7. Volver a empezar sin ella

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                                                                                                     7

                                                                         Volver a empezar sin ella

—Hola, Mía — dijo Sara.

Mía se volvió a despertar, otra vez, la misma pesadilla, desde que desapareció Sara, no para de soñar con ella saludando.

—madre mía, tío, ¿qué he hecho para esto?— se preguntaba mía constantemente

Ya eran las 7:00 de la mañana, así que Mía salió de su cama, desayunó un café, como siempre, se vistió, se peinó, se maquilló y preparó todo para irse al instituto. Le dio un beso en la mejilla a su madre, un beso de despedida, y se fue al colegio. Tenía que volver a empezar desde 0, cosa que fue un poco difícil, porque estaban a mitad de curso, ya habían pasado las vacaciones de verano y de Navidad, estaban a enero. Ahora se tenía que buscar nuevas amigas y también se tenía que poner al día con los estudios, pero tuvo suerte, en el instituto al que iba Sara iban un poco atrasados, así que Mía se pudo incorporar rápidamente.

—¿¡Mía que estás haciendo?!— gritó la maestra de Mía muy enfadada.

—emm, escucharte.— dijo Mía confundida.

—Ay, perdóname Mía no iba a ti, me he liado, iba a Alejandra.

—¿Perdona? Maestra, no sé qué estás diciendo, pero yo, la más diva y pija de este instituto, ¿qué voy a estar haciendo mal?— dijo Alejandra en un tono en el que parecía que quería que le den dos puñetazos.

—¡ALEJANDRA!— gritó la maestra enfurecida. —Quién te crees que eres para hablarme así, castigada en el pasillo, y que sepas que te llevas dos partes para tu casita.— dijo la maestra.

—esto no puede ser. "buaaaaaa..." — Alejandra se fue llorando al baño.

—perdón Mía de verdad...— dijo la maestra arrepentida.

—Tranquila maestra, todo el mundo comete errores.

Mía se aguantó la risa, pues Alejandra, era una de las 2 que le hacían bullying en el instituto al que iba con Sara, en California, antes de que Sara se mudara a Nueva Jersey.

Mía llegó a casa enfadada, pues se había dado cuenta de que no fue a tomar el helado con su madre.

—¿Mía qué te pasa?— preguntó su madre preocupada.

—El helado.

—alaaa, es verdad, lo siento mucho de verdad, con todo esto se me ha olvidado, perdón, te lo juro.

—tranquila mamá, luego podemos ir si quieres.

—Vale, hija, lo siento.

—Tranquila mamá.

Mía fue a un parque que había cerca de su casa, a unos columpios, y se llevó sus auriculares inalámbricos y su móvil, y se sentó en un columpio a escuchar música hasta que su madre le fuera a recoger para ir a por el helado.

Cuando Mía llevaba cinco minutos en el parque, llegó un chico, era Unai, el chico que le gustaba a Sara. Y a Mía le empezaba a gustar también, pero era tan buena amiga, que aunque Sara está desaparecida, le dejará Unai para ella.

—Hola, ¿tú eres Mía, verdad?— dijo Unai dirigiéndose a Mía.

—Hola Unai, sí, soy Mía.

—encantado de conocerte Mía, ¿pero como sabes como me llamo?

—¿Te acuerdas de Sara?

—¿La que desapareció hace dos días?

—Sí, ella.

—¿qué pasa con Sara?

—Pues me hablaba mucho de ti.

—No te entiendo.

—Era mi única, y mejor amiga, y le caías muy bien, aunque no te fijaras en ella y solo en las populares.

—¿eso es verdad?

—Sí...

—Pues ahora me siento fatal, no me daba cuenta, me manipulaban.

—no es tu culpa, es culpa, por ejemplo, de Alejandra, porque cuando Sara y yo vivíamos en California, nos hacían bullying, y lo pasamos fatal.

—¡¡Mía, vamos!!— gritó la madre de Mía.

—Ya voy mamá.

—Bueno, Unai, me tengo que ir, nos vemos el lunes.

—Adiós, hasta el lunes.

—Hola mamá.

—Hola Mía, te he estado llamando y como no me lo cogías he venido asustada.-

—Perdón, mamá, es que estaba con un amigo y como no tenía los auriculares, no me ha sonado.-

—Hija, ten más cuidado que con la que está cayendo

—vale tendré más cuidado.

—bueno, vamos a la heladería.— respondió su mamá.

Fueron a tres heladerías y estaban cerradas, pero cuando ya no quedaban esperanzas encontraron una, la más famosa del barrio.

—¿de qué quieres el helado, Mía?

—¿Puede ser de dos bolas?

—Sí.

—Pues... Me apetece fresa y chicle, el rosa y el azul.

—Vale, a mí me apetece un sorbete de limón, por favor.

—Serán 4 dólares con 50 centavos por favor.

—Tenga.

—¡Gracias por su compra!— dijo la dependienta.

Cuando Mía y su madre se fueron a sentar, no sabían si sentarse afuera o a dentro, porque a pesar de estar el enero, hacía bastante calor, así que eligieron fuera. Cuando se salieron del establecimiento para ir a su terraza, había una pared que decía: «»NIÑA DESAPARECIDA: NOMBRE: SARA. ASPECTO: 16 AÑOS, PELO CASTAÑO Y LARGO, OJOS AZULES Y SONRISA BLANCA. LE GUSTA TODO LO QUE TENGA QUE VER CON LOS 80 s. RECOMPENSA: 25.000 DÓLARES. TELÉFONOS DE CONTACTO: 666 66 66 66 Y 655 55 55.

Mía miró a su madre y se dieron un fuerte abrazo.

—Tranquila, la encontraremos.— le dijo la madre de Mía en un tono tranquilizador.

SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora