Capítulo 11 Carrera ideal

24 5 0
                                    

Decidí ir a casa de Amanda ese fin de semana, quería saber cómo se sentía después de lo que pasó en la presentación. Toqué la puerta y la abrió para recibirme con una gran sonrisa y con estas palabras forzadas:

—Laura, qué sorpresa. Hoy es un día bonito, el sol está radiante, ¿no crees?

Me enfadé con ella al escuchar sus palabras. ¿Cómo era capaz de fingir que todo estaba bien cuando, tan solo el día anterior, la había visto aterrada?

—Amiga, deja de repetir esa frase, que no estoy de humor —le contesté fríamente.

—Entonces —y acomodó sus anteojos—, ¿para qué vienes a mi casa con mal humor?

¡Uy! Con todas las ganas que tenía de insultarla por haberme dicho eso, le grité:

—¡Para saber cómo estás, Amanda!

—Ya no grites, Laura —dijo susurrando—, mi papá llegó hoy y está descansando arriba. No quiero despertarlo. Además, estoy bien.

—¿De verdad tu papá está aquí? Nunca lo veo cuando vengo.

—Es porque él trabaja mucho y viene muy poco.

Al oír eso, recordé el dibujo del monstruo que me había enseñado. Puede que su papá fuese aquel misterioso hombre con los puños amenazantes. Tal vez era un maltratador y la golpeaba. De cualquier manera, quería verlo para saber si se ponía nerviosa y así preguntarle directamente sobre el tema. Pero ella me dijo:

—Mira, quería ir a tu casa hoy.

—¿Ah, sí? ¿Para qué?

—Para que me ayudaras con algo.

—Ya estoy aquí, puedo ayudarte ahorita.

—Es que, no quiero que lo oigan mis padres.

Como no tenía ningún pretexto real para evitar que fuera a mi casa, le contesté:

—Okey, iremos.

En realidad, yo no tenía ningún problema porque vivíamos cerca. En el camino iba preguntándome para qué necesitaba mi ayuda y por qué no quería que lo supieran sus padres. Pero ella no me dio explicación alguna hasta que llegamos. Estando ahí, entramos en mi habitación y le pregunté:

—Entonces, ¿qué necesitas?

En eso, sacó de su bolso una revista de moda y me respondió:

—Necesito que me ayudes a conseguir un vestido bonito.

—¿Y eso por qué?

—Esta mañana recibí un mensaje de Elena diciéndome que su hermano Esteban venía a la ciudad para visitar a sus padres y me invitó a su fiesta de bienvenida.

—¿De verdad vas a ir? ¡Qué chévere! Así harás nuevos amigos.

—¿Y tú vas?

Pude percibir su inquietud al hacerme esa pregunta, por lo que contesté:

—¡Por supuesto que sí! Vamos a ver esa revista para escogerte un atuendo colorido.

—¿Y si a él no le gusta?

—¿A quién? —pregunté mientras pensaba que se refería a su padre maltratador.

—A Tomás, supongo que también está invitado.

—Pues, si no le gusta, ya habrá otro muchacho en la fiesta que le encantará.

Como tenía tanta curiosidad por saber si su papá era o no el monstruo, le pregunté:

Una carta entre silenciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora