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No había pasado más de media hora y ya habían puesto en marcha una investigación más profunda sobre la nueva ubicación de los criminales.

Trataban de adivinar las posibles guaridas secretas que ambos habían descubierto en todo el tiempo de sus misiones, pero la mayoría fueron clausurados o destruidos; además que no cuadraba con sus adivinanzas al investigar en sus expedientes archivados y con la ayuda de la tecnología.

Intentaron hallar pistas con el ADN del muchacho y la medalla, como la información restante y recolectada, y los garabatos grabados, pero no sirvieron de mucho. Pensaban que podría ubicarse en alguna parte de Alemania por el idioma identificado, pero era tan evidente que solo un idiota daría la revelación.

Finn se ponía algo… estresante, por primera vez desde hace mucho tiempo. Conocía al malvado científico y sus planes terroristas. ¿Pensaba hacer algo igual como la última vez?

Leland notó la frustración de su amigo, que desvío la mirada de la pantalla enorme hacía él, estando algo preocupado.

     —Hey —dijo—, con esa actitud será más complicado la investigación. Tranquilízate.

     —Es que tú no lo conoces bien… —comentó—. Fueron uno de los criminales que más me ha costado vencer, incluyendo los secuaces. —Miraba abajo frunciendo el ceño—. Puede que parezca un gran cobarde, pero es inteligente, un científico, un psicópata… —Apretaba sus puños—. No solo eso, además él…

     —¿Él? —preguntó con cierta curiosidad, queriendo que prosiga. Pero no consiguió que siguiera hablando, haciendo que el agente cían azúl se sienta algo arrepentido de hablar demasiado de… su vida pasada.

     —Olvidalo. No es importante para esto —indicó sin más relajándose de a poco.

     —...Está bien. —Apretaba los labios. Realmente quería saberlo, pero no lo iba a obligar como si fuera un interrogatorio.

Apartaron aquella conversación y siguieron en lo suyo, buscando más fondo una vez más.

Finn tomó nuevamente la medalla, observando cada detalle como si fuera la primera vez. Los dibujos, palabras, e incluso alguna fecha de fabricación, pero ni eso estaba grabado. Se la jugó muy bien.

Pero algo no entendía desde que lo halló. ¿Por qué querrían crear medallas para sus secuaces? No son especiales, viniendo de unos líderes mafiosos que no le importa su equipo —O bueno, en su mayoría—.

¿Acaso quisieron identificar mejor los bandos de criminales con medallas? ¿Algo más lo habrá fabricado? Se hacía varías preguntas que no eran respondidas.

Y sí… ¿Buscaba fábricas de medallas? No sabía si lo iba a lograr, pero no podía descartar la idea.

En la computadora hizo una búsqueda de fábricas de todo el mundo, incluso las que no aparecían en el mapa para turistas.

     —¿Hallaste una idea? —preguntó al ver que su amigo usaba la computadora.

     —Probablemente —estableció—. Pensaba que el fabricante de medallas no fueron ellos, sino alguien más, posiblemente de otras fábricas públicas o privadas.

     —Hm… No había pensado en eso —comentó.

Luego de una búsqueda y estar minutos por minutos hallando algo, encontró una posible pista, ampliando las imágenes e información.

     —Este me puede sonar… —expuso el agente cían azúl.

     —Ah ¿sí? ¿En qué?

     —En el diseño del logo. Mira —dijo al acercar la medalla hacía la pantalla, a un lado de las imágenes. Al observar detalladamente, la forma en que estaban tallados los garabatos, como los dibujos y letras, coincidían bastante.

Romance Encubierto {Finn McMissile X Leland Turbo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora