Es duro.
Cuando hablan de ti.
Y me incluyen en la conversación.
Es duro.
Sonreír.
Y hablar de la hermosa persona que eras.
Es duro.
Escucharles decir que fuiste un cobarde.
Y no poder decirles nada.
Es duro.
Saber que todos hablan.
Todos juzgan.
Sin saber.
La maravillosa persona,
a la que la vida
corrompió por completo.
Es duro.
Que digan que se lamentan por ti.
Sin haber hablado contigo nunca.
Sin haber visto esos ojos muertos,
ocultos tras la sonrisa más brillante.
Y es aún más duro.
Saber que hablarán de mí.
De la misma forma.
Tal vez no hoy.
Tal vez no pronto.
Pero lo harán.
Y juzgarán.
A los dos cobardes.
A los dos heridos.
A los dos amigos.
Que decidieron que era suficiente.
Y saltaron.
No a la vez.
No juntos.
Pero saltaron.
Él,
porque no podía vivir sin alguien.
Y ella,
porque era ese alguien,
que él necesitaba,
y él nunca lo supo.
Y ella no pudo seguir,
sabiendo que ahora,
ya no era el alguien de nadie.
ESTÁS LEYENDO
Entre páginas
De TodoÉramos tú y yo. Ahora sólo quedo yo. Sola entre páginas. Sola entre estas páginas que jamás llegarás a leer.