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-Sí, bueno ¿Quién habla? -. Preguntaron del otro lado de la línea.

Al escuchar la voz del mexicano su corazón empezó a latir cada vez más rápido, se había puesto nervioso, cosa que había provocado que se quedara callado por unos instantes, pero que para Sergio fueron eternos.

-Si no responden voy a cortar y bloquear este número -advirtió impaciente.

-Mañana a las ocho de la mañana. Trae lo necesario para quedarte una semana, enseguida te paso la dirección -colgó con el sentimiento de un puberto declarándosele a la chica que le gusta.

Sergio que inmediatamente había reconocido la voz, se quedó estático en cuanto la escuchó, pensaba que el británico era un desgraciado, ni siquiera le había dado el tiempo de articular palabra alguna y este le había colgado.

-Pero y este cabrón ¿Quién se cree que es? -se dijo molesto frunciendo el ceño, segundos después una notificación de mensaje apareció en su pantalla, lo abrió y vio que era la dirección que el británico le dijo que le pasaría.

No le tomó importancia y dejó su celular a un lado volviéndose a sentar en el sofá a seguir viendo su serie favorita "Vivir sin permiso", pero dentro de él algo se removía y no lo dejaba concentrarse. Era una sensación molesta e incómoda ya no estaba a gusto viendo su serie, cambió de posición para así poder "mejorar" esa situación, pero tuvo un rotundo fracaso. Un intento más y nada. Cansado de esa situación se levantó a regañadientes a buscar su celular que había sido arrastrado lejos de él por sus constantes movimientos.

Se acostó nuevamente con su celular en manos y abrió el mensaje del británico.

Dirección: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

"No vayas a llegar tarde o habrá consecuencias, te estaré esperando"

-Puff -bufó con una sonrisa en el rostro. Procedió a agregarlo en sus contactos.

"El estúpido del patín"

Sonrió aún más por recordar porque le había puesto así.

Apagó la pantalla y subió a su habitación a preparar lo que se llevaría esos días que se quedaría con el británico, al fin y al cabo, no tenía nada mejor que hacer. Su padre había regresado a México para resolver unos asuntos y no volvería hasta la otra semana. Mientras se disponía a dormir un golpe de realidad arruinó sus planes ¿Por qué le haría caso al británico estúpido ese? Sí, había perdido la apuesta, pero eso no significaba que se lo tomara tan enserio. Convencido de que no ir era lo correcto, se dispuso a dormir.

Por otro lado, el británico no paraba de pensar en el día de mañana ¿Cuáles serían las tareas que le encargaría al mexicano? Y de que también podían aprovechar ese tiempo para hablar sobre el tema del matrimonio. Una vez más revisó el chat del mexicano para comprobar nuevamente de que había leído el mensaje. Sonrió al ver el apodo con el que lo había agendado.

"Conejito Sabroso"

Los dientes del mexicano le parecían de lo más adorable, hacían que su sonrisa resplandeciera demasiado, opacando a cualquier otro ser que estuviera en el campo de visión del mexicano. También pensaba en el apodo de "Viejo Sabroso" había confirmado que estaba sabroso, pero de viejo no tenía nada, pensando en cómo se había ganado ese apodo cayó dormido.

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La luz del día iluminaba el rostro del mexicano quien dormía cómodamente en su amplia cama. Empezaba a estirarse y como un rayo le llegó el mensaje recordatorio de Hamilton. Sobresaltado se giró hacía su reloj que marcaban las diez de la mañana.

MATRIMONIO ARREGLADO || CHEWISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora