—Tin Medthanan y Can Kirakorn, tienen derecho a guardar silencio.
—¡Ni que hubiéramos cometido un asesinato!
—¡Cállate si no quieres que te pegue con mi porra, chico!
Enfurruñado, Can se sentó sobre el asiento de metal que la celda tenía, cruzándose de brazos antes de hacer una mueca al sentir su mejilla hinchada y labio partido. Tin, frente a él, miraba la pared con una expresión en blanco, ignorándolo completamente, sin demostrar alguna señal de dolor a pesar de tener un ojo negro y una mordida en el cuello.
¿Cómo habían llegado allí?
Bueno, luego de que Can se hubiera lanzado sobre Tin, ambos se pusieron a pelear en el suelo ante la atónita mirada de sus amigos. Type quiso meterse a detenerlos, pero Tharn lo sujetó para que no lo golpearan debido a que tanto como Can y Tin estaban peleando brutalmente. Tay comenzó a hacer barra mientras Gun ponía una expresión de reprobación y Off comía unas papas fritas que le quitó a la persona de al lado.
No contaban con que en el local también estuvieran comiendo unos policías, por lo que los dos chicos terminaron siendo separados y metidos a un carro policial bajo la excusa de haber arruinado un buen almuerzo.
Iban bastante tranquilos con la decisión de los dos policías, hasta que Gun salió del local y les gritó con evidente malicia mientras los subían al carro:
—¡Quizás ahora si pasen tiempo juntos!
Can enloqueció y se negó a ser subido, por lo que batallaron bastante tiempo para meterlo dentro del auto, en tanto Tin trataba de huir aprovechando la distracción.
La situación empeoró cuando llegaron al edificio policial, pues los metieron a la única celda vacía y Can empezó a protestar.
—No sé de qué te quejas —dijo de pronto Tin—. El que le hizo daño al otro fuiste tú, no yo. Yo debería querer estar alejado de ti.
Can apretó su mandíbula, desviando los ojos, pero no dijo nada.
Uno de los policías se acercó, abriendo la celda.
—Pueden realizar una llamada —Tin se enderezó, saliendo del lugar—. ¿No vas a hacer la llamada, chico?
El rubio se quedó quieto, sabiendo que las palabras no iban para él.
—No tengo a nadie a quien llamar —respondió Can sin moverse, con la voz hueca.
Tin siguió caminando.
Luego de haber soportado los gritos de su madre, sus chillidos histéricos cuando le dijo que tenía que ir a buscarlo al cuartel policial, volvió a la celda, encontrándose con que Can ahora miraba el techo, silbando una melodía.
Se sentó a su lado, notando enseguida cómo se tensaba.
Hubo un momento de silencio entre ellos.
—No tenías que ser así de cruel —dijo repentinamente Can con la voz rota.
Tin miró la pared sin mostrar expresión alguna.
—¿Acaso mentí? —su tono era duro—. ¿Acaso no eres un niño cobarde y orgulloso?
Can bajó la vista, sintiendo su corazón roto al oír las frías palabras de Tin, pero dándole la razón por haber actuado de esa forma. Sin embargo, no lo dijo.
—Tú lo eres también —susurró de pronto Can.
—¿Disculpa?
—Orgulloso. Lo eres —Can comenzó a llorar—. Quería que me amaras. Quería que me lo dijeras. ¿Por qué nunca lo hiciste?
Tin quería ser cruel y decirle que él no decía cosas que no sentía. Pero eso sería exceder un límite que no iba a cruzar nunca en la vida.
Una cosa era ser duro con Can porque se equivocó. Lo otro, era ser desalmado.
—Te lo demostré —gruñó Tin, girándose a mirarlo.
—No lo entiendes —Can también lo miró—. A veces demostrarlo no es suficiente. A veces es necesario decirlo.
Tin recordó, entonces, lo que le había pedido Lay antes de morir. Que le dijera a Can que era precioso, porque él no creía que lo fuera, y si se lo decía repetidamente... entonces Can iba a creerle.
Recordó también que le había prometido a Lay cuidar de su hermano menor.
Se sintió demasiado triste de pronto, incapaz de sostenerle la mirada a Can, y volvió sus ojos a la pared.
Can no dijo algo más.
Una hora después, la celda fue abierta otra vez.
—Te vienen a retirar, chico —le dijo el policía a Tin.
Tin se puso de pie, viendo a su mamá acercarse de forma presurosa, e hizo una mueca.
Las cosas con su mamá seguían tensas, duras, debido a lo que había hecho ella. Tin no sabía si en algún momento la iba a poder perdonar, pero no estaba enojado. Su rabia había desaparecido hace mucho, ahora sólo estaba cansado.
—¿Qué fue lo que pasó, cariño? —le preguntó su mamá con voz preocupada.
Tin no dijo nada, girándose hacia Can.
—Ponte de pie —le ordenó—. Te irás a quedar a nuestra casa unos días.
No se quedó para oír su respuesta, sino que salió caminando a paso rápido, sintiendo su corazón latiendo de forma acelerada.
Notó, sin embargo, que Can lo estaba siguiendo.
De alguna triste forma, sabía que Can lo iba a seguir para toda la vida.
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💙 NOVIO DE ALQUILER[TINCAN] 💚
Fanfiction🌸Tin Medthanan odia las cosas del amor, y sobre todo, los novios. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargado, así que decide "alquilar" a un chico con una preciosa sonrisa, Can Kirakorn, para que sea el no...