XLI

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Bajaron del metro y caminaron por la misma calle de siempre. Katsuki seguía con sus audífonos puestos y observaba a los dos alfas caminar frente a él. Inhaló con fuerza y aceleró su paso para jalar el saco del peliverde.

—Izuku —lo llamó, este se giró confundido —¿Podemos hablar? —apretó sus labios y miró al bicolor, que parecía no tener intención de alejarse —A solas.

—No.

—¡Shoto! —lo empujó por el hombro, quería reír por su respuesta tan inesperada —Déjanos hablar.

—No se los impido —se cruzó de brazos.

—Ugh —el peliverde rodó los ojos, estiró sus manos hacia los audífonos del cenizo para quitárselos y ponerlos al bicolor.

—¡Hey, no! —chasqueó la lengua y se resignó a que el otro alfa usara sus audífonos, aunque sea por un pequeño momento.

—Qué asco —se quejó, con intención de quitarse esas cosas.

Pero Izuku se lo impidió, la música estaba a un volumen bastante alto, se le dificulta escuchar con claridad. En especial porque era rock pesado o como sea que se llame ese maldito género de música donde los cantantes gritan. Cuando los dos le dejaron de poner atención, llevó una de sus manos hacia los cascos para acomodarlos y así dejar uno de sus oídos al descubierto, así escuchando un poco de lo que hablaban.

—¿Qué pasó? —preguntó algo preocupado.

—Nada en realidad… Fue un día incómodo —suspiró y llevó sus manos al saco del peliverde, sosteniendo las solapas —Hui todo el tiempo, perdón.

—Está bien, es comprensible —rio nervioso, moviendo su pie para canalizar su energía —No te preocupes por eso.

Katsuki asintió despacio, suspiró temblorosamente. Quería llorar, de verdad que quería. No estaba para nada conforme con cómo resultó su relación amorosa apresurada.

Tenía tantos sentimientos atascados y chocando entre sí, que lo único que podía hacer era lamentarse. Se sentía tan patético, incapaz de hacer algo más, aunque sabía que tenía muchas opciones para salir de esa situación. Simplemente, no se atrevía a dar el primer paso.

No tenía idea de lo que le esperaba en el futuro, le aterraba. Lo único que se le venía a la mente, eran imágenes dolorosas de lo que le podía pasar a Izuku, y una vida miserable para él. Probablemente, esté completamente equivocado con ello.

Izuku notó su mirada temblorosa y llena de dudas. Sonrió cálidamente y lo tomó de las manos, con delicadeza. No sabía con exactitud lo que pasaba por la cabeza del cenizo, pero era claro que no eran cosas buenas.

—Tranquilo —intentó calmarlo.

—No sé qué hacer —susurró, estaba temblando.

El pecoso suspiró, entendiendo un poco más su mirada —Puedes hablar con tu papá, tal vez puedan ayudarse —lo tomó por los hombros, dándole un pequeño masaje —Voy a esperarte, ¿Ok? No te estreses de más.

Katsuki parpadeó sorprendido por sus palabras, ¿Estaba tan dispuesto a esperar? Pero, ¿A esperar el qué?

—¿Me vas a esperar? —sus labios temblaron tras pronunciar dicha pregunta.

—Sí, toma el tiempo que necesites para arreglar la situación en tu casa —revolvió su cabello y lo acercó a un abrazo —Haz lo que tengas que hacer para que te sientas bien y tranquilo, sal de esa casa y concéntrate en ti, ¿De acuerdo?

—Mjm —asintió frenéticamente y devolvió el abrazo con fuerza —S-Sí.

—Yo voy a estar aquí si necesitas hablar de algo y tal —se balanceaba de un lado al otro, jugando un poco —Te prometo que no me haré más daño —le susurró para que el bicolor no escuchara. Sabía que el tramposo tenía una oreja destapada para enterarse de todo —Ve a tu casa y limpia el uniforme. No dejes que la estúpida de tu madre se dé cuenta de nada… No quiero que te golpeé de nuevo.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora