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Evan

¿Sabía algo de Leah?

Sí.

Sabía que estaba en Italia, como siempre lo quisimos... porque sí, yo también quería ir a Italia con ella. Quería ver cada parte del mundo a su lado. Su madre me lo contó porque llamé a su casa y ahí fue donde me dijo que estaba de viaje.

En la llamada, comentó que me había equivocado y que era un idiota por haberla dejado ir, que debía arreglar todo con Emma e ir por su hija.

Y lo haría.

En cuanto al viaje, me ponía feliz por ella; era su sueño recorrer el lugar donde debió nacer y ser. ¿Quería estar con ella ahora mismo? Obviamente, no me perdería la vista de su hermoso rostro siendo iluminado por Verona.

Pero ahora necesitaba decirle a Emma la verdad.

Ya lo tenía planeado todo; había preparado su comida favorita y algunos snacks que comía mucho debido al embarazo. Supongo que quería hacerle menos amarga la confesión y el momento.

Esperaba lograrlo y que termináramos en buenas condiciones.

El timbre sonó y supe que era ella; fui a abrirle y me saludó con un largo abrazo. Digamos que ahora estaba más calmada, y cariñosa; era bueno porque siento que tal vez derrumbara un poco esa dureza que la caracterizaba.

—¿Preparaste algo de cenar? —preguntó mientras se dirigía a la cocina.

—¡Claro! —dije algo emocionado. Para mí, cocinar era algo que no se me daba muy bien pero cuando le ponía esfuerzo, me salía de maravilla.

Después de que le hubiera servido, se sentó para comer e hice lo mismo. No sabía si comenzar a hablar del tema ya o esperar a que terminara. Los nervios me consumían y debía soltarlo de una vez; sentí que si dejaba pasar más tiempo, quizás no se lo diría.

Carraspeé suavemente para hablar, pero ella se adelantó.

—Quiero decirte algo, Mi Ev. —suspiró y puso su mano sobre la mía para acariciarla —Gracias por tratarme tan bien, incluso cuando yo no lo fui contigo. Ahora que me siento diferente, he podido analizar mi comportamiento y ha estado mal; te pido perdón por eso y seré mejor.—me sonrió dulcemente.

Mi pecho se estrujó.

De repente me sentí mal. Se notaba su esfuerzo y disposición por cambiar su actitud conmigo. ¿Eso me haría posponer la verdad?

—Aprecio de verdad el que digas eso, Em. Y estoy seguro de que serás una mejor esposa... pero con alguien más. —su rostro pasó de uno feliz a uno totalmente frío y amenazador. Temía en estos momentos de lo que fuera a suceder.

Dejó los cubiertos a un lado del plato y suspiró fuertemente, como si en el fondo ya se lo esperara.

-Es por Leah, ¿Verdad? —su voz se escuchaba algo entrecortada pero trataba de mantenerla firme.

—¿Qué? No, no, no solo es por ella —alzó sus cejas como si estuviera indignada —es decir, es por mí, por nosotros, Em. Siento que esto no funcionará.

-¿Y por qué crees eso, Evan? —elevó su tono —¿No es suficiente todo lo que hago? ¡¿No soy lo que quieres?! ¡¿Es que acaso no me amas?!

-Emma, cálmate.

-¡Emma, nada! ¿Me amas o no? — se acercó hasta a mí y se cruzó de brazos esperando una respuesta.

¿Qué debía decirle?

No la amaba de la forma correcta; yo amaba a Leah.

Suspiré a la vez que apretaba mis manos para responderle.

—No.

—¿No qué? —susurró.

—No te amo, Em, pero esperamos un hijo juntos y créeme que responderé y seré el mejor padr-

No pude terminar la oración porque fui interrumpido por un puñado de comida en mi cara. Tenía pasta en el cabello, los ojos, en todas partes lo que me llevó a quitarla rápidamente para después intentar calmarla.

—¡Cállate! ¡Cállate! —empezó a llorar histérica.

Yo solo la abracé aunque casi no se dejaba porque intentaba zafarse, yo no la dejé y solo me dediqué a hablarle al oído.

—Em... todo está bien, no me iré o no los abandonaré si eso es lo que te preocupa, —ya había dejado de forcejear —sólo entiende que aunque nos esforcemos, esto no resultará. Te amo, pero no de esa manera.

Notablemente y algo raro, es que se había calmado muy rápido, como dije, ella te podía sorprender.

—Bien... en parte lo comprendo, pero si lo intentamos de nuevo y con la motivación que te daré, seguro que esto sí funcionará. — rompió el abrazo y me miró con un aire de superioridad.

—¿De qué estás hablando, Em? — solté, nervioso. La boca se me empezaba a secar. En mi mente se cruzó la idea de lo que estaba a punto de decirme.

—Si te vas con la persona que creo que es la culpable de todo esto, créeme que te haré la vida imposible y ella te odiará por lo que le diré de ti y sobre lo que le escondes.

Tragué duro.

Había cometido el error de contarle aquel secreto a Emma, en estos momentos me arrepentí de cada palabra que salió de mi boca alguna vez.

—Emma, tú sabes que eso no es tu asunto y no tienes el derecho ¿Sabes el daño que le harías? — arrugué el ceño. Ya me estaba enojando.

—Sé perfectamente lo que causaría. —rió irónicamente mientras caminaba lentamente hacia la mesa —ella se enojará tanto contigo por no haberle dicho nunca nada, te echará y tú la perderás. Perfecto, ¿No?

Mis ojos estaban enrojecidos y llorosos. La ira que tenía en ese momento era inexplicable. Emma no podía juzgarme por algo así; era muy delicado el asunto y yo no quería soltárselo de cualquier manera a mi Eleanor.

No era la persona indicada para hacerlo, pero debía hallar la manera de. No quería perder más tiempo sin estar con ella; haría lo que fuera para que todo estuviera en nuestro favor.

𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒 𝐎𝐅 𝐔𝐒 | Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora