre la existencia de la prisión para magos.
—Profesor, ¿es cierto que el colegio va a cerrar? —Dejé de cortarle las cabezas a las mandrágoras para clavar mis ojos en Slughorn—. Escuché que de eso se hablaba por el pasillo, ¿es solo un rumor, verdad?
—Me temo de que pueda suceder si no encuentran al culpable o a la criatura que causó estos ataques.
—Oh, eso es terrible.
—Yo tampoco quiero que eso pase Tom. Pero son decisiones del director y el ministerio —Slughorn se encogió de hombros y volvió a revolver su caldero—. Tom, eres muy amable al ayudarme con esta poción, sobre todo porque es una forma de ayudar a tus compañeras —Slughorn sonrió en un gesto amable y confiado, ese simple gesto me repugnaba.
