XXXIII

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Había pasado un rato y, ahora, Katsuki dormía plácidamente sobre su pecho. Él navegaba en su celular sin saber bien qué hacer, el cenizo estaba descansando después de esa sesión intensa de cardio.

Bajó la mirada cuando sintió cómo se removía un poco, buscando comodidad. Posó su mano sobre el cabello suave de color cenizo y le sonrió con dulzura. El omega se veía más tierno que nunca y eso le derretía el corazón.

Después de mucho tiempo, volvía a ver a ese pequeño niño dormilón que solía caer rendido en la sala de su departamento. Ahora, claro, con otro contexto.

Apreció sus largas pestañas y sus labios rosados. Sus mejillas tenían un color ligeramente rojizo por el calor.

Sin poder controlarse, lo rodeó con sus brazos para apretarlo con rudeza, tratando de neutralizar la ternura que sentía en su interior.

-¡Ah! -despertó de golpe al sentir cómo su cuerpo era aplastado por fuerzas desconocidas.

-Ay, perdón -rió divertido y aflojó el agarre.

-Mmm -suspiró para recuperar el aliento y subió la mirada a las esmeraldas.

Izuku sonrió, el más bajo tenía un puchero en sus labios y al parecer no era consciente de eso. Acarició el belfo inferior con su pulgar.

Katsuki sonrió ante el gesto y se levantó un poco. Esa pequeña siesta había hecho que recuperara la energía.

-¿Cuánto tiempo tenemos? -terminó de enderezarse, quedando sentado a horcajadas sobre su regazo.

-Mmm -miró la pantalla de su celular -Casi dos horas -respondió con felicidad -¿Qué quieres hacer?

Pensó por un momento, después, sonrió de forma un poco traviesa. Paseó sus manos sobre el pecho del alfa, dando a entender el mensaje.

Izuku correspondió, posando sus manos en la cintura del oji rubí.

-¿Quieres que te devuelva el detalle? -llevó su mano al elástico del boxer y lo estiró un poco.

El peliverde sintió algo de miedo, había olvidado algo muy importante: las cicatrices.

Abrió su boca para tratar de decir algo, pero el omega se adelantó, colocándose en medio de sus piernas y acariciando su miembro sobre la tela de la ropa interior. Aguantó la respiración para no soltar ningún sonido.

-Kacchan, espera -intentó detenerlo -Tengo algo que decirte.

-¿Puede esperar? -bufó, también quería ver el cuerpo del pecoso.

-No -respondió con firmeza y se levantó, aún sosteniéndolo de las manos -Es…

-¿La tienes chiquita? -preguntó con diversión.

-¿Qué? -parpadeó -¡No! -no pudo evitar contagiarse al escuchar las carcajadas del más pequeño, pero lo sostuvo por las mejillas y lo apachurro hasta abultar sus labios -Esto es serio, Kacchan.

-Mjm -asintió, aún se podía ver una pequeña sonrisa.

-Tengo que decírtelo antes de que… pase algo más -suspiró y lo soltó -Las cosas no pasan como si nada, y pues… el estrés tenía que salir de alguna forma.

Katsuki inhaló y exhaló, comenzaba a comprender a dónde iba la conversación, y tenía miedo de lo que el peliverde diría. Se sentó derecho, escuchándolo con atención.

-Amm -hizo una pausa para pensar en cómo decirlo -Hay… algunas marcas ahí… a-aquí -pasó una de sus manos en el interior de sus muslos.

El silencio llegó, ninguno de los dos tenía el valor de romperlo o de siquiera moverse. Comenzaba a ser realmente incómodo.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora