Capítulo - 5 El apagón

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Plaf, se fue la luz... Nos hemos quedemos a oscuras.

Hubo un apagón. Toda la discoteca se quedó en silencio. Los focos se habían apagado. La música se detuvo. La gente se quedó unos segundos en silencio. Poco después todo el mundo empezó a gritar y a silbar pidiendo explicaciones por lo sucedido.

Al fondo se oyó decir a uno de los dueños de la discoteca que habían tenido problemas técnicos, pero que enseguida volvería todo a la normalidad y que disculpásemos las molestias. La gente se quedó más tranquila y a la espera al escuchar eso.

—Pero ¿qué narices habrá pasado? —dijo Nidala.

—Supuestamente, una sobrecarga de corriente. Aquí, como puedes comprobar, hay muchos aparatos electrónicos tirando de energía

—decía Yshiro.

—Vaya, Yshiro, si entiendes de energía eléctrica... ¿Cómo es posible? —le preguntó Tara sin andarse con rodeos.

—Bueno, entender no es que entienda mucho, pero ¿quién no sabe algo así? Es una de las cosas más básicas del mundo —dijo.

Mientras ellos hablaban y discutían lo sucedido yo experimenté una sensación muy extraña; noté cómo mis ojos aclaraban el entorno. Estaba todo a oscuras, pero de repente pude ver muy claramente: distinguí los rostros y cuerpos de las personas que tenía cerca, diferenciaba cada giro y gesto que hacían... «Esto no es muy normal», pensé y ante mi duda les pregunté a ellos:

—¿Podéis ver algo vosotros, distinguir el rostro que tenéis cerca? ¡Decidme!

Enseguida contestó Nidala:

—No, aquí no se distingue nada, Araci. Al menos yo no veo nada.

—Y vosotros, Tara e Yshiro, ¿podéis ver algo?

—¡Que va, nada!

—No se ve nada —respondió Yshiro —. No puedo ver ni la cara que tengo delante.

Mientras hablamos volvió todo a la normalidad. Estuvimos allí sentados un rato más terminándonos las bebidas. Después salimos de la discoteca. Ya era bastante tarde, empezaba a amanecer, así que decidimos irnos en busca del coche para volver a casa y descansar un rato.

—Bueno, Yshiro, nosotras nos vamos a casa, que es tarde.

Yo me quedaré por aquí un poco más —dijo—. ¿Alguna quiere quedarse un rato más conmigo? ¡Eh!, ¿qué me dices tú, Nidala, te quedas? Después te acercaré hasta tú casa.

Mientras preguntó se rascó la cabeza como indeciso. Nidala no sabía qué hacer; se quedó un poco cortada.

—¡Venga, quédate con él un rato más! —la animé—. Por mí no lo hagas. Yo me voy ahora a casa y me echo a descansar. Además, está Tara conmigo, no me quedaré sola y ya me encuentro mucho mejor. No te preocupes por mi y ve con él... Diviértete.

—Está bien, me quedo con Yshiro un poco más. Después nos iremos a desayunar, que empiezo a tener hambre.

Tara y yo nos despedimos de ellos y nos fuimos a recoger el coche para irnos a casa. Cuando montamos Tara me preguntó si realmente creía que Yshiro estaba enamorado de Nidala o si sólo era una broma que le había gastado.

—¡Broma!, ¡qué va, mujer! ¿No te das cuenta de cómo Yshiro mira a Nidala?

—Mirar, lo que es mirar creo qué Yshiro mira a todas por igual. Si es que esa mirada es porque le gusta alguien..., entonces Yshiro está enamorado de todas las mujeres —me contestó.

—Me eché a reír y le dije:

—No, estás equivocada. Tanto Yshiro como Nidala se gustan, están el uno por el otro, ya lo verás.

Estupor SobrenaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora