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Demasiado tiempo ha concurrido, que pareciera que solo pasaron minutos tras otro.

El jefe de la fábrica de medallas le daba toda la información posible sobre la ubicación, pero nunca se atrevió a contar los planes malvados para evitar que los criminales los asesinen sin piedad.

Por un lado estaba él con el agente cían azúl contándole todo lo que sabe, mientras por el otro estaba su amigo espía vigilando al ruso malhumorado, quien tiene instintos de matanza.

Además de recibir información valiosa de la ubicación casi exacta, también quería saber sobre por qué querrían medallas para atraer más evidencias sencillas, pero a pesar de querer respuestas claras, solo entendió que no tenían la menor idea del motivo principal, sino de recibir planes de diseños y demasiado dinero.

Así duró el interrogatorio, obteniendo información útil, pero no lo suficientemente para saber los planes anónimos. Se despidieron de ellos y le advirtieron que no trabajen más con criminales o acabarán en serios problemas por estar siendo vigilados.

El ruso malhumorado quería acabar con ellos de una vez antes de que escapen, pero el jefe lo detuvo por dos razones: No quería terminar en una prisión y la vida de los agentes estaba en juego, por lo que tarde o temprano tendrían sus merecidos.

💠🌐♦️

Horas habían pasado luego de hacer el interrogatorio, y ya estaban planeando una forma de entrar y salir con toda información útil, y así detener las ideas malignas del profesor y sus secuaces.

Se alejaron de la fábrica y las viviendas que se encontraba cerca de ella, para evitar que alguien los esté espiando y advertir a los criminales de todo el lío de la misión actual.

Entraron a una cafetería no tan lujosa y ordenaron algo para beber, mientras ambos comenzaban una charla tranquila para luego pasar a los planes.

     —Ya me debías esto.

     —¿Qué cosa?

     —La invitación de un desayuno. —Sonrió el agente rojo de forma sarcástica.

     —He, es verdad, aunque no sea un desayuno después de todo. —Le devolvió una sutil sonrisa.

     —Es cierto, pero de todas formas lo aceptaré. Y esta vez nadie nos va a interrumpir.

     —Eso espero —dijo al dejar de sonreír y desviar la mirada, percatando a su amigo sobre su cambio emotivo.

     —Hm. Aún recuerdo lo que pasó —comentaba levemente natural mientras miraba del lado de la ventana—. Me dejaste preocupado aquellos días, que no pude quedarme de brazos cruzados y ayudar con las investigaciones. Tal vez no querías que avanzara mientras estabas en reposo, y sé que trabajar con un compañero no es de tu agrado, pero—

     —¿Qué? —interrumpió al mirarle con cierta confusión—. ¿Cuando dije que no me gusta trabajar con alguien?

     —Vamos, no me espero eso viniendo de ti. —Lo miró a la cara—. Sé que has sido amable cuando nos presentamos y luego de eso, pero algo me decía que no te agradaba las nuevas «leyes» de trabajar en equipo porque has estado en muchas misiones solitario, y un cambio de planes como este no te lo venía venir. ¿No es eso cierto?

     —...Cierto. —afirmó un poco apenado—. Pero el motivo no es porque tener compañeros estorben; jamás he pensado eso en cualquiera. Es por otra razón…

     —¿Y cuál sería esa?

Se quedó callado antes de poder responder la verdadera razón, ya que el tema que iba a contar era delicado y privado. Podía confiar en él sobre sus opiniones y apoyo, pero no se sentía preparado para hacerlo; además de que es la primera vez que cuenta sobre su pasado a alguien…

Romance Encubierto {Finn McMissile X Leland Turbo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora