Las vacaciones de navidad habían llegado. Los estudiantes estaban felices y ahora libres de poder celebrar las fiestas en casa, con sus familias.
Blair le hizo la invitación a Hermione de que fuera a su casa a pasar al menos una noche. Pero la Gryffindor tuvo que rechazarla ya que no quería ser una molestia para ella o su madre. Aunque la realidad era, que no quería estar rodeada de todas embusteras serpientes que el hermano de su mejor amiga había invitado como lo hacía cada año, arruinándole una parte de las festividades a Blair.
Solo ella y su madre, alrededor de siete andrajosos, molestosos pero guapos y calientes chicos, sacando a Blaise de 'guapos y calientes' claramente.
El viaje en tren hacia la mansión Zabini no fue tan largo, para la suerte de Blair. Salió corriendo de las miradas intensas de Tom y Theo sobre ella, quemando su piel. Huyó de los coqueteos de Mattheo. De los comentarios sexuales de Blaise, Regulus y Draco. Y último pero no menos importante, de las dulces sonrisas que Enzo a veces le regalaba.
Ella sabía que él solo lo hacía para obtener algo a cambio. Lorenzo solo se ocultaba detrás de una máscara, tapando todo lo que era en una sonrisa bonita. Pero la realidad es que era igual que ese grupo de serpientes engañosas, se podría decir que incluso peor.
—Mi princesa hermosa. —la soltera pero hermosa y adinerada señora Zabini saludo a su hija con un dulce abrazo—. Merlín, me hiciste tanta falta. —Blair solo respondió con una sonrisita.
Después, la mujer pasó a saludar a su hijo y a sus amigos con una sonrisa y abrazó que seguro, esos pobres niños necesitaban después de todo lo que pasaban en casa y en Hogwarts. Los dejó pasar a su 'humilde' morada, dejando que los elfos se encargaran del equipaje en las respectivas habitaciones que ya habían preparado para los invitados.
—Habrá una cena a las 19. Estén listos antes de esa hora por favor, tendremos más invitados. —anunció la mujer hacia los demás. Ellos solo respondieron con una rápido asentimiento y se largaron.
En el camino, Blair apuraba el paso para dejar a los siete atrás y que la dejaran en paz. Solo quería llegar a su habitación a descansar, estaba exhausta.
—¿No me dejarás entras, preciosa? —Blair cerró la puerta justo en la cara de Mattheo, que mantenía en ese momento una sonrisa pícara—. ¿Eso es un no?
Blair negó levemente mientras se alejaba de la puerta y se movía para cambiarse de ropa por una más cómoda, luego se giró a su cama. Prefirió dormir por un rato, al menos hasta que fuera la hora de la cena. Realmente estaba muy cansada. Así que durmió por al menos tres horas hasta que sonó su alarma.
Se quejó pero se apresuró a meterse al baño para ducharse. Quito toda su ropa y metió a la ducha, sintiendo el agua bajando por su cuerpo. Estaba disfrutando de la sensación cuando unas manos de más se colaron en su cuerpo. Y unos besos húmedos en su cuello le puso la piel de gallina.
—Mhm, ¿qué haces? —preguntó disfrutando de las caricias que le estaban proporcionando. No tuvo que darse vuelta, ya sabía quien era.
—Shh. —la calló con su dedo sobre sus labios—. Solo déjate llevar. —susurró en su oído.
—Enzo... —gimió al sentir la mano de Lorenzo colarse por entre sus piernas y comenzar a jugar con su botón de placer. Las piernas de Blair temblaron ante la estimulación en su coño. Enzo la sostuvo con un brazo en su cintura. De igual manera ella se sostuvo de la pared—. Oh, mierda. —chilló en cuanto Enzo introdujo dos dedos en su interior.
Comenzó a sacarlos y a meterlos seguidamente, sacándole gemidos a Blair. Amaba oírla gemir su nombre.
—¿Necesitas de mi, princesa? —preguntó con los labios pegados a su oreja, sin dejar de embestirla con sus dedos.
—Oh, sí. Por favor. —respondió ansiosa de sentir su polla.
Enzo le indicó que se recostará a la pared. Ella obedeció y pegó su pecho a la pared, dejando su trasero a la disposición de Berkshire. Su coño goteante hipnotizó a Lorenzo. Quería comerle el coño, pero no había tiempo. Así que aprovecho lo húmeda que estaba para penétratela fácilmente.
Lorenzo echó la cabeza hacia atrás, procesando el placer que empezaba a sentir. Las paredes vaginales de la morena lo tomaron con dulzura. Él siseó cuando Blair lo apretó de la nada.
—¿Quieres que le corra? —le pregunto irónico, acariciando su culo tan suave—. Deja de apretarme así entonces.
Comenzó con embestidas suaves que le sacaban pequeños jadeos a Blair. Luego aceleró la velocidad, chocando su pelvis contra su trasero, creando un ruido de aplausos.
—Oh, Enzo. Te sientes tan bien. —gimió nuevamente la morena. Sus manos comenzaron a resbalarse por la pared húmeda.
Enzo rápidamente notó esto y le dio vuelta, cargándola en sus brazos sin salir de su cavidad. Blair se sostuvo de sus hombros y dejó que él la embistiera con fuerza. Ambos estaban apunto de terminar. Solo faltaron una par de estocadas para que los dos se corrieran al mismo tiempo.
Aún con algo de energía, terminaron de bañarse y de vestirse. Salieron corriendo hacia la cena donde ya habían varios invitados charlando con otros.
Blair se apresuró a sentarse sin percatarse de quienes estaban a su lado. De no ser porque una mano grande y pálida se posó en su muslo, giró de inmediato a ver a Tom y a Mattheo, viéndola con enojo.
—Así que, ¿Berkshire, en serio? —Tom alzo sus cejas, con algo de disgusto al nombrar a Enzo y a imaginarse lo que pasó entre ellos.
—No sé de qué hablas. —ignoró a los dos Riddle. Los maldijo cuando Mattheo hizo a un lado su cabello, descubriendo las marcas que Enzo había dejado en su cuello.
—¿Te follaste a Lorenzo cuando te insistí para ser tu primera opción? —le recriminó Mattheo cruzando de brazos y con el ceño fruncido.
—De esta no te salvas, Zabini. —le murmuraron ambos Riddle en sus dos oídos, dejándola temerosa.
Oh, oh.