Capítulo - 2 La mañana siguiente

5 0 0
                                    

Cuando desperté al día siguiente me encontraba perfectamente bien; había descansado de maravilla. Salí de la cama y me dirigí al baño.

En ese instante vi a Nidala, que salía de su dormitorio.

—¡Buenos días, Nidala! ¿Qué tal, has descansado? Yo me siento mucho mejor hoy.... ¿y tú, qué tal estás?

—Bueno, no he descansado muy allá... He estado toda la noche a dormivela y ahora me siento cansada y con dolor de cabeza. Pero no es nada, me tomaré un comprimido y solucionado. Un simple dolor de cabeza no para el mundo —decía mientras se dirigía al baño para coger del botiquín un comprimido para el dolor de cabeza. Lo cogido, cerró el botiquín y se fue a tomárselo a la cocina.

—¡Arací!... —me llamaba desde la cocina. —Oye, voy a preparar un café ¿Quieres qué prepare uno para ti?

—Está bien, Nidala. Hazme un café, pero que esté bien cargado y, por favor, ponle un chorreón de leche descremada —le decía en voz alta desde el baño.

Estando Nidala preparando los cafés en la cocina yo me daba una ducha de agua templada y me aseaba. Cuando terminé me puse el albornoz y fui a la cocina para tomarme el café junto a Nidala, que me esperaba para tomarlo juntas. Al terminarlo ella entró en el aseo y yo fui al dormitorio a vestirme.

Entré. Cuando me disponía a abrir el armario llamaron a la puerta. Fui a ver de quien se trataba: Tara.

—¡Hola! —me saludó al tiempo que entraba al salón.

—¡Hola, Tara! ¿Cómo tú por aquí? Pasa a la cocina si quieres y tómate un café. Sírvete tú misma. Está recién hecho. Mientras voy a vestirme. Enseguida estoy contigo.

—¿Y Nidala? ¿Está por aquí? —me preguntó.

—Está aseándose. No creo que tarde —le respondí en voz alta ya desde mi dormitorio mientras entraba en el vestidor.

Estuve un rato en el vestidor decidiendo que ponerme. Al cabo de un buen rato salí vestida como siempre, de ultimo diseño: pantalón vaquero, blusa ajustada de color negra y botas altas. Habiendo terminado de vestirme, me fui hacia el salón, donde estaban las dos esperándome.

Habían estado hablando entre ellas mientras tanto. Me hicieron saber que saldríamos a almorzar las tres juntas y que después íbamos a ir de compras.

—Vamos, te maquillo y peino, Araci —me dejo Nidala, mientras me desenvolvía la toalla que aún llevaba puesta en mi cabeza y soltaba mi cabello.

Nos fuimos al baño para maquillarme, y para tener una buena imagen me aliso mi larga melena negra. Mientras tanto Tara miraba cómo me arreglaba el pelo.

—¡Vaya manos que tiene Nidala! ¿Verdad que si, Araci? —dijo.

—¡Desde luego! Hace cada peinado que quita el hipo —respondí bromeando y sonriendo.

Cuando acabo de peinarme y maquillarme le pregunté a Nidala:

—¿Qué pensáis hacer? Yo creo que deberíamos recoger un poco el apartamento antes de salir o, por lo menos, hacer las camas, ya que hoy es sábado y la asistenta no vendrá. Sabes que no viene en todo el fin de semana.

—¡Y qué más da que esté sin recoger estos días!, no pasa nada. Que recoja la asistenta cuando vuelva, para eso se le paga. Nosotras ahora vamos a tomarnos el día libre, a salir por ahí y a divertirnos. Y esta noche, aunque hayamos estado todo el día fuera, vamos a salir a bailar a la discoteca. ¿Te vendrás con nosotras, Arací? ¡Eh!... ¿vendrás? Nos lo pasaremos bien, —me decía Nidala.

—¡Claro que sí! No tengo mejor cosa que hacer, a no ser que me vuelva a sentir mal como ayer. Esta noche no me quita nadie que salgamos por ahí las tres. Va a ser muy divertido, nos lo pasaremos bien.

Estupor SobrenaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora