💙 NOVIO DE ALQUILER[TINCAN] 💚

CAP 10

Tin quería imaginar que el comportamiento bipolar de Can se debía a que el chico estaba en una fase parecida a la menstruación, pero eso sería pecar de idiota porque, bueno, los hombres no tenían un período.

Sin embargo, no había otra forma de explicar que Can le sonriera a todo el mundo cuando estaban juntos, tratándolo con cariño y ternura, diciéndole gatito y sacaba su lado meloso, para que apenas quedaran a solas, soltara su mano y no dijera más.

Al parecer, Can se estaba tomando su papel en serio de ser su novio falso, y eso le hería. Se justificaba diciendo que era porque creía tener una relación de amistad con el muchacho, no era porque lo estuviera empezando a querer, por supuesto que no.

Así que cuando Can entró a la cocina, lo miró con un puchero mal disimulado, sin saber por qué.

Pero Can lo ignoró, y Tin quería protestar, porque no podía ignorar sus pucheros. ¡Sus pucheros eran adorables, por el amor a Jesucristo!

Ay, ¿qué estaba pensando?

- Hola Can, ¿cómo estás? - saludó su mamá entrando a la cocina.- Oh, ¿trajiste pastelitos?

- Hola suegrita - Can dejó la caja sobre la mesa - Los hice especialmente para usted.

- ¿Y para mí? -Tin extendió una mano para agarrar uno, pero su mamá le dio un manotazo.

-¡Son míos, Tin Medthanan! -se quejó ella.

- ¡Eres mi madre! -protestó Tin.

-¡Te lo he dado todo, pero no te daré de mis pastelitos!

- ¡Pero mamá!

-¡¿QUIERES LA CHANCLA, TIN?!

Tin se volvió a sentar, enfurruñado, murmurando por lo bajo. Sin embargo, de pronto Can se sentó en sus piernas, sonriendo.

- No te preocupes, gatito, te hice un pastelito especial para ti - Can, sin pensarlo, pasó sus brazos por la cintura de Can, mirándolo a los ojos.

- ¿De verdad lo hiciste, cachetitos? -Tin miró la forma en la mordía su labio inferior, y algo pareció calentarse en su interior.

- Sí - Can se inclinó, dándole un beso en los labios, y Tin parpadeó por la sorpresa.

Desde ese primer beso que compartieron habían pasado dos semanas, y Can actuó como que no ocurrió, así que el hecho de que lo besara ahora tan repentinamente lo hizo sentir extraño.

Pero sólo fue un beso suave, un simple roce entre ambos labios.

- Te quiero, gatito -murmuró Can.

A Tin no le importaba si lo decía en serio o no. De cualquier forma, lo hacía sentir cálido, enternecido, calmado.

- Aaaaaaaaay, ¡son tan lindos!

Ambos salieron de su burbuja cuando el flash del celular de la mamá de Can los dejó medio ciegos.

Can se puso de pie, con las mejillas repentinamente ruborizadas, en tanto Tin frunció el ceño mirando a su progenitora con desaprobación, quien los ignoraba mientras chillaba al ver la fotografía que sacó.

- ¡Se la enviaré a todas mis amigas! - estaba diciendo mientras salía de la cocina.

Tin suspiró, sin comprender un poco a su mamá, y se puso de pie, tomando su mochila.

Luego, arrugó los labios percatándose de algo.

- Canie - el aludido lo miró, todavía un poco ruborizado -. ¿Cuándo me mostrarás tu casa?

Can se tensó.

Luego, trató de relajar sus hombros.

- No es necesario -Can hizo un gesto despreocupado -. Después de todo, nos quedan sólo cuatro meses juntos.

¿Por qué cuando Can decía eso algo parecía doler en su interior?