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La semana estuvo llena de trabajo pesado, incluso hubo problemas con el jefe y eso antes le habría arruinado el mes. Resulta que algunos compañeros se accidentaron (afortunadamente fue algo que solo resultó en pequeños rasguños y moretones), echando a perder una gran cantidad de material para construir. Estaban subidos en un andamio que poco pudo soportar por el peso. Las tablas cedieron, quebrándose y haciendo caer todo lo que estuviera sobre ella (incluidos los compañeros de trabajo).

Los jefes se molestaron por la pérdida de material. Fueron tan descarados que terminaron por descontarles del sueldo todo lo que se había perdido. Eso, obviamente, hizo enfurecer a todos.

¡Era una completa injusticia! No puede ser que gracias a la poca seguridad y la codicia de los jefes (que todos los días ponen en peligro a sus empleados), los trabajadores terminaron lastimados y aún encima con menos dinero de lo que deberían.

Sin duda, Izuku estaba molesto. No le gustaba la forma en que los trataban. Al menos no fue uno de los accidentados.

Se sentó en la orilla de su cama mientras se secaba el cabello con la toalla. Se había bañado con agua fría para tratar que la ansiedad lo dejara en paz durante un rato.

Miró su teléfono y lo desbloqueó sin saber qué era lo que estaba buscando. De repente, su corazón estalló en latidos llenos de frenesí, mientras que sus labios se curvaban en una sonrisa.

¡Al día siguiente era su día libre!

Entró al chat con el hermoso omega cenizo, y comenzó a teclear un mensaje. Se detuvo, volviendo a borrarlo para redactar mejor. Pero la cosa no mejoraba. Estaba demasiado nervioso y probablemente volvería a apagar el teléfono sin enviar ninguna letra.

Terminó dejando caer el teléfono cuando en el chat apareció un mensaje del oji rubí.

“¿Qué tanto escribes?” Eso decía.

Su rostro ardió en un sonrojo, el aire abandonó sus pulmones y sus manos temblaron mientras tecleaba una rápida e improvisada respuesta.

“¡Lo siento!” Fue vergonzoso, en especial después de recibir un segundo mensaje, pero esta vez solo con emojis de caritas riendo.

“¿Me vas a contestar la pregunta que te hice?” Se revolcó sobre la cama, accionando por accidente el collar y sufriendo una fuerte descarga eléctrica.

Se volvió a sentar después de un largo rato, sollozando por el ardor en su cuello. Si bien, cuando se estresa y le dan sus ataques de ansiedad, parecía no sufrir de dolor, en ese momento no era el caso y realmente le había lastimado.

—Auch —inhaló profundamente y volvió a mirar los mensajes, Katsuki seguía esperando su respuesta.

“Mañana es mi día libre…” se mordió las uñas, observando cómo el omega volvía a estar en línea y comenzaba a escribir.

“¿Sí…?” Su corazón latió desenfrenado, el tramposo quería que le dijera lo que quería.

“Y… bueno…”

“¿Qué quieres que haga con esa información, Deku?” Seguro el cenizo tenía una enorme sonrisa en sus labios, le encantaría apreciarla de cerca.

“Me gustaría ver tu sonrisa.” Lanzó el teléfono y hundió su rostro en las almohadas. Había sido bastante atrevido de su parte y no estaba seguro si podría seguir con la conversación.

Por su parte, Katsuki se encontraba igual de apenado. Pataleando en su cama y riendo nervioso. Apagaba y prendía el teléfono mientras leía una y otra vez su mensaje.

—¡Maldito idiota! —maldijo contra la almohada, tratando de no alterar a su padre, quien se encontraba en la habitación siguiente —Desgraciado, infeliz, me las va a pagar.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora