-Me he enamorado profundamente de él, me he enamorado tanto que el hecho de pensar en no poder estar a su lado nunca más duele...
___ lennox.
-Sé que el hecho de que llegaras tán facil a su corazón es culpa mia, porque no supe amarla como se lo mere...
Oí como se abrian las cortinas haciendo que la luz diera directamente a mi cara por lo que tapé por completo mi cuerpo con la colcha. Han pasado algunos dias desde que decidí quedarme y junto al ojiverde quedamos en dejar la formalidad.
Anda iremos a una cafeteria -me descobijo-
Cinco minutos más, por favor -solté somnolienta-
No, la brisa en la mañana es lo mejor además no consegui ropa para que te pongas para que ahora no quieras levantarte -dijo-
Bien -alargue la e- ya me levante, ¿contento? -dije sentandome y mirandolo-
Mucho -sonrió, lo aprecié un poco y estaba muy bien vestido- estaré abajo esperando por ti, no te demores.
Salió dejandome sola en la habitación, observe los atuendos, tres exactamente, dos de ellos consistian en un pantalon con una blusa corta o una larga. No me gusta para nada usarlos, mi madre siempre fue clara en que era bulgar usar ropa apretada que mostrara la forma del cuerpo y más si era de cintura para abajo.
Escojí el unico vestido que habia, blanco con pequeños diseños rosas y azules, me lo probe junto con unas zapatillas blancas, me quedaba entallado en la parte superior, cosa que no me molestaba, por el contrario la parte baja no se entallaba a mi cuerpo y era larga.
Para ser hombre si que tiene buen gusto, la mayoria de hombres que conozco suelen pagar para que los vistan.
Recojí mi cabello en una coleta alta amarrandola con una cinta blanca y baje esperando verme desente, cuando lo encontre los nervios se me pusieron de punta por el simple hecho de que no dejaba de observarme con atención.
Me veo mal? -pregunté con muchos más nervios-
¿Qué?...¡no!, claro que no, te ves muy bien -sonrió-
Gracias -sonreí sintiendo como se me subian los colores al rostro- mos -extendió su brazo para que lo tomará y así lo hice-
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Empieza el segundo juicio por asesinato de ___ Lennox -hablo la juez dando un golpe con el martillo-
Como mi defendido ya testificó sobre aquella fatidica noche, un hombre encapuchado entró a la casa por un robo lo que conllevo a la muerte de la señorita Lennox para luego llevarse el cuerpo. Pido la liberación de mi defendido puesto que no hay pruebas de que fue mi cliente quien la asesino -terminó el abogado de la familia Lombardo-
Señoria, esto es ridiculo, no se ha encontrado al supuesto ladrón, hay suficientes pruebas en contra del señor Lombardo como los vecinos que escucharon los gritos o la señora Miller, a quien ___ Lennox llamo para pedir ayuda por que su esposo estaba enloquecido -dijo el fiscal-
Su sueñora, por favor, seria incapaz de tocar a mi esposa, ¡yo la amaba más que nadie! -gritó William-
¡Tu la mataste, bastardo! -chilló Rose- ¡la golpeabas!
Rose, estás molesta y lo entiendo, pero sabes cuanto amaba a ___, solo estabas a favor de Wickham. ¡pero deja de hacerme esto! -vociferó William acercandose a Rose-
Alejate de mi esposa -dijo Marc mientras se posaba frente a su esposa en señal de protección-
¡Ordén! -grito la juez-
-Mientras tanto Roman, el padre de William, le susurraba algo al defensor de su hijo- Hay un testigo, señora, es el ladrón...lo encontramos -habló el abogado-
Hubo una oleada de murmuros de parte e las personas que estaban presentes en el juicio.
Que pase -habló la juez-
Sueltenme! -gritaba un hombre traido por dos hombres más-
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Asi que, ¿qué se te antoja? -preguntó el ojiverde-
Hay muchos tipos de café, quiero un.... capuccino con leche de almendras, por favor -sonreí-
Bien, que sean dos -me sonrió- ve a sentarte donde quieras, ahora mismo voy.
Fui directo a la unica mesa para dos en el fondo que habia en el lugar. El sitio si que era muy lindo decorado con tonos cafés y beige junto con estanterias repletas de libros, junto a mi habia una gran ventana mostrando las hermosas calles de la ciudad.
Después de tanto tiempo voy a tomar algo de café al fin, moria por eso. William odia desde el sabor de este hasta el olor, por lo que no dejaba que lo tomara, siempre que compraba café lo tiraba o escondia.
Aquí tienes tu capuccino -dejo ambas tazas en la mesa mientras me sonreia y se sentaba frente a mi-
Gracias -le devolví la sonrisa- hay muchos libros -comenté dandole sorbo a la taza-
Una de las razones por las que me gusta el lugar -dijo mirandome fijamente-
Nos consentramos en platicas y beber nuestros capuccinos hasta que escuche algo.
