Recordatorio:
Si en algún momento usamos una expresión que no se ajusta al personaje o consideran que no es propia del país, lo lamentamos y pedimos disculpas de antemano, no somos ni argentinos ni mexicanos y lo estamos haciendo mejor que podemos, esperamos comprendan <3.---------------------------------------------------------------------
Nuevamente, Spreen volvió al bar donde anteriormente había tenido aquella conversación con el ser del infierno. Lo había logrado, ni siquiera había sido totalmente consciente de lo sucedido y a decir verdad necesitaba darle una mínima disculpa al otro. Y pensar que todo aquello lo había hecho por... Una vida más. La cual pronto le fue recompensada, contando con un total de cuatro vidas, una más que el resto que pronto se manifestó en la marca de su brazo. El pacto quedó sellado y no debía de decir absolutamente nada de aquel ser, ni siquiera de por qué había hecho aquello. La regla más importante era no desvelar nada que tuviera que ver con la criatura, y así lo prometió.
Bajó del bar nuevamente alumbrando el camino con una antorcha. Paró en el río para limpiar su hacha y sus manos, tratando también de quitar las manchas de su camiseta con el jabón que usaba para hacer las pompas. No sabía si Roier estaría en casa, o siquiera si querría escucharlo, pero quería comprobarlo. Había visto a Missa salir de la casa, y por las dudas esperó a que se marchara para entonces ir a la puerta y abrir esta, dado que todavía seguía teniendo acceso.
-Eh, capo. ¿Todo bien?
Roier estaba arreglando su mochila. Su cara era muy seria y estaba visiblemente molesto. Era bastante notorio ya que usualmente tenía una sonrisa estúpida en la cara. Estaba agarrando sus hortalizas y ordenandolas en silencio para hacer más sitio en su mochila. En silencio se volteó hacia Spreen, pero no dijo nada, así que siguió ordenando en silencio.
Viendo la clara molestia contraria y con todas las razones del mundo, optó por acercarse a él para mirarlo desde un lateral.
-Ya sé que estuvo mal. -dijo directamente- Y por eso vengo a pedirte perdón amigo.
Roier le mantuvo la mirada sería por varios segundos.
- Claro -sonrió muy flojo mientras seguía ordenando su mochila. Su ropa aún tenía sangre, tenía una cicatriz que se veía a través de la rotura de su jersey favorito, ahora destrozado.
-Vos sabés que no haría eso por nada -recalcó dándose a entender que no había sido a posta y que mucho menos porque tuviera algún problema con él. Aunque no pudiera contarle lo que realmente había ocurrido, al menos esperaba que lo comprendiera aunque fuera difícil.
- Por supuesto que no, Spreen. -su tono era tan suave y lento que hacía a cualquiera tensarse. Roier nunca era de responder tan seco y simple.
Estaba comenzando a desesperarse cada vez más por las frases tan cortas del otro y tan carentes de vida. Ni siquiera sabía qué más podía decirle.
-No más quería que supieras. Te conseguiré otro animal si vos querés.
- No, no hace falta. -dijo más seco, a veces mirándole fijamente con la sonrisa de circunstancia más seca de todas. Volcó la mochila boca abajo y tiró su contenido para guardarlo en el cofre- Está bien.
-Insisto amigo. Es lo menos que puedo hacer después de eso. -posó una mano sobre el hombro del otro- ¿Necesitás algo más?
Poco a poco empezó a girar la cabeza hacia el otro de una manera bastante seria, y sin decir nada más, le aparto la mano de su hombro.
-Noo, nada... -le sonrió de nuevo con frialdad y optó por irse de ahí para no tener que hablar con él.
Spreen agachó por unos segundos sus orejas peludas con pena. Genial, gracias a esa estúpida misión ahora Roier había perdido totalmente cualquier ánimo por vivir.
Pronto se recompuso y caminó detrás suya.
-Ché, no tenés por qué hacerte el que no pasa nada. Es obvio que pasa boludo.
-¿Qué ? ¿Qué pasa? A mí no me sucede nada... -sonrió mientras recogía aguacates de los árboles y plantaba algunos más. Abrió su libro de recetas para hacer como que buscaba las recetas para hacer más comida. Estaba ignorándolo completamente, no quería ni mirarle a la cara
El oso frunció el ceño con molestia, cansado de tener que perseguirlo sin que este siquiera le mirara a la cara. En uno de esos momentos en los que se quedó quieto decidió actuar, tomando por ambas manos al otro para estamparlo contra uno de los árboles para que así lo mirara sin tener otra opción.
