Capítulo 32 ¿La verdad?

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El cuerpo de Vivian se estremeció.

—¿La verdad?

Finnick asintió. Y con vos temblorosa, ella preguntó.

—¿No crees que la versión que has averiguado es la verdad?

Vivian miró a los ojos oscuros de Finnick como si buscara algo en su mirada ilegible. Él también la miró. Después de un rato, dijo despacio:

—No creo que seas una mujer que venda su cuerpo por dinero.

«No creo que seas una mujer que venda su cuerpo por dinero» Esas simples palabras fueron como un hechizo mágico, haciendo que se quedara paralizada por el shock. Al observar su reacción. Finnick pensó que su mirada aturdida era bastante adorable. Una sonrisa jugo en sus labios.

—¿Qué pasa?

Solo entonces Vivian se dio cuenta de su vergonzosa reacción. Desviando la mirada, respondió:

—No es nada sólo estoy un poco sorprendida.

Mientras la mirada fija, su voz se hizo más grave:

—¿Entonces? ¿Estás dispuesta contarme, Vivían?

Cuando recordó lo ocurrido aquel año. Vivian palideció. Al notar su rostro ceniciento y sus cejas temblorosas, a Finnick le dolió el corazón de repente.

—Si no quieres, no pasa nada.

—No, quiero decírtelo.

Vivian respiro hondo, levantó la cabeza y le miró fijo a los ojos brillantes antes de empezar a narrar:

—Hace dos años, asistí un banquete la empresa en la que hacía prácticas. Por alguna razón, me emborrache tras una sola copa de champán. Alguien me llevó a una habitación de hotel y....y...

Cuando llegó a ese punto, no pudo pronunciar ni una sola palabra. Al notar su reacción, la mirada de Finnick se volvió solemne.

—¿Qué ha pasado? — preguntó. Un tono severo apareció en la voz al ver que Vivian seguía guardando silencio, repitió con seriedad—:

—Vivian, debes aprender a afrontarlo.

El cuerpo de Vivian se estremeció. Mordiéndose el labio, consiguió terminar su relato:

—Alguien hecho algo al champán. Así fue como un viejo de más de 60 años me quitó la virginidad.

Tras decir eso, Vivian se desplomó en el sofá como si toda la fuerza hubiera abandonado su cuerpo. Mirando su rostro ceniciento. Finnick no puedo soportarlo más. Se levantó de la silla de ruedas, se juntó junto a ella y la estrechó con delicadeza en sus brazos.

—Ya está bien—dijo. Su voz profunda tenía su manera de calmar a los demás—. Todo está en el pasado. Si quieres llorar llora.

Cuando Vivian se apoyó en sus cálidos y anchos hombros, sintió que su alma la abandonaba. En lugar de llorar, se limitó a negar con la cabeza.

—No hay nada que llorar. Todo está en el pasado.

Sin embargo, la reacción de Vivian hizo que el corazón de Finnick se resintiera aún más que si hubiera roto a llorar. Contemplando su rostro pálido, no pudo evitar preguntar:

—¿Cómo sabes que era un anciano de más de 60 años?

Las pestañas de Vivian se agitaron mientras parpadeaba.

—Como estaba drogada, no recuerdo bien lo que pasó esa noche, ni siquiera al hombre. Cuando me desperté, ya se había ido. Había 10,000 en efectivo en la mesilla. Pregunté al conserje y me dijeron que el hombre que se quedó allí por la noche era de un anciano de más de 60 años.

Pero eso no es todo, alguien me denunció en la institución en la que estudiaba, acusándome de dar favores sexuales.

Volvieron a su mente las escenas en las que todos la insultaban. Incluso en ese momento, no se atrevía a reunirse con sus compañeros de la universidad, ya que todos la regañarían por ser una desvergonzada. Vivian pensó que no tendría ningún valor para volver hablar de ese incidente. Sin embargo, por alguna razón tuvo fuerzas para narrarlo todo cuando estaba acurrucada en los brazos de Finnick.

Al escuchar las palabras, una mirada hostil apareció en los ojos de Finnick. Pregunto con voz grave:

—¿Qué hotel era?

¿Tienes prisa por casarte, señorita?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora