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Freed

Frío. Miedo. Desesperanza.

Aferrándose a un osito de peluche, con lágrimas recorriendo sus mejillas, sus rodillas raspadas, con el llanto de decenas de niñas inundando sus oídos.

Una luz inundó el interior del vehículo, al abrirse la puerta del mismo, y ver a aquellas personas con trajes especiales que no les permitían ver sus rostros, todas las niñas soltaron un grito.

—¡Bájenlas a todas! ¡Rápido!

Todo se volvió un caos, las niñas comenzaron a descender del camión, asustadas, temblorosas.

Alguien la tomó del brazo, provocándole un dolor en el mismo, obligándola a salir y llevándola a una fila con más niñas.

Pero ella se resistió, su corazón de guerrera salió a la luz.

—¡Suéltenme! —comenzó a removerse, pero sus fuerzas eran pocas.

Pronto, un hombre vestido de traje y con cabello canoso se acercó hasta ella, tomó su rostro entre sus manos.

Ella pudo sentir la heladez de los anillos de aquel señor, y el miedo la paralizó, no sabía dónde estaba, ni qué sucedería ahora.

—La Habitación Roja es tu hogar ahora. —Dreykov pronunció esas palabras con un tono tranquilo, intentando que la pequeña niña lo comprendiera.

Él recobró su postura. —Llevensela —ordenó.

Lo próximo que sintió fue un par de manos en su torso que la levantaron del suelo, y de inmediato la subieron a otro auto, donde habían al menos otras diez niñas de diferentes edades.

Una sustancia gasificada fue liberada sobre todas ellas, cada una iba cayendo dormida.

La niña al notarlo, abrazó su osito de nuevo, y en un acto de inocencia, cubrió con su mano la nariz de aquel peluche.

Y pronto ella cayó rendida.

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Irina

Me desperté de golpe, con el pulso acelerado, estaba sudando, me levanté y entré al baño de inmediato.

Me recargué en el lavamanos y comencé a respirar con pesadez, solté un sollozo, y de inmediato llevé una mano a mi boca para evitar que algún otro sonido saliera.

Pero fue imposible, pequeños sonidos seguían saliendo de mi boca, y las lágrimas empezaron a caer, sentía el nudo en mi garganta lastimarme.

Tener una pesadilla con la noche en que me llevaron a la Habitación Roja siempre me ponía mal, y después de todo lo que me dijo Yelena... Todo se complicó.

Todo parecía tan irreal, me sentía insegura, me sentía en peligro.

¿Quién se supone que debería ser ahora?

Miré mi reflejo en el espejo. No reconocía a la persona que miraba, si no era una Widow, ¿quién debía ser?

Solté otro sollozo en un intento de reprimir mi llanto. No podía quebrarme aquí, tomé aire con la respiración entrecortada.

Y escuché que tocaron la puerta.

—¿Estás bien? —la voz de Michelle desde el otro lado de la puerta me habló.

Guardé total silencio, miré la puerta casi con temor, y me tomó unos segundos volver a encontrar mi voz.

—S-sí... —respondí aún luchando contra el nudo en mi garganta.

Spider Hearts ||Peter Parker||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora