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Evan

Mi pecho se apretó fuertemente por lo que acababa de escuchar. Su expresión de cansancio y dolor hizo que me sintiera peor. También entendí que había desperdiciado mucho tiempo al no buscarla.

—Por favor, no digas eso, Leah, dame otra oportunidad...

—¿Otra? — resopló notablemente enojada — ¡Evan, entiende que ya no más! — alzó su tono y una chica que estaba detrás de ella la tomó ligeramente del brazo intentando calmarla, pero fue en vano. Se giró hacia ella y le dijo algo que no pude entender —No, Antonella. Se lo merece.

Leah... Non vale la pena spiegarlo a uno stronzo come lui —la que supuse que era su amiga, que ahora sabía su nombre, me miró enojada al decir esta última palabra —dategli vostra freddezza. —Eleanor posó sus ojos llenos de lágrimas en mí e inclinó su cabeza hacia un lado, estaba moviendo sus dedos de manera rápida y supe que se encontraba ansiosa. De pronto, una delicada mano me tocó el hombro, y supe que era Bianca. Se acercó a su hija e intentó abrazarla, pero ella la esquivó. A su madre esto le sorprendió y frunció el ceño.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—¿Qué es eso que tienes que contarme y Carlo no quiere? —se limpió de manera brusca la única lágrima que había alcanzado a caer por su mejilla y observó al susodicho con cierta incredulidad. La expresión de Bianca cambió a una pálida y nerviosa, pero trató de disimularla con una media sonrisa "tranquilizadora".

—Oh..., eso lo podemos hablar después...

—No. Dilo ahora. — interrumpió Leah y sonó como si estuviera rogando, como si en el fondo ya supiera la verdad y quisiera acabar con esto de una vez por todas. —por favor, mamá...

Yo quise acercarme a Eleanor y estar a su lado para que cuando lo supiera, tuviera en dónde apoyarse, así ella no quisiera ni verme. Así ella me pidiera que viviera al otro lado del planeta y no le volviera a hablar, la seguiría cuidando. Era simple, no importa cuándo o dónde, iba a estar para ella. La amaba y no existía nada ni nadie que cambiara eso.

Pero al dar unos cuantos pasos, Antonella me obstruyó el paso y me susurró un "ni se te ocurra". Fruncí el ceño y quise rodearla, pero ella seguía sin dejarme pasar. Refuté y busqué a mi Leah para saber su decisión, cosa que no debí haber hecho, ya que solo recibí una oscura y perdida mirada.

—Está bien..., te lo diré —Eleanor tragó grueso — solo te pido que cuando te lo cuente, trates de entenderme y no me juzgues. —dijo esto último con algo de duda y un leve atisbo de tristeza en sus ojos.

Antonella se situó a mi lado pero me ignoró, solo observaba lo que ocurría en frente de nosotros. Él que suponía que era Carlo, un hombre mayor y debía aceptarlo, atractivo, se acercó a Bianca y asintió mientras la miraba.

Ya sabía lo que iba a pasar.

Un pensamiento no dejaba de acosar mi mente en ese instante, y temía a la respuesta.

¿Esto lo cambiaría todo de manera definitiva para nosotros y solo seríamos memorias después de esto?

O

¿Al fin podríamos ser felices?

—Yo te conté que pasé un año aquí y estudié..., unos meses después de haber llegado conocí a Carlo —lo miró y sonrió de manera nostálgica —él llegó para mejorar mi vida, pero por circunstancias de la vida, un año después me fui porque él se iba a casar con alguien más.

—¿Y esto qué tiene que ver conmigo? —se cruzó de brazos.

Su madre trató de hablar, pero solo salió un sollozo suave y se tapó la boca. Miró a Leah esperando su reacción, pero esta solo la miraba estupefacta. Sus ojos pasaron de estar tristes y confundidos, a unos que lentamente procesaron la verdad. Empezó a negar con la cabeza repetidas veces y me miró buscando alguna aprobación. No fui capaz y puse mi vista en el suelo.

—Cuando me fui, estaba embarazada. No quería ser un estorbo en la vida de Carlo y estaba a punto de casarse. —ella intentó tomar las manos de su hija, pero ella dio un paso atrás, las lágrimas caían sin desenfreno alguno por su delicado y delgado rostro. Estaba realmente dolida. —por favor... mi cielo, entiéndeme.

—¿Alguna vez pensaste en decirme la verdad? —dijo de manera tosca — ¡¿Por qué tenías que esperar hasta que tuviera 26 años para contármelo?! Toda mi vida fui infeliz porque tuve un padre que me amaba a medias y me sentía poca cosa. ¡Tú viste eso! —se tocó su cuello en busca de algo para aferrarse y sentí cómo mi corazón dio un vuelco. El collar aún lo tenía — ¿Por qué no me impediste ese dolor, mamá? —susurró.

Me dolía verla así, quise correr para tomarla de la mano y llevarla lejos de todo ese dolor.

—Lo siento mucho, mi cielo... —su madre ya se encontraba inundada en lágrimas y dolor. —No tengo excusa para lo que hice, debí haberte evitado tanto dolor desde tu niñez.

—No te quiero volver a ver jamás. —la señaló y luego nos dio la espalda para irse corriendo detrás de la gran casa. Sin pensarlo, la seguí.

Corrí detrás de ella de manera desesperada, temía que si no hallaba la forma de hablar con ella, este sería el fin de todo. Sería el fin de nosotros y para este punto, tal vez lo era.

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⏰ Última actualización: May 06 ⏰

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𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒 𝐎𝐅 𝐔𝐒 | Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora