7

119 21 9
                                    



Eleanor

Evan decidió quedarse conmigo para cuidarme, apoyarme y tratar de distraerme del dolor.

Como si fuera posible distraerme del terremoto de emociones que él mismo me produjo y no lo sabía. Irónico, ¿verdad?

En parte, solo una pequeña parte, me sentía bien. Había tenido la oportunidad de decir algo de lo que sentimientos, y sobre todo, decírselo a la persona que era dueña de ellos.

Era liberador.

Aunque no fue algo directo pero, algo era algo.

Estábamos en el ático, específicamente en el sofá arropados mientras que Evan me abrazaba. Tenía su brazo por encima de mis hombros, así rodeándome, y me acariciaba suavemente el brazo.

—Cuéntame algo de él. —dijo por lo bajo.

¿Cómo haría eso?

¿Cómo podría describirlo a él sin que se diera cuenta de que, él era el hombre por el que casi me deshidrato de tanto llorar?

—¿Qué quieres saber?—por favor que me la pusiera fácil.

—Eh... no lo sé —hizo una breve pausa como si estuviera pensando —no tienes que responder si no quieres pero, ¿qué te hizo amarlo? —su rostro reflejaba mucha curiosidad.

Y claro que imagino que la tenía, ya que nunca en mi adolescencia él supo algo de algún amor que haya tenido.

Sentí que mi corazón dio un pequeño vuelco.

Definitivamente no estaba preparada para eso.

¿Qué me hizo amar a Evan?

—No me esperaba esa pregunta para ser sincera... —apreté los labios.

—Descuida, ya sabes que no tienes que responder. —me dio un pequeño beso en la cabeza.

—No, no. Sí quiero. —asintió como señal para que siguiera hablando y tomé aire para dejarlo salir —No sé en qué momento exacto lo comencé a amar, pero sí sé que hizo que lo amara. —levanté mi rostro buscando sus ojos y lo logré, me miraba atento y con un leve brillo en ellos. Supongo que era por la luz del lugar. —Creo que de cierta manera él es diferente. Es de esas pocas personas que ha logrado comprenderme y amarme, me encanta que sea una persona muy curiosa, la manera en la que su rostro se ilumina cuando habla de algo que le gusta, su voz... —mientras hablaba, Ev me miraba como si tratara de descifrar quién era la persona. Estaba en un desafío mental. —amo que siempre cuide de los demás pero sin dejar de pensar en él. Y su alma.

—¿Su alma? —frunció el ceño bastante perdido.

Reí por lo bajo ante su confusión.

—Sí. —suspiré y miré el techo del ático así quedando recostada —su alma es algo que te atrapa, al principio puede parecer oscura y eso es normal por los demonios que tiene cada persona, pero cuando vas más a fondo en ella puedes encontrar su belleza y te envuelve totalmente como una suave brisa. Cuando estoy con él siento que nada me hace falta, todo se vuelve más emocionante y más vívido. —sonreí por la calidez que se produjo en mi pecho al hablar —su manera de ver la vida me gusta.

Hice una pequeña pausa para observarlo y él estaba bastante sorprendido al escucharme decir todo esto.

Ev, sin poder creerlo, me dijo:

—Wow —susurró —De verdad lo amas.

Él seguía abrazándome pero sus caricias habían desaparecido.

—Se encajó en mi alma.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y yo solo pude cerrarlos fuertemente.

Solo sentí que sus brazos me rodearon y me dio un leve apretón para luego hablar.

—Ojalá alguien te ame algún día con la intensidad con la que tú amas, Leah.

Yo quiero que tú lo hagas.

—Algún día, Peters. O eso espero, porque tantos años amándolo con la misma intensidad que cada vez se hace más fuerte, me hace dudar si amar a alguien que no sea él.

Rió por mi terquedad.

Su risa era linda, algo ronca pero linda y... sexy.

—Quiero que algún día alguien me ame con esa intensidad como lo haces tú con él. —confesó de la nada y a mí casi me da algo.

"Él" eras tú.

Cómo quería gritarle eso.

—¿Qué dices? ¿Acaso tú y Emma no se aman así?

Miró hacia otro lado notablemente incómodo.

Oh, no.

—Supongo que sí, no lo sé... —arrugó el ceño —Emma me ama a su manera, que es una manera muy rara de amar y bueno, yo también la amo, creo. —finalizó con algo de no mucho convencimiento en su voz.

¿Cree?

Mi cabeza quiere atar cabos y hacerse ilusiones pero no debo.

—No suenas demasiado convencido de que la amas, Peters. — y lo dije. Tenía miedo de su reacción.

Su rostro se tornó serio y dejó de abrazarme.

Mierda.

𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒 𝐎𝐅 𝐔𝐒 | Evan PetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora