XI

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Sin saber cuánto tiempo había pasado desde que salieron sin permiso del hotel, pasean tranquilos por los alrededores. El silencio y la leve luz de la luna los acompañaba en ese pequeño espacio entre la desesperación por no llegar a sus casas y, obviamente, el sufrimiento al llegar ahí.

No habían cruzado palabras después de la pequeña discusión donde Izuku terminó con una herida en su cabeza, solo caminaban escuchando y sintiendo cómo la nieve se hundía bajo sus pies y como algunos animales hacían sus sonidos característicos para comunicarse. Eso, hasta que el peliverde agarró con algo de fuerza el antebrazo del cenizo, haciendo que este se molestase.

-¿Qué mierda haces? -cuestionó con un tono irritado.

-Mira -señaló con una sonrisa hacia un lado.

El oji rubí giró su rostro para ver qué es lo que tan emocionado tenía al más alto. Eran un par de conejos que parecían estar alerta, mirándolos con detenimiento. Claro, eran animales mucho más grandes que ellos, con obviamente más fuerza, seguro se sentían amenazados y esperaban el momento perfecto para correr.

-Son muy lindos -susurró.

-Déjalos en paz -advirtió, por supuesto que el alfa quería acercarse para acariciarlos, se le podía ver en los ojos de emoción -Nos tienen miedo.

-Pero…

-Que no -volvió a negar.

Siguió caminando sin darse cuenta de que el pecoso no lo había seguido, cuando no sintió más su presencia detrás de él. Devolvió su atención hacia atrás y vio cómo el pecoso estaba tirado en la nieve, boca abajo y siendo rodeado por los dos conejos.

Suspiró dispuesto a regresar para jalar al alfa lejos de ahí, pero no se movió. Se quedó observando cómo los animalitos dejaban que el peliverde los acariciara al ver que no era una amenaza. Entonces recordó cómo hace unos días vio al oji esmeralda jugar en la nieve con el heterocromático, como si fueran un par de niños.

Le parecía increíble como los alfas podían llegar a ser tan… no sabía cómo decirlo.

Caminó lentamente hacia su ex amigo, quien seguía tirado en el suelo mientras los dos conejitos lo olfateaban y golpeaban con sus naricitas exigiendo atención. Intentó no alterar el ambiente tranquilo que rodeaba a los tres para evitar que las dos bolas de pelos se fueran corriendo, siendo sincero consigo mismo, también quería acariciar sus pelajes.

Izuku al darse cuenta de que sus nuevos amiguitos se ponían de nuevo en alerta, él también buscó con su mirada la posible amenaza que ambos habían detectado, encontrando al cenizo a unos metros, quieto y conteniendo la respiración. Sonrió disimuladamente y pensó en cómo conseguir que se pudiera acercar a ellos. No era experto en el comportamiento de los conejos y tampoco sabía de su lenguaje corporal.

Lo mejor que se le ocurrió fue tratar de distraer a los dos para permitirle al omega que siguiera caminando lentamente hacia ellos. No funcionó muy bien así que lo siguiente que intentó fue agarrarlos con fuerza para que no salieran corriendo.

-No los agarres así idiota -masculló al ver cómo los dos animales trataban de huír.

-No les estoy haciendo daño -hizo un puchero.

-Pero están asustados.

Tal vez imitando el comportamiento de Izuku lograría calmarlos un poco, se fue agachando hasta quedar recostado en la nieve, sintiendo así el frío de esta. Le susurró al alfa que los fuera soltando de a poco para que no saltaran lejos en cuanto se vieran liberados.

Esto seguro duró un par de minutos hasta que los animales volvieron a calmarse, interactuando con tranquilidad con Izuku. Uno de ellos se vio interesado en el cenizo que estaba a un par de metros o menos, se acercó poco a poco hasta empezar a olfatearlo de igual forma. Su pelaje daba cosquillas en su rostro sacando una pequeña risita que llamó la atención de todos, esto lo avergonzó lo suficiente para ocultar su cara entre sus brazos.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora