Recordatorio:
Si en algún momento usamos una expresión que no se ajusta al personaje o consideran que no es propia del país, lo lamentamos y pedimos disculpas de antemano, no somos ni argentinos ni mexicanos y lo estamos haciendo mejor que podemos, esperamos comprendan <3.
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Roier lanzó la bomba hacia aquellas lianas, haciendo que el oso se liberase. El de la sudadera roja se sintió horrible al hacerlo. Un dolor en el pecho creció, lleno de impotencia y rabia. ¿Por qué? Porque después de todo no podía matarlo, igualmente él no estaba en su última vida, hubieran quedado en paz.
Finalmente lo había hecho, y se lo agradecía, había hecho bien en confiar en este después de todo. Spreen pudo liberarse tras eso fácilmente de aquellas lianas que lo habían acorralado, deshaciendo el agarre más fácilmente de aquellas que habían llegado incluso a sus brazos. Pero en ese momento, algo inesperado ocurrió. Pensaba que había logrado escapar y la cúpula de protección de la zona ya no existiría, pero antes de poder comprobarlo un gran destello iluminó su alrededor, provenía de la piedra que ahora alzada en el aire brillaba en todo su esplendor. Uno de estos rayos incidió directamente en el oso, paralizándolo completamente y haciendo que un ligero humo blanquecino se desprendiera de este. No fue mucho rato hasta que toda esta cola humificada se introdujo en la piedra, la cual cayó al suelo rebotando en este como una piedra cualquiera. El pelinegro cayó al suelo de igual forma, no estaba inconsciente solo algo aturdido, pero a pesar de todo trataba de levantarse.
Las antorchas de aquellos hombres se apagaron, la protección había desaparecido. Pero no todo había salido como lo habían preparado. El hombre que Roier conocía se acercó a la zona nuevamente, avanzando a pasos gigantescos y con la capucha medio bajada, pudiendo ver en su rostro una mueca que no expresaba demasiada felicidad.
—Qué se supone que hacéis... —exclamó en un gruñido, sobre todo mirando hacia Roier que es quien había hecho el trato.
Roier lo miró, completamente paralizado. Esto daba muy mala espina y sabía que algo iba a salir mal podía notarlo, podía sentirlo.
—No sé que habéis hecho pero se supone que debería de ser más práctico, como una estúpida venganza. —habló— Qué ha sido todo ese espectáculo de... ¿Luces pendejas y esas cosas?
—Roier ya vámonos.... —susurró con cierta pesadez tratando de incorporarse del suelo. Se sentía agotado a pesar de no haber hecho ningún esfuerzo fuera de lo normal.
El hombre miró hacia el pelinegro y frunció el ceño a pesar de no poder ser visto por la oscuridad que ofrecía su capucha.
—Esto no ha acabado. —declaró— Se suponía que ambos debían de participar. Pero no contaba con todo esto, agh. —se quejó bastante insatisfecho. Echó una mirada hacia los que se encontraban a su alrededor, como si les estuviera indicando que estuvieran preparados para cualquier escape de los chicos.
—Me habéis enfadado. —dijo alterado— Me vistes la cara de menso. Yo no pague para esto. Yo no debía participar. —habló con bastante enfado ignorando a Spreen y cualquier cosa que pudiera suceder— Claro que esto no ha acabado, ¿ustedes son unos inútiles!
—Ni siquiera sabes nada de esto. Son cosas que no están a tu alcance, al de ninguno de los dos. Ya irán descubriendo... —mostró una sonrisa algo tétrica. En ese momento sacó del bolsillo de su túnica un especie de walkie talkie que activó apretando un botón.— Fase, cuatro, porcentaje de éxito, setenta por ciento, individuos participantes, dos, individuos resultantes, uno, fase cuatro comple-
Las palabras del hombre fueron cortadas cuando Spreen, quien se encontraba detrás, alzó su hacha para clavarla justamente en la espalda de este. Le había costado mucho esfuerzo, pero debían irse, ya. El hombre cayó de rodillas frente al otro, soltando el aparato que pronto emitió voces desconcertadas sobre el estado del comunicador que hacía unos segundos estaba hablando. El pelinegro respiró profundamente con alteración, colgando su hacha en su espalda y comenzando a correr hacia Roier para tomarlo de la muñeca y salir de allí lo más rápido posible.
—¡No! ¡Espera, wey! —gritó alterado cuando se vio obligado a salir corriendo por el otro.
Al final, se dejó llevar y huyó con Spreen de aquel sitio. Sea lo que sea estaba ya hecho y no podían hacer nada
—A la verga, que demente... —dijo una vez pararon.
Estuvo un rato corriendo sin parar hasta que las piernas le fallaron y un repentino mareo le obligó a soltar a su acompañante y a detenerse. Estaban al comienzo de aquel bosque donde los problemas habían comenzado. Se dejó caer sobre uno de los árboles, resbalando su espalda hasta acabar sentado en este. Estaba muy mareado.
—Qué se supone que fue todo eso boludo...
—Están completamente dementes. Volvamos y les partimos su madre. —sacó la espada— A mí solo me timan en México, un wey así bien pendejo no va a burlarse de mi
—¿Vos estás loco? ¿No viste esas cosas? —en cualquier otro momento hubiera aceptado sin poner una sola pega, pero ahora mismo no se encontraba del todo bien y no iba a arriesgarse.
Miró su brazo donde solía estar el número de vidas que le quedaban, pero en lugar de eso aparecía un signo de interrogación.
—¿Qué? ¿Qué es eso?
Roier se acercó a ver de lo que estaba mirando y vio esa interogacion.
—Ja, mamaste. —sonrió divertido señalando aquella marca— Bueno, al menos estamos jodidos los dos, ni tan mal. —se cruzó de brazos— Aunque probablemente está estupidez nos dará problemas a futuro, seguro que estos tipos planean mierda
Le estaba molestando bastante que se comportara de aquella forma a pesar de haber mostrado que no estaba bien del todo. Aunque, ¿qué razón tendría cuando él había sido el primero en tomárselo a broma cuando ocurrió lo de su perro? A veces necesitaba pensar en ser un poco más compasivo.
—Roier, no es joda. —aclaró con seriedad, mirando a un punto fijo del suelo, tratando de que su visión se estabilizara.
—No me vas a volver a dar pena. —le habló serio— No estás en posición. Tú y yo no somos amigos. —le miró con seriedad durante varios segundos— No debería ni haberte salvado. Haberte salvado me hace sentir muchísimo peor con tus mamadas, a si que no te hagas, pendejo.
Spreen clavó esta vez sus ojos en el otro, por encima de sus gafas. Ni siquiera era una mirada seria, no emitía sensación alguna, era una totalmente perdida. Se puso de pie con cuidado, ayudándose del tronco del árbol en el que se había apoyado. Y sin decirle nada más comenzó a caminar de vuelta por donde habían llegado a ese lugar.
Roier lo siguió, básicamente por qué era el mismo camino para volver a su casa. Prefirió ir en silencio, ya que no quería decir nada más
Durante el camino se podía notar bastante como estaba más despistado. De vez en cuando se tropezaba y seguía caminando como si nada, no miraba a los alrededores, solo caminaba recto para llegar cuanto antes a su "casa". Evitaba a los enemigos en lugar de contraatacar, y solo se cubría con un escudo que casi nunca usaba.
[...]
Finalmente, tras un largo rato, lograron volver a la zona donde vivían. Spreen por su parte ni se despidió del otro, tomó rumbo hacia su bar.
Roier hizo lo mismo, y tampoco trato de evitar algo diferente. Nada de lo que había dicho era mentira y fingir que nada había pasado sería mentir.
Había una gran brecha entre ambos, y eso actualmente era casi imposible de reparar.
Aún así Roier no había sido del todo sincero. Si se preocupaba por Spreen, y si le importaba a pesar de todo. Quería odiarlo, pero los sentimientos nostálgicos eran más fuertes. Aunque quizás el sentimiento que más poder tenía era de darse cuenta que Spreen no lo quería tanto como el contrario a este. El despecho era palpable y no quería asimilarlo, preferiría odiarlo a cualquier cosa a la que pensar.
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GreenPeacen't [Sproier|QSMP] • Cancelada •
FanfictionDicen que incluso en las mejores amistades puede haber algo que las destruya. Que pueden haber dos caras en una misma moneda y lo que puede ser un día un juego, al siguiente puede ser la realidad. Las marcas quedan para siempre en los cuerpos de aqu...