-Escuchame, ¿me podés decir algo siquiera? -la tensión que tenía dentro era tan grande que ni se había dado cuenta que había clavado sus uñas en las muñecas del moreno.
Eso lo sorprendió bastante. Abrió los ojos con sorpresa mientras lo miraba para luego fruncir con molestia el ceño.
-¿Con qué pinche derecho tu eres el que está enojado? -le gruñó mirándolo fijamente, sintiendo como sus garras se clavaban pero sin querer hacer ningún ruido o queja simplemente por qué ahora estaba muy orgulloso y con el ego frágil. Tenía un leve rubor en sus mejillas el cual se disfrazaba entre vergüenza y rabia- ¿Quién mierda te crees que eres, pendejo?
-Enojate entonces, andás sacado de onda. No me mires y sonrías sin más wacho. Encima ni querés que te recompense, ¿no sabes enojarte? -replicó disminuyendo la fuerza con la que sostenía al otro pegado a aquel árbol.
Roier se libro del agarre y lo empujó con violencia y enfado.
-¿Recompensa? Yo de ti no quiero nada... -dijo lo más frío posible- Oh... No te preocupes. -se acercó agarrándolo de la ropa- Esto no se acaba aquí, tenlo claro. -dijo seco, empujándolo y volviendo a entrar en casa.
El oso no estaba preparado para aquel "contraataque" del otro. Le pilló bastante por sorpresa pero al final, es lo que se había esperado desde un primer momento. Por suerte, pudo mantener el equilibrio en aquellas veces que lo empujó.
-¿Posta? ¿Vas a actuar vengativo? ¿No podés pedirme algo sin más? Re maduro esa actitud, chupame la pija -exclamó siguiéndolo hasta que se quedó en la puerta de la casa sin llegar a entrar.
-¿Vengativo? -sonrió mientras entraba y dejaba los aguacates en el cofre- No. Todo está bien, no te preocupes. -dijo con una sonrisa- Que importa una vida, ¿verdad? No importa nada, ¿a poco no?
-Es obvio sí importa, no te hagas el boludo. Sabés que acá es importante, ya escuchaste al llegar. -respondió todavía desde la puerta, ni siquiera quería entrar ya.
Roier estaba cansado de escucharlo. Se acercó a la puerta con una mirada impasiva.
- ... Spreen quiero que te vayas. Tengo cosas que hacer. -le dijo serio.
-Amigo, serán las tres de la mañana, ¿qué cosa más importante tenés que hacer? -se apoyó en la pared de al lado de la puerta con uno de sus brazos.
El moreno frunció el ceño por la molestia que tenía.
-Nada, ¿verdad? ¿No que lo sabes todo, Spreen? Entonces si tú dices que no tengo nada que hacer, aaah, entonces será cierto... "Capo". ¿Qué quieres hacer, wey? ¡Nos vamos a ponerle bombas a alguien o mejor me matas de nuevo! ¡Si! Verás, no me siento cómodo con las vidas actuales que me quedan. ¿Quizás tendrías que esperar a que adopte a alguna tortuguita para matarla también, verdad?
-Okey, ya. -rodó los ojos, cruzándose de brazos ante su respuesta- Vos sabés que aquello no fue por nada, ya te dije. Pero ya qué, quedate acá con tus tacos. Dormiré en el bar.
Que le echara en cara aquello le había faltado a su orgullo, y más sabiendo que tenía razón. Pero probablemente no se la daría de nuevo. Así era. Sin más se dio media vuelta para marcharse, sin siquiera decirle un simple adiós. Únicamente esfumándose entre la oscuridad de la noche.
Roier sólo lo siguió con la mirada hasta que este desapareció en la lejanía. Entonces se acercó a la puerta y cambió la lista de los permitidos, sacando a Spreen.
-Por supuesto que no, Spreen. -murmuró con una mueca de desagrado- Claro que no fue por nada... -dejó sus cosas y abrió la otra puerta cifrada, bajando hasta su zona de cofres.
Lo prepararía todo, quería venganza, quería devolvérsela. Ahora no había nada más que rencor y odio.
[...]
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GreenPeacen't [Sproier|QSMP] • Cancelada •
Fiksi PenggemarDicen que incluso en las mejores amistades puede haber algo que las destruya. Que pueden haber dos caras en una misma moneda y lo que puede ser un día un juego, al siguiente puede ser la realidad. Las marcas quedan para siempre en los cuerpos de aqu...