Zweiundzwanzig

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Gritos.

Sangre en mis nudillos.

Lágrimas en mis mejillas.

Voces en mis cabeza.

Demasiadas sombras,

que me gritan,

me sonríen,

me acarician las muñecas.

Yo cierro mis ojos,

intentando ignorarlas.

Aunque sé que no es posible.

Y entonces,

escucho tu voz junto a ellas.

Y sonrío.

Le sonrío a los demonios.

A esos demonios,

de los que tu formas parte.

Dándoles permiso.

Dándote permiso.

Para romper mi alma.

Entre páginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora