Capítulo 44

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Los días pasaron relativamente rápido y el mercenario ya estaba de camino a su próximo trabajo. Tenía que asesinar a un mafioso de poca monta que sabía información que a su cliente no parecía agradarle. Era un cabo suelto.

No sería gran cosa. Últimamente sus objetivos eran bastante simples, sin una pizca de dificultad.

No estaba de humor como para tardar demasiado. Quería acabar rápido y largarse de esa ciudad.

Llegó hasta un barrio chino. Viendo un restaurante en específico al pasar, avanzó un par de cuadras más hasta estacionarse un poco oculto de la vista de civiles.

Bajó del automóvil llevando consigo un maletín aparentemente normal.

Caminó varias calles hasta llegar al restaurante de minutos atrás. Era la guarida del mafioso. Seguramente tendría un par de hombres armados como guardaespaldas, era lo habitual.

La fachada era bastante llamativa de colores rojos y amarillos con grandes dibujos de dragones a los lados. Entró al lugar aparentando ser un comensal más.

Tenía un par de personas comiendo tranquilamente sin prestarle atención, a excepción de un par de hombre que se le quedaron mirando.

Se sentó en una mesa cerca de las escaleras que daban al segundo piso, lugar donde se encontraba el hombre que buscaba.

- Buen día ¿Qué le puedo ofrecer? - Una señora regordeta lo recibió hablando con un acento muy marcado.

- Un especial Wan Tan Mee, con extra picante. - Le dio una leve sonrisa "amable" a la mesera.

- En un momento. - Dio un asentimiento.

- Disculpe ¿Dónde se encuentra el baño? -

- Subiendo las escaleras. - Se retiró la señora.

"Perfecto."

Levantándose llegó al segundo piso despreocupadamente. Viendo el largo pasillo pudo ver al final de éste una puerta doble.

Como esperaba había dos hombres resguardándola. Hasta el momento eran cuatro posibles amenazas, dos abajo y los dos frente a la puerta. Posiblemente habría otros dos dentro junto a su objetivo.

Ya se quería largar.

Con el maletín aún en su mano izquierda se acercó hasta los dos contrarios, quienes ni se inmutaron.

- Lárgate. - Dijo uno de los mastodontes.

- Quiero hablar con su jefe. - Claro que no iba para "hablar".

- Lárgate si no quieres morir. - El tono amenazante sólo hizo que rodara los ojos.

Comenzó con el verdadero trabajo.

- Siempre es igual. - Bufó y sin darles tiempo a tan siquiera reaccionar, desde un compartimento del maletín sacó un arma con silenciador en cuestión de milisegundos.

Antes de que los contrarios sacasen sus propias armas, ya les había disparado a ambos en la cabeza. Antes de que ambos hombres llegasen a caer, impidió el estruendo del choque contra el suelo.

- Malditos bastardos, son pesados. - Apoyó los cuerpos contra la pared hasta que se deslizaron sin hacer un solo ruido. Así no alertaría a los otros.

Tomando la manija abrió la puerta de golpe.

- ¿Por qué carajos entran sin to...- En medio de la habitación su objetivo se encontraba sentado frente a un extravagante y chillón escritorio observándolo con temor, supuso que lo reconoció. No era extraño que algunas personas en el bajo mundo supieran de su existencia.

Adicto a ti | JeffBarcodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora