Capítulo; Primero.

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Edward.

El viento siempre me ha parecido una cosa curiosa, yendo de un lado a otro, incorpóreo, sin color, y aun así, tan presente, tan ausente. Divaga y viaja, se avecina y embiste con furia. Calma y transporta el corazón a lugares que parecían perdidos y olvidados en lo profundo de un polvoriento ático donde los recuerdos mueren, abrazados entre sí por invisibles hilos dorados del destino que nada dejan al azar.

El viento, como todas las cosas, me produce los pensamientos más profundos si al estar en mi ventana con una taza de té me pongo a pensar.

Divagar ha sido mi único consuelo estos tristes días. Mis tareas se han visto fuertemente eclipsadas por las cuestiones que Nicolyn mencionó aquella vez que discutió con pa... Lucius... que discutió con él.

El fuerte remolino de pensamientos que jamás podría haber concebido me celan hasta en la más calmada de las noches. Sé muy bien que ella se esforzó fuertemente en tratar de que no nos consumieran aquellos malos pensamientos, pero, honestamente, ni siquiera sé por dónde comenzar a cuestionarme. Sí tuviera que ser preciso y eficiente, como de costumbre, empezaría por mi infancia, pero hay tantos vacíos que, para el final del día, termino con más preguntas que respuestas. Sinceramente, respecto al pasado, ya no soy capaz de comprender nada. Solo puedo aferrarme de los dichos de Nicolyn pero ¿Cómo lo vivió ella?

Es bien sabido que un mismo hecho puede experimentarse de varias maneras, pero ella... No me atrevo a intentar comprender el infierno que debió haber vivido en años donde la calidez, los juegos y la inocencia deberían ser todo lo que uno recuerda.

Sí, en cambio, me centro en los hechos más recientes pierdo completamente el control de mis emociones tan solo de recordar aquellas cosas de ese fatídico día. Nada me es comprensible ni mucho menos entendible.

Cibila.

Mi querida hermana perdida ha vuelto al fin, sin embargo, no puedo evitar cierta incomodidad cada vez que la veo, cierto deseo de que las cosas fueran diferentes, que otros caminos hubiesen sido tomados. Y aun así, es ella la que ahora está tratando de comprender esta situación tanto como nosotros. Ella es la única libre de toda culpa.

Decidido a resolver estas incesantes cuestiones lo más pronto posible, emprendo marcha hacia donde Euhemeros entrena. No ha dejado de hacerlo desde lo ocurrido con Nicolyn, aún sí el doctor lo prohibió, no hay muchos que puedan detenerlo.

Hermano —Saludé a Euhemeros con un cálido y corto abrazo. Aún no me acostumbro, pero dado todo lo que ha sucedido, ya no quiero alejarme más de mis hermanos.

Ed —Como siempre, correspondió el abrazo y se apartó solo un poco. Jamás había pensado profundamente que lo único físico que nos unía era, de hecho, la sangre del hombre que ahora nos esforzábamos tanto en evitar. Como después de aquel enfrentamiento de Nicolyn con él, ese día donde nos dimos cuenta de que no conocíamos al hombre que era nuestro padre.

Quiero que hablemos, sobre todo —Lo guie y son sentamos en unas bancas.

¿Te refieres a...?

Todo, Euhemeros. Quiero que hablemos de nuestra infancia, tratar de llenar los vacíos que quedan y ... quiero entender a Nicolyn, quiero conocerla y conocer qué vivió.

Vaya, eso es mucho. No lo sé, Ed.

Sé que ella se esforzó en que lo olvidáramos esa vez que nos reunimos en la Torre, pero creo que ella lo merece, merece que conozcamos su verdad al fin. ¿No crees que ya es suficiente? ¿Qué al fin escuchemos su voz? ¿Qué la tomemos en cuenta y escuchemos su parte de la historia?

Mi Destino como ThysíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora