Capítulo 33 Hotel Century

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—Hotel Century— respondió Vivian sin pensarlo. Sin embargo, miró a Finnick con sorpresa de inmediato—¿Por qué has preguntado eso?

La expresión de Finnick era tranquila cuando respondió:

—Por nada ¿Nunca te has preguntado quien te ha saboteado?

Primero, su bebida fue adulterada, luego, la enviaron a una habitación del hotel y hasta se informó del escándalo en la escuela. Era evidente que alguien la había saboteado a propósito.

—Yo tampoco lo sé. Intenté investigar, pero no descubrí nada —comentó Vivian. De repente, se dio cuenta de algo y lo miró—. Finnick, ¿Crees en lo que digo?

Finnick se volvió hacia un lado para mirarla.

Cuando vio que ella se apoyaba en su hombro y parecía depender de él, su humor mejoró de forma exponencial. Respondió con voz grave:

—Eres mi esposa. ¿Por qué no iba a creerte?

Dijo esas sencillas palabras con tanta naturalidad.

Sin embargo, golpeó a Vivian como un mazo. «El me cree», pensó. A pesar de haber pasado tantos años con Fabián, nunca le había creído. Sin embargo, Finnick si lo hizo.

—¿Y?

— ¿Te doy asco? —Pregunto con vos temblorosa. El incidente ocurrido hace dos años fue como una espina en el corazón de Vivian. En el pasado, se había revolcado en la desesperación, pensando que nunca se casaría.

—No. Esto no es culpa, así que ¿Por qué deberías culparte? — preguntó el frunciendo el ceño. «En su lugar, debe dejar que el verdadero culpable pague el precio» pensó. Sin embargo, no se dijo y se limitó a tomar una decisión silenciosa.

Después de qué Vivian le contara todo el incidente, estaba tan agotada que se fue dormir.

Con Finnick a su lado durante toda la noche, se durmió más rápido de lo habitual.

Mientras dormía, seguía frunciendo sus bonitas cejas. De pie junto a la cama Finnick pudo evitar pincharse el entrecejo.

Mientras escuchaba en la constante respiración de Vivian, sacó su teléfono y llamó a Noa.

—Hola Noa—saludo. Luego bajó el volumen temiendo despertarla mientras seguía diciendo—: Ayúdame investigar a fondo lo que pasó a Vivian hace dos años.

Después de colgar, reflexionó sobre lo que ella le había dicho. De repente, frunció el ceño. «¿Hotel Century? ¿Por qué me resulta familiar el hotel?» pensaba.

A la mañana siguiente, estaban desayunando en el comedor. Mirándola, le preguntó de repente:

—¿Qué tal dormiste ayer?

—Nada mal— respondo Vivían levantando la cabeza—. ¿Por qué lo preguntas?

—Me temo que no tendrás un buen sueño conmigo a tu lado—dijo en Finnick, luego dio un sorbo a su café con calma—. Si quieres, puedo trasladarme a la habitación de invitados.

Vivían se quedó un poco sorprendida. Entonces, se dio cuenta de que Finnick se refería a esa noche en particular. Sonrojada, objeto:

—Ya que estamos casados, deberíamos dormir en la misma habitación.

—Entonces, ¿No estás enfadado conmigo por lo que hice aquella noche? — preguntó lanzándole una mirada.

Todavía recordaba lo aterrorizada que estaba ella cuando se acercó aquella noche. Su resistencia le hizo sentirse muy incómodo.

Mirándolo avergonzada, dijo:

—No te culpo. Lo que hiciste fue razonable, de todos modos.

—¿Razonable? —Finnick levantó de repente una ceja—¿Por qué?

—¿Eh?

Al no esperar que Finnick siguiera insistiendo, se sintió más avergonzada. Sin embargo, bajo su intensa mirada, se armó de valor y respondió:

—Es porque te humille esa noche. También está el asunto de Fabián...Es normal que te enfades. Después de todo, soy tu mujer.

Finnick se sorprendió aún más, Aunque la respuesta de Vivian fue vaga, él entendió lo que quería decir. «Así que Vivian piensa que le hice eso por posesividad?» se preguntó. Ante ese pensamiento, no pudo evitar reírse.

—¿Por qué? ¿Qué es lo que te hace gracia? preguntó Vivian avergonzada, pensando que había dicho algo malo.

Finnick la miró pensativo. Nunca fue un hombre al que le importara negar las cosas. Tanto su preocupación por Vivian como los celos que sintió al enterarse de la existencia de Fabián le llevaron a darse cuenta de algo.

Estaba empezando desarrollar sentimientos por esa mujer. Con la que se había casado por capricho. Durante muchos años pensó que no volvería enamorarse de nadie. Sin embargo, la mujer predestinada apareció sin más.

Por fortuna, esa mujer ya era su esposa.

Por desgracia, era tan torpe que no se había dado cuenta todavía.

¿Tienes prisa por casarte, señorita?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora