XXIV

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Se sentía mal, después del receso, la comida le cayó pesada. El estómago se sentía raro y quería vomitar, seguro la comida de la cafetería tenía algo que le hizo daño.

Izuku le tocó el hombro para preguntarle qué le pasaba, se veía preocupado y eso hizo que su estómago se revolviera peor. Entre el malestar causado por la comida y las mariposas que sentía cada que ese idiota le hablaba, terminó saliendo disparado del salón hacia el baño más cercano.

Entró violentamente, empujando la puerta del sanitario y después la puerta de un cubículo para posteriormente inclinarse hacia el inodoro y expulsar todo el alimento que consumió horas atrás. Ni siquiera se molestó en pedir permiso al profesor para poder salir, ¿Cómo lo haría si ya tenía el vómito prácticamente en la boca?

El ruido de las arcadas era alarmante, cuando intentaba tomar aire era aún peor. No supo cuánto duró ahí inclinado, de su boca ya no salía más que agua y escuchaba un pitido en sus oídos, se espantó cuando escuchó la voz del alfa, que le hacía sentir cosas bastante extrañas, gritándole desde fuera del baño.

-¿¡Katsuki!?¿¡Estás bien!?¿¡Qué pasó!? -se escuchaba a través de la puerta.

-¡Nada! -estaba alarmado, nervioso.

¿Cómo iba a dejar que lo viese así?

Se levantó como pudo, entre mareos y más ganas de vomitar. Caminó torpemente hacia el lavamanos para limpiarse la cara y enjuagarse la boca.

-¡Voy a llamar a la enfermera! -avisó preocupado, a punto de alejarse.

-¡No, estoy bien, idiota! -tosió, su garganta estaba lastimada por el esfuerzo que hizo hace poco y por sus gritos.

-¡Pero! -saltó con sorpresa, la puerta se había abierto de golpe.

Su preocupación aumentó al ver al omega, pálido y notablemente débil. Abrió la boca para tratar de decir algo pero su voz no salió, sólo atinó a extender sus brazos para hacer que el más bajo se apoyara en él.

Sin decirle nada más, lo guió hacia la enfermería.

-¿Qué rayos crees que haces? -habló en voz baja, sus ojos ardían y quería dormir.

-Vamos a la enfermería -respondió, acomodando mejor al cenizo para hacerlo caminar hacia donde se dirigían -Te ves mal, incluso hueles raro.

-¿Eh? -abrió los ojos e intentó alejarse, odiaba oler mal, y si decía eso no pudo evitar ponerse bastante nervioso y preocupado.

-No, espera, quédate quieto -se zafó por un momento, pero logró atraparlo antes de que cayera al suelo -No hueles mal, kacc... -apretó los labios, interrumpiendo el apodo que estuvo a punto de salir -No hueles mal, sólo es raro.

-Déjame -jadeó, sus manos hormiguean y el dolor de cabeza aumentó de golpe -Mierda.

-Ya vamos a llegar -aguantó la respiración.

Olía demasiado amargo, el chocolate ahora parecía ser picante y el caramelo apestaba a quemado. Ahora el olor era insoportable, calaba en la garganta y en los pulmones. Tosió tratando de soportar y consideró cargarlo para llegar más rápido, pero lo descartó, no sabía si al hacerlo podría marearlo incluso más.

El profesor corría hacia ellos bastante preocupado, de pronto los dos salieron disparados del salón sin decir palabra alguna. Ishiyama llegó frente al par de adolescentes, viendo cómo uno de ellos estaba en muy mal estado.

-¿Qué pasó, chicos? -pensaba con rapidez.

-No sé, creo que enfermó -lo acomodó mejor entre sus brazos -Lo estaba llevando a la enfermería.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora