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Los criminales ya se estaba por malhumorarse que de costumbre, pues trabajar duro para conseguir lo que desean era como ser impacientes y no avanzar de una vez al «caos».

     —Esto tiene que ser una broma —se quejó uno—, ¿sabes lo difícil que es conseguir los objetos?

     —Si no estás a la altura de cumplir con el trabajo, lo mejor es que te retires y busques otro —expuso el científico.

     —Eres todo un flojo —criticó a su compañero, viendo después al profesor—. Estamos dispuestos a cumplir con el trabajo para lograr el objetivo.

     —¿«Estamos»? —preguntó un criminal bastante fastidiado—. Este plan se está tardando mucho, que parece como si no hubiéramos visto ningún avance al respecto. —Se cruzó de brazos—. Si realmente está funcionando la droga, ¿cómo podemos saber que va a la perfección?

     —¿Quieren ver una muestra? —cuestionó con calma—. Bien, si eso desean, se los enseñaré con este joven atleta.

Al haber nombrado el muchacho, este se hizo presencia a un lado del profesor, demostrando su estatura alta y de ciertos músculos que parece no ser parte de un entrenamiento sino de alguna sustancia fuerte. A pesar de ser catolizado como atleta que mayormente su físico debe ser de bajo kilos, este representaba como parte de un deporte de alta resistencia y fuerza.

Algunos que otros criminales los veían algo impresionados por el físico del joven, pues al saber que sí daba resultados la sustancia ya querían probar sus efectos para no ser unos tipos que solo saben usar armas y aprender en batalla de cuerpo a cuerpo.

     —Es el atleta… —estableció en susurros el de ojiazul hacía el agente indicando de quién estaban hablando, a lo que el contrario adivinó al instante al oírlo.

Los espías encubiertos no estaban del todo satisfechos de ver los planes dando resultados positivamente. Reconocieron el rostro del atleta en su lista de expedientes, que él era el culpable de que el agente Finn casi muera si no fuera por la atención médica y su amigo Leland en llevarlo lo antes posible a ser atendido.

Para sus pocas suertes, las sustancias eran mínimas y no fueron testeadas en más criminales… Por ahora.

     —¿Algún otra queja? —expuso el científico.

     —Tal vez… —habló uno de los criminales estando disfrazado como uno de ellos—. ¿Qué tanta fuerza y defensa tiene?

Algunos se quedaron mirándolo como si también tenían la misma pregunta en mente, a lo que el profesor respondió sin más:

     —Si deseas averiguar, ¿por qué no lo intentas? —indicó con una mano hacía el atleta resistente estando sereno.

El espía disfrazado se había percatado al instante de la respuesta: Tenía que dar una batalla contra el muchacho para calcular las habilidades. Frunció el ceño como forma de molestia y tratar de ocultar su poco de nerviosismo. Dió unos pasos hacía el atleta y este también se acercó, dejando que los demás espectadores formaran un círculo para observar mejor la pelea.

El de ojos verdosos se estaba preocupando más que de costumbre por alguien, pues era el que casi le fractura el cuello y va a hacer lo mismo con su amigo. Pero a pesar de presenciar peligro no debería de entrometerse, en caso de que las cosas empeoren…

Ambos luchadores se pusieron en sus posiciones presenciando el silencio en la sala, ya que al parecer las cosas se pusieron en serio entre un criminal sin «experiencia» contra un joven con la sustancia inyectada. Todos los criminales —Incluyendo el profesor científico— ya tenían asegurado al ganador, pero entre ellos que no está presente en la junta tenía esperanza por el disfrazado.

Romance Encubierto {Finn McMissile X Leland Turbo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora