CAP 33

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Can estaba mirando su reflejo frente al espejo, acariciando suavemente su labio partido para luego rozar su ojo morado, haciendo una mueca de dolor.

Desvió la vista, conteniendo las ganas de llorar.

Canie, ¿por qué tienes este feo moretón?

Me peleé con unos niños, hermana.

¡Pero bebé! —Lay sonrió suavemente, acariciándole las mejillas, para luego besarle la frente—. No deberías pelear con nadie, Canie. Tienes que sonreírle siempre a todo el mundo.

¿Aunque sea un mal día?

Aunque sea un mal día. ¿Acaso no sabes que sonreír cuando estás triste es de valientes?

¡Yo quiero ser valiente, hermana!

Trató de sonreírle a su reflejo, pero no logró hacerlo, sólo una débil mueca de dolor se formó en su rostro.

Limpió las lágrimas que caían por su mejilla, saliendo del baño y yendo directo a su cuarto. Cuando entró, se encontró con Tin esperándolo.

Ver a su exnovio hizo que algo dentro de él doliera como si le estuvieran enterrando un puñal en todo el cuerpo. En especial cuando chocó con los fríos ojos de Tin, que no demostraban nada más que indiferencia.

Pero, acaso, ¿merecía algo más luego de tratarlo como lo hizo?

Quiéreme, quiso decirle, quiéreme, Tin, por favor.

Sin embargo, nada salió de su boca.

—¿Ocurre algo? —preguntó en cambio con educación, incómodo por la escrutadora mirada del rubio. Incómodo porque lo haya llevado a su casa cuando lo único que quería Can era encerrarse en su cuarto otra vez, emborracharse y pensar en lo miserable que era su vida.

—Siéntate —ordenó Tin con voz grave.

Can quiso protestar por capricho, no obstante, estaba demasiado cansado para hacerlo. Así que se sentó a su lado, con Tin poniéndose de pie, quedando frente a él. Abrió el maletín que llevaba en su mano, revelando el botiquín de primeros auxilios, y sin decir nada, le echó alcohol a un algodón.

—Tin, no es nece... ¡MIERDA, ESTO DUELE! —chilló, alejándose cuando el líquido hizo contacto con su labio roto.

Pudo notar el amago de una sonrisa en el rostro de Tin, pero fue tan rápido que no sabía si realmente estuvo allí.

—Quédate quieto —ordenó Tin ahora suavemente.

Can cerró sus ojos, notando las suaves manos de Tin tomando su rostro, y se imaginó que las cosas no estaban mal, que Tin le estaba curando el labio roto porque se lo mordió demasiado fuerte mientras se besaban y no porque se golpearon, que Tin se iba a reír de él antes de tomarle la mano, con ese simple gesto diciéndole que estaba allí, a su lado. Que Tin luego se inclinaría para darle un pequeño beso, diciéndole que lo amaba mucho.

—Mi amor, ¿por qué lloras? —susurró Tin, deteniendo sus movimientos.

Y ese 'mi amor' se escuchó tan bien que pudo sentir que su corazón se rompió otra vez, y quería llorar como un niño pequeño, dejando que Tin lo abrazara, lo rodeara con sus brazos y lo sostuviera, para luego pedirle perdón por todas las cosas horribles que dijo.

Y Tin lo iba a perdonar, por supuesto, de eso no tenía duda alguna.

El problema era... era que Tin había dicho una vez que siempre lo perdonaría, pero eso no significaba que las cosas serían como antes.

Can quería que todo volviera a ser como antes de que su hermana muriera, antes de que una parte dentro de él se marchitara para siempre.

—Du-duele... —tartamudeó, queriendo referirse a su labio partido, aunque ambos sabían que no hablaba de eso.

Sin embargo, Tin no dijo nada más, terminando de limpiar su herida. Can lo miró, limpiando sus ojos.

—Lamento... lamento haberte mordido, Tin —dijo en voz baja, fijándose en la herida en su cuello.

Tin asintió, distraído, sin alejarse.

—Siempre tuviste complejo de vampiro —comentó como si nada.

Recordó las veces que Can escondía su rostro contra su cuello como si nada, sus labios acariciándole suavemente allí, mordiendo ajeno a los reclamos de Tin.

—Lamento lo que te dije, Can —agregó entonces Tin.

Se miraron a los ojos, ambos quedándose prendados el uno del otro por varios segundos en silencio.

De pronto, Can se inclinó. Tin cerró sus ojos, acercándose.

Pero, a último momento, Can se alejó.

—No podemos —murmuró.

Tin parpadeó, sonriendo tristemente.

—No te preocupes —se puso de pie para luego besarle la frente—. Deberías dormir, Canie —una pequeña pausa—. Luego de que despiertes y comas algo, podrás irte a tu casa.

Y volver a salir de tu vida, pensó Can, aunque no sólo se quedó en silencio, viendo como Tin desaparecía por la puerta del cuarto, llevándose una pequeña parte de su corazón con él.


💙 NOVIO DE ALQUILER[TINCAN] 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora