Dreizehn

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Lloré lágrimas amargas.

Sola en mi habitación.

Mientras hablaba,

con una de las personas,

que más admiraba.

Lloré lágrimas amargas.

Porque era la primera vez.

Que le decía a alguien

lo que había detrás de mi sonrisa

que era tan falsa.

Y luego,

lloré aún más.

Porque para evitar

que alguien más saltase.

Me condené a vivir al borde,

sin poder saltar.

Porque hay promesas

que no se rompen.

Y porque si debía elegir.

Entre morir.

O dejar que alguien viviese.

Iba a elegir que alguien viviese.

Porque esas palabras.

Sólo esas palabras.

Destruyeron la única esperanza

que me quedaba

de volver a tu lado.

"No podrás saltar,

si yo no he saltado primero.

Prométeme que no saltarás,

hasta que yo no te diga que saltaré".

¿Por qué habré aceptado?

¿Por qué le habré prometido eso?

¿Por qué habré elegido vivir...,

a perder a alguien más?

Entre páginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora