Capítulo 5

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Durante toda la semana no pudo pensar en otra cosa que no fuera ese mapa, estuvo intentando descifrarlo, pero estaba escrito en una lengua que desconocía.

Ese día por la mañana, Dahlia se apresuró para llegar a la clase de historia de poderes. Las anteriores clases habían tratado sobre las familias fundadoras y cómo se descubrieron las habilidades. Una vez cruzó el umbral de la gran puerta observó que los estudiantes ya estaban sentados cada uno en sus respectivas mesas charlando unos con otros. Dahlia dejó sus cuadernos sobre la mesa y se puso a hablar con Amelia Edevane para conocerse mejor.

Amelia Edavane era buena en diversas modalidades. Le fascinaba leer puesto que era lo único en lo que sus padres no podían involucrarse. Esto hizo que Dahlia tuviera curiosidad por saber cuál sería su relación con ellos, pero a pesar de sus ansias por conocer más acerca de su familia decidió no preguntar ya que no quería incomodarla.

También, le contó acerca de su personalidad. La opinión que tenía de ella misma era aquella que nadie esperaría de una persona aparentemente confiada a los ojos de los demás. Se describió como una persona borde e introvertida y le advirtió a Dahlia de que si alguna vez sus comentarios eran hirientes que no se lo tomara como algo personal ya que estaba trabajando para mejorar y no lo hacía conscientemente. Dahlia expuso sus defectos y le explicó que nadie era perfecto. A pesar de ello, le agradeció por abrirse a ella y después de esa conversación, ambas se entendieron mucho mejor.

Más tarde, Amelia le enseñó su poder y Dahlia quedó sorprendida en el instante en el que su amiga se convirtió en un lápiz. En cuestión de segundos la materia se empezó a deformar y Amelia volvió a su estado natural y enseguida Dahlia le aplaudió por el espectáculo. Amelia tenía la muy útil habilidad de convertirse en objetos.

No pasó mucho hasta que llegó la profesora Sibilda a interrumpir las conversaciones de los alumnos pidiendo silencio. Al percatarse todos los alumnos de su presencia, la clase se tranquilizó e inmediatamente todos los estudiantes fueron sentándose en sus respectivos pupitres. La profesora cruzó la sala y se situó frente a los alumnos.

El escritorio, que había en una esquina, se acercó a la profesora y unas manos hechas en su totalidad de madera, chascaron los dedos provocando que los pupitres de los alumnos cobrasen vida propia. Dahlia se asustó y trató, sin éxito, de echar la silla hacia atrás cuando vio que unas manos alargadas le extendían la lección que tomarían. Mientras Becca miraba su pupitre con emoción, Dahlia observó con atención todos los movimientos de su escritorio. Una vez el pupitre terminó con su labor, la mano volvió a ser parte de la mesa. Los demás alumnos estaban tan sorprendidos como Dahlia, pero eso no hizo que la clase se detuviera.

La pizarra comenzó a escribir con tiza la lección que tomarían: "La Sombra". Dahlia había escuchado antes ese nombre cuando habló con Becca. Los estudiantes enseguida empezaron a murmurar toda clase de habladurías acerca del tema, pero la profesora Sibilda mandó callar a todos.

—Hoy hablaremos sobre "La Sombra" —Dijo haciendo una pausa — Me imagino que muchos de ustedes habrán oído hablar de este tema, ¿alguien me podría decir que creen saber?

—Mi familia me contó que era un asesino despiadado con poderes de alto rango y que fue desterrado hace un siglo — respondió una alumna desde las mesas más próximas a la puerta.

—No va mal encaminada señorita Walter, pero ¿alguien podría añadir algo más?

—Leí en un periódico que se hallaba sin vida y que no volvería a ser peligroso, pero no creo que sea verdad — Añadió Richard que estaba justo detrás de Dahlia.

—No volverá, mi padre trabaja en la policía y hace años que la sombra no mata a nadie — saltó un chico que estaba en las filas delanteras de la clase.

El resurgir de las sombras (A.L.P) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora