XIX: SUNRISE SMILE

106 22 2
                                    



Almendro.

Luego de que nos fuimos del taller de Shinichiro, caminamos sin ningún rumbo fijo en mente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de que nos fuimos del taller de Shinichiro, caminamos sin ningún rumbo fijo en mente. Pero eso era lo de menos, ahora.

Mi mochila colgaba de uno de mis hombros, por un momento había olvidado que la traía conmigo. 

No me acostumbraba a los silencios incómodos con otras personas, pero desde que había conocido a Takemichi, todo se envolvía en una paz tormentosa. Tormentosa para mí, porque hacía que mi corazón se ansiara por lo que sea que estuviese cruzando por su mente ahora.

Este sentimiento se volvía peligroso mientras más tiempo Takemichi se encontrara a mi lado. Era inevitable, quería estar junto a él todos los días, horas, minutos y segundos.

— ¿Sanzu-kun? 

Lo escuché cuando choqué contra su espalda. Me perdí en la calor de mi mente que había olvidado que él estaba caminando frente a mí. 

— Lo siento, me fui.— Solté una risa nerviosa. 

Takemichi me estaba mirando extraño con el semblante ¿preocupado? Finalmente su sonrisa se junto con la mía. 

— Ten más cuidado al caminar, Sanzu-kun.— Nuevamente sonrió. 

Si pudiese pedir un deseo ahora, sería el que Takemichi nunca deje de sonreír. Mi más preciado recuerdo. 

— Perdón, pero... tú me desconcentras.— Sé que no había oído aquello último, y lo agradecía. Me estaba convirtiendo en un tonto. 

Un tonto enamorado... 

Levanté mi cabeza cuando la luz naranja se estaba desvaneciendo, en algún horizonte se escondía el sol y decidí lo que necesitaba hacer. 

¿Vergüenza? Yo no conozco eso. 

— Takemichi. 

Enseguida se volteó a verme deteniéndose a mi lado. Miré hacia un costado opuesto, todo había sido una decisión impulsiva de la que no quería arrepentirme. 

El mar estaba tranquilo, reflejando el mismo color que tenía el cielo. Un escenario dramático para una confesión de amor improvisada. 

Estaba apresurado por esto, por ese sentimiento raro que tenía dentro de mi pecho y que sabía que sólo él, ese niño de ojos azules, podría aliviarlo. 

— ¿Qué tanto miras a la nada, Sanzu-kun?

No quería perder más tiempo... pero temía perderlo luego de esto. 

— Necesito decirte algo. 

Con las manos temblando apenas pude abrir la cremallera de mi mochila. No sé si alguien estaría viendo esto y simplemente no me importaba que lo hiciera. 

Todo dejaba de existir cuando Takemichi se encontraba frente a mí. Ese era el nuevo mundo donde quería quedarme. 

Donde no pude quedarme. 

— Sanzu-kun...

De la manera m{as distante posible logré sacar el ramo de flores aplastadas y sin algunos pétalos. No sé como había logrado mantenerlas con vida, pero era un hecho. 

Takemichi estaba recibiendo el peor arreglo floral que recibiría en su vida.

— Has lo que quieras con ellas, son tuyas.— Soy tuyo, puedes hacerme pedazos. 

No sé que expresión tendría ahora porque no quería mirarlo fijamente a la cara. Sentía amor pero a la vez terror. No era normal, no era normal para el mundo lo que yo estaba haciendo. 

Es común regalar flores a una chica linda, pero mi corazón late por Takemichi. Él es el chico lindo en mi vida. 

— ¿Qué quieres decir con esto, Sanzu-kun? — Es un grito de amor, ¿no lo entiendes? 

— Sólo te considero importante para mí. 

— Ningún amigo me había regalado flores.— Ya no quiero ser tu amigo, Takemichi. 

— Eso significa que soy el mejor.— Mi sonrisa estaba temblando. No era mi sonrisa...

— ¿Por qué estás llorando, Sanzu-kun? ¿Te sientes mal?

Era tan adorable la manera en como se preocupaba por mí, pero ahora se encontraba tan cerca de mi rostro que temía por cometer una locura.

Las flores cayeron de mis manos, aunque no me importaba, sólo quería poder tocar su rostro y saber que todo estaba bien. 

— No, en realidad estoy muy feliz ahora, Takemichi. 

Había sido un cobarde al no poder decir las palabras correctas, pero en mi defensa, sólo era un hombre enamorado de otro hombre en una sociedad horrible.

Llorar también era un delito, aunque el más grande fue el haberme enamorado de él. 

Takemichi.   

No me puedo morir sin haber terminado esta historia jaja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No me puedo morir sin haber terminado esta historia jaja. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 18, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Flores en el Jardín [SanTake] Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora