XVIII: SILVER PLATTER

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Gerberas.

Omnisciente

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Omnisciente. 

La emoción explotaba en sus al encontrarse nuevamente con el chico de ojos verdes.

Una sonrisa de labios sellados recibió de su parte, colocándose a su lado para empezar a caminar a su par.

— ¿No estás emocionado por conocer a Shinichiro-kun?

Haruchiyo miraba de reojo a su acompañante, esperando alguna reacción tan poco disimulada.

El de cabellos negros asintió con una sonrisa no muy convencida en sus labios.

— Claro, ¿por qué no lo estaría, Sanzu-kun?

El albino se encogió de hombros. — Llevas cara de espanto, michito.

Takemichi frunció sus labios en un puchero enojado, cruzando ambos brazos por delante de su pecho.

— ¡Por supuesto que no! Estoy bien.

Volvieron al silencio inicial, en lo que el mayor escondía ambas manos en los bolsillos de su suéter. Miraba las casas que cruzaban como si se les estuviese prestando mucha atención.

Su ceño se frunció un poco, pensativo. Miró a Takemichi nuevamente de reojo y detuvo su caminar.

El menor notó enseguida como su amigo se quedaba atrás, deteniéndose.

— ¿Qué ocurre, Sanzu-kun?

Su voz denotaba preocupación.

— No quiero obligarte a hacer algo que no quieres, Takemichi. — Notó enseguida la mirada de confusión, por lo que soltó un suspiro.— Me refiero a que si no quieres ir, dímelo ahora.

— ¿Por qué dices eso ahora?

Ambos menores se encontraban de frente, sus rostros lo necesariamente cercanos como para poder admirar los detalles del otro; sin embargo, algo llamó la atención de Haruchiyo.

El ojiazul miraba atento como la mano de su amigo se acercaba a su cara, acunando una de sus mejillas. Una situación un tanto comprometedora para dos chicos.

Sus mejillas se sonrojaron por la íntima cercanía entre los dos, pero todas aquellas mariposas en su estómago se convirtieron en avispas al sentir el tacto brusco de su pulgar, rozando con la piel de su pómulo.

— ¿Qué demonios es esto, Takemichi?

Haruchiyo miraba su mano manchada con aquella sustancia extraña, pero su enojo no tenía nada que ver con el maquillaje corrido.

Un gran hematoma posaba bajo uno de los ojos de su persona especial.

— Sanzu-kun...

— ¡¿Quién fue el idiota que se atrevió a golpearte?!

El cuerpo de Takemichi se encontraba alerta a cualquier movimiento del otro. Sólo miraba en silencio al mayor, en lo que trataba de cubrir con una de sus manos su mejilla lastimada.

— Sanzu-kun, prometo que te lo explicaré luego.

— No quiero una explicación luego, quiero una explicación ahora... No, mejor no me des una explicación, dime quién fue la persona que te hizo esto.

— No tienes que enojarte conmigo.

— ¡No estoy enojado contigo! Pero lo haré si no me dices cómo es que esa marca acabó ahí.

— No es el momento Sanzu-kun, luego de que visitemos a Shinichiro-kun, prometo que te contaré todo. — Desvió su mirar hacia sus pies, sentía la tensión en sus ojos verdes.

— Si estabas en problemas, ¿por qué no me llamaste?

— Sanzu-kun, por favor.

Se tragó sus palabras, su enojo y todo aquel sentimiento o emoción presente en su cuerpo. Sólo podía ver la cabellera azabache de Takemichi desde esa posición.

Tenía que ser muy cauteloso con lo que estaba sintiendo, o lo que estaba descubriendo por el momento.

¿Qué pensaría Takemichi sobre él?

No quería perderlo, pero tampoco podía mirar hacia un costado y hacer como si no sucediera absolutamente nada.

En silencio, luego de aquella pequeña conversación-discusión, llegaron al taller de Shinichiro.

Ninguno de los dos se dirigía la mirada. Takemichi creía que Haruchiyo estaba enojado con él, y Haruchiyo creía que Takemichi se encontraba incómodo por su exagerada reacción.

Un par de tontos.

— Hey, Haruchiyo, ¡que gusto verte nuevamente por este lugar!

El hombre de cabellos negros se acercó enseguida al par de adolescentes, con esa sonrisa amigable en sus labios tan característica de él.

Enseguida volteó a ver al chico de más baja estatura, ganándose toda su atención.

— ¿Entonces tú debes ser Takemichi?

El nombrado levantó rápidamente su cabeza sorprendido, luego miró a Haruchiyo, quien desvió la mirada fingiendo que no había escuchado nada, pero el sonrojo en su rostro era muy notorio.

Shinichiro rió, dejando su sonrisa intacta.

— Haruchiyo siempre hablaba de ti cada vez que venía al trabajo, gracias a eso tú nombre se quedó grabado en mi memoria.

— Ya veo. — Una sonrisa tímida se asomó luego de la revelación.— Sanzu-kun también me ha hablado muchas cosas buenas de usted, es un gusto poder conocerlo.

— Oh, ¿enserio?

— Y, ¿si mejor entramos? Digo, para más comodidad. — Avergonzado, cortó la ministra plática que se había formado entre los dos.

— No cambias, Haruchiyo.— Negó riendo.— Pueden pasar, sientanse como en su casa, y...

Haruchiyo miró con seriedad al hombre, notaba algo extraño en su mirada centrada en Takemichi, su Takemichi.

— Estoy muy feliz de poder conocerte, pequeño Takemichi.

Un error, había cometido un error.

No he muerto, aún

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No he muerto, aún. Nos leemos luego, cuídense<3

Flores en el Jardín [SanTake] Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora