6. La desaparición

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                                                                                             6

                                                                               La desaparición

—Sinceramente, Mía, yo, al menos yo, creo que sí.

—Vale... Bueno, gracias por responderme.

—A ti Mía, que tengas un buen día.

—Chao.

—Chao.

Ahí se acabó la conversación entre Mía y el oficial de policía, Mía, después del interrogatorio, tenía una mezcla de sentimientos desagradables, como ira, rabia, tristeza, impotencia, etc.

—¿Por qué a Sara? ¿Por qué ahora? — se preguntaba constantemente. Ella pensaba, que, por algún motivo, la cosa que secuestraba y mataba a las personas no era humana. Y ella creía esto porque un día vio un cadáver de alguien sin querer, era horrible, y no, no se lo puede sacar de la mente. Lo que pasa es que Mía estaba un poco paranoica, porque justo había acabado de ver la serie Stranger Things, y bueno, según ella, se parecía bastante a lo que pasa en la serie.

Mía, cada noche se ponía a pensar, se tumbaba en su cama, rezando para que Sara está viva, y ella, ella lo presentía, no sabía cómo, pero Mía sabía que sí, Sara estaba viva. Solo tenía que comprobarlo.

Para ello, Mía tuvo que mudarse al pueblo en el que vivía Sara, cosa que le chocó un poco, porque pasó de vivir en una ciudad costera de California a vivir en una ciudad en el centro de Nueva Jersey.

Cosa que no le gustó mucho a Mía.

"Lo importante es que es por Sara" Pensó Mía

—¿Preparada para ver tu nueva casa Mía?— Le preguntó la madre de Mía a Mía.

Mía no tenía padre, o sea, tuvo padre hasta los siete años, su padre era conductor de trenes, cuando un día, hubo un atentado en el tren, habían puesto una bomba y cortado los frenos del tren, cuando quedaban 30 segundos para que la bomba explotara, el tren llegó a la última estación, donde chocó contra la pared, el padre de Mía, murió en el acto, junto a 43 personas que iban en el primer vagón, las 129 restantes, sobrevivieron, pero quedaban 7 segundos para que explotara la bomba, como el conductor había muerto, no pudo abrir las puertas, y bueno, la bomba explotó y murieron todos.

—Sí, mamá, a ver como es, ni me pediste opinión.— Respondió Mía con un tono alto.

—Primero de todo, Mía, todos estamos marcados por lo de Sara, pero eso no es motivo para que me hables así, y segundo, siempre dices que no a todo, hubiera sido tontería preguntarte.

—Vale Mamá, lo siento.

—Muy bien hija, lo importante es que lo entiendes, y te responsabilizas de tus actos, ¿te parece bien que después de la mudanza vayamos a tomar helado?

—OK mamá.

El coche en el que iba Mía y su madre llegó antes que el camión de mudanzas, así que tuvieron que esperar media hora hasta que llegara el camión.

—Mamá.

—¿Qué pasa Mía?

—¿Puedo ayudarte con las cajas?-

—Claro, pero no cojas mucho peso, no vaya a ser que te hagas daño o algo, no me gustaría otra desgracia.

—Vale, tendré cuidado.

Mía empezó a bajar las cajas del camión superrápido. En 20 minutos, ya las habían bajado todas, ahora quedaba ordenar todo.

—Mamá odio la parte de decorar.

SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora