Capítulo - 12 El misterio de lo que ocurrió

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Pasaron tres horas y me desperté. Me dirigí directamente al salón para asegurarme de que Syler aún se encontraba en casa. Eran cerca de las nueve de la mañana. Recordé que se había quedado dormido sobre el sofá después de una larga y dura pelea.

¡Oh, Dios mío!, también recordé que había matado a ese tío. Me estremecí: un escalofrió recorrido todo mi cuerpo mientras me aproximaba. Iba pasillo adelante y conseguía oír cómo las gotas de agua golpeaban en las ventanas. Caían sin descanso y chocaban fuertes sobre sus cornisas y cristales. Supe que la tormenta aún no había cesado. Llovía y soplaba el viento todavía con mucha fuerza. La ciudad se encontraba cubierta por un manto de nubes negras que dejaba un día triste y oscuro.

Llegué a la entrada del salón y justo ahí oí el estruendo de un trueno que caía en ese mismo momento. Me sobresalte del impacto y me eché a temblar mientras me asomaba por la abertura de la puerta y comprobaba que Syler aún seguía en casa.

Al ver que estaba tumbado y dormido sobre el sofá me llené de confianza. Pensé que pronto sabría qué fue lo que había sucedido la noche anterior en la carretera. Me lo pregunté una y otra vez qué seria aquel extraño suceso y qué era lo que había ocurrido después de haber matado aquel tío, o monstruo, o ser, o lo que fuera. De lo que sí estaba segura era de que aquel tío no era un ser humano. Eso me hizo sentir más tranquila, pues al menos no había dejado restos, ni siquiera un cadáver que pueda comprometerle. Se asomó por las comisuras de mi boca una sonrisilla de alivio y suspiré. ¿Quién podría saber que Syler había asesinado a ese tío si no había pruebas?

Sólo estaba segura de una cosa: de la cantidad de preguntas que se me acumulaban y que pretendía hacerle en cuanto tuviese oportunidad.

Vi que aún seguía dormido, así que me giré al baño para despejarme y asearme un poco. Después prepararía un desayuno para dos, tres, o cuatro personas, según quienes estuviese en casa en ese momento. Tendría que ir a comprobar si había llegado Nidala con Yshiro o no.

Estando en el baño acabando de darme una ducha, golpearon la puerta. Era Nidala, que quería entrar. Le respondí que esperara un momento, que enseguida salía. Justo después me fui a vestir y acto seguido fui a preparar un poco de café. Nos vendría bien a todos.

Estando en la cocina, frente a la vitrocerámica y a punto de servir el café en sus respectivas tazas, entró Syler y me dio los buenos días, a lo que yo respondí inmediatamente. Acto seguido se sentó a la mesa con una mirada triste y pérdida. Segundos más tarde me preguntó:

—¿Estás, bien?

—Sí, se puede decir que si ¿Tú qué tal te encuentras?

—Cansado..., pero eso es algo sin importancia si tú estás bien.

—Sí, estoy bien de verdad, gracias. Aunque siento haberte metido en aquella absurda pelea anoche. Pero...

—Nada, tranquila, no tienes que darme ninguna explicación.

—En cambio yo creo que deberíamos hablar. No entiendo nada. Tengo un montón de preguntas sin aclarar —le decía mientas le ofrecía el café —¿Lo quieres con leche o solo?

Lo tomaré solo, gracias.

Me senté a tomar el café justo en la silla que se encontraba delante de él para poder observar bien su rostro mientras hablábamos. Quise pedirle una explicación sobre el acontecimiento tan extraño que presencié, pero cuando fui a pronunciar la primera palabra entraba Nidala en la cocina dando los buenos días. Le respondimos los dos. Poco después se sentaba a desayunar a nuestro lado y me preguntó:

—¿Dónde te metiste anoche? Estuvimos buscándote. No te encontramos y me preocupé. ¿Sabes, Araci?, al parecer hubo una pelea

anoche allí mismo, en la discoteca.

